Audi Rosemeyer
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Audi Rosemeyer, el concept car más espectacular de la marca alemana

Presentado en el año 2000, se inspiraba en los Auto Unión del periodo de entreguerras y equipaba el motor W16 que posteriormente montaría el Bugatti Veyron.

Desvelado por primera vez el 1 de junio de 2000, el Audi Rosemeyer es sin duda uno de los concept car más llamativos de la historia de la firma de los cuatro aros. No podía ser de otra forma en un automóvil que presentaba una carrocería de aluminio pulido, en una época en la Audi estaba experimentando con dicho material. Apenas un año antes, había puesto en el mercado el revolucionario A2 con chasis y carrocería de aluminio. El nombre homenajeaba al legendario piloto Bern Rosemeyer, quien perdió la vida en 1938 intentando batir el récord de velocidad en carretera.

Su carrocería es toda una declaración de intenciones, con líneas agresivas y muy marcadas, cabina adelantada y una parrilla que recuerda a las míticas “flechas de plata”. Recordemos que aquel apelativo era compartido por Auto Unión y Mercedes-Benz. Impresiona la parte trasera con una suave caída y completamente cerrada, así como los faros carenados, cubiertos con una moldura. Con casi dos metros de anchura y unos voladizos muy cortos, resulta realmente agresivo. Para mejorar la aerodinámica, los espejos retrovisores se han sustituido por dos cámaras en el techo.

Aunque si queremos saber más de su inspiración, tenemos que buscar un proyecto que no llegó a sustanciarse. Nos referimos al Auto Unión Type 52, un diseño de Ferdinand Porsche y Erwin Komenda de una limusina deportiva del que no llegó a construirse una modelo físico. Al menos, sus bocetos nos permiten ver algunas de las claves de diseño que encontramos en el Audi Rosemeyer, como la cabina adelantada o la caída trasera.

EL INTERIOR DEL AUDI ROSEMEYER

Por lo que respecta al habitáculo, está revestido de acolchado Nomex ignífugo, un claro guiño a su inspiración en las carreras. El diseño es pulcro y sencillo, que no simple, con aluminio visto en el salpicadero. Dispone de dos asientos en vez de baquets, tapizados en cuero y con cinturones de cuatro puntos de anclajes.

Interior Audi Rosemeyer

Llama la atención el volante de cuatro radios que remite a los coches de competición de los años 30, frente al cual se sitúa el cuentarrevoluciones con fondo blanco. En el prominente túnel central encontramos la palanca de cambios que se guía por una rejilla con aroma clásico. También cuenta con pedales ajustables, como los mejores superdeportivos de la época. Lo que no se consigue ver en la única imagen del interior distribuida por Audi son las pantallas en las que se mostrarían las imágenes de las cámaras que hacen la función de espejos retrovisores.

UN MOTOR DE 8 LITROS Y 16 CILINDROS

La mecánica del Audi Rosemeyer, situada tras el habitáculo, estaba a la altura de su impactante estética. Hablamos de un motor de 16 cilindros dispuestos en W con 8 litros de cilindrada que rendía 710 CV de potencia. Dicho propulsor pasaría después al espectacular Bugatti Veyron 16,4 de 2005, en este caso con 1.001 CV de potencia, cumpliendo la promesa hecha por Ferdinand Piëch. Por cierto, que se supone que, de haberse construido, el Type 52 también hubiese equipado un motor W16.

Como no podía ser de otra manera, el Rosemeyer contaba con tracción total quattro, además de una caja de cambios manual de seis velocidades. Audi no llegó a publicar prestaciones ni cifras de consumo, pues se supone que el coche no estaba operativo ni pretendía adelantar a ningún modelo de producción.

Nuestro protagonista quedó en un mero ejercicio de diseño, pese a la enorme expectación que despertó entre los potenciales compradores. Incluso visto 22 años después, su propuesta continúa derrochando atractivo y personalidad. En todo caso, Audi, que había comprado Lamborghini hacía un par años, no quería poner en el mercado un producto que le hiciera competencia. Lo haría más adelante, con el R10, pero con la marca italiana ya completamente saneada.

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Escrito por Iván Vicario Martín

Tengo la suerte de haber convertido mi pasión en mi forma de ganarme la vida. Desde que salí de la Facultad de Ciencias de la Información en 2004 me dedico profesionalmente al periodismo del motor. Arranqué en la revista Coches Clásicos en sus inicios, pasando a dirigirla en 2012, año en el que también me puse al frente de Clásicos Populares. A lo largo de estas casi dos décadas de carrera profesional he trabajado en todo tipo de medios, incluyendo revistas, radio, web y televisión, siempre en formatos y programas relacionados con el motor. Me vuelven loco los clásicos, la Fórmula 1 y las 24 Horas de Le Mans.

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