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Barcelona Montjuïc Revival: mirando al futuro

Llevábamos mucho tiempo esperando, sabíamos que costaría lo suyo pero tarde o temprano iba a imponerse el sentido común y la administración no podría seguir haciendo oídos sordos a una demanda largamente reclamada por tantos aficionados: recuperar Montjuïc, obviamente no para hacer carreras modernas pero sí como escenario de reuniones de vehículos históricos de competición, al estilo de las que tienen lugar en tantos circuitos europeos.

Todos teníamos in mente el recuerdo, todavía bien vivo, de la última vez que pudimos escuchar el rugido de los motores en el Parque, en 2007, hace exactamente un lustro, con motivo del Martini Legends; pero aquello fue flor de un día y pese a repetir la misma fórmula en el Jarama al año siguiente, la histórica marca italiana de vermuts -patrocinadora ochenta años atrás de las primeras carreras celebradas en Montjuïc- ya no volvería a sufragar más fiestas de ese estilo.

Y al fin el sueño se hizo realidad: los esfuerzos de la sociedad RallyClassics, bajo la dirección del paciente Àlex Romaní, daban su fruto y a mediados de 2012 el Ayuntamiento de Barcelona autorizaba la celebración de un encuentro retrospectivo no competitivo durante el segundo fin de semana de diciembre, un cuarto de siglo después de que el circuito albergara la 36ª edición de las 24 Horas Motociclistas de Resistencia -la última carrera de verdad- en 1986.

Con inestimable ayuda de varios patrocinadores, el apoyo logístico del RACC y la colaboración entusiasta y desinteresada de un grupo de personas, RallyClassics puso en solfa un evento que logró atraer el interés de cientos de participantes -cerrándose las inscripciones dos días antes con el ansiado cartel de “no hay más plazas”- y por supuesto miles de aficionados.

El sábado 8 de diciembre 254 vehículos históricos y clásicos de competición llenaban los dos paddocks del Barcelona Montjuïc Festival, celebrado en paralelo al Salón Auto Retro pero sin conexión directa entre ambos eventos. La artillería reunida no dejaba indiferente: unos pocos ejemplares de preguerra (Amilcar, Bugatti, Rallye, Riley, Ricart), monoplazas diversos, incluidos varios F-1 (Brabham-Ford, Lotus Ford, LSD-Alfa Romeo), varios Sport Prototipos y numerosos Turismos y GT de todo cuño (Porsche, Alfa Romeo, BMW, Lotus, Caterham, Garbí, etc). La gran mayoría de participantes eran españoles pero también había ingleses y franceses, con el alemán Jochen Mass, último ganador sobre un F-1 de Montjuïc (Gran Premio de España 1975, su único triunfo en la categoría), como invitado de honor y piloto del pace car.

AC Shelby Cobra 427, en el paddock (Por Pere Nubiola)

Como cualquier aficionado sabe, Montjuïc es sinónimo de moto. Las dos ruedas son uno de los ejes de su historia, y por eso estaban las Bultaco, Montesa, Ossa, Derbi, Lube, Ducati, Norton, Honda, Kawasai, Suzuki y otras máquinas de velocidad y resistencia, algunas en manos de pilotos que habían competido y ganado allí: César Gracia, Mauricio Aschl, Salvador Cañellas, Min Grau, Alejandro Tejedo, Josep M. Mallol… así como dos campeones mundiales, Phil Read y Dieter Braun, sobre las Yamaha del Classic Team de Ferry Brouwer, y corredores extranjeros de la talla de Alain Genoud, Reg Everett y Roger Timms.

El programa previsto establecía una treintena de tandas a lo largo del fin de semana, de ½ hora cada una, agrupadas en series de tres. Obviamente, no se trataba de ir a paso de tortuga pero tampoco rebasar ciertos límites pues el tema de la seguridad era fundamental (así se había acordado con los responsables municipales, lógicamente muy pendientes de ello) sin que tuviera que estar reñida con el espectáculo. De hecho, así fue durante las dos mangas iniciales, una reservada a los coches -Historic Montjuïc Revival- y otra a las motos -Moto Montjuïc Exhibition- en las que el bramido de los motores y los escapes nos puso a muchos la carne de gallina. A pesar de los años transcurridos la magia del Parque seguía bien viva, estaba allí, no sólo en el sonido, los olores, los colores y la atmósfera que se respiraba. Lo impactante era ver las caras de algunos pilotos, sobre todo los más mayores, que habían venido con sus hijos e incluso sus nietos. La expresión de júbilo en el rostro del valenciano César Gracia hablaba por sí sola; también el veteranísimo Ricardo Quintanilla, emocionado por volver a estar ahí; o el propio Min Grau, tantas veces vencedor de la montaña en velocidad y en resistencia. “Es que esto es muy, muy grande, lo que habéis conseguido hacer aquí no tiene precio, no se puede describir con palabras.”

Otros eran más pragmáticos pero no menos acertados. “C’est pas mal ce joli circuit; même si l’organisation se trouve un peu debordée”, comentaban entre sí dos pilotos franceses, bastante contrariados por la supresión de las tandas segunda y tercera a causa del retraso en la verificación de la pista (más tarde supimos que los vigilantes de los jardines públicos afectados por la prueba habían hecho tan bien su trabajo, cerrando las puertas que tocaba dejar abiertas y dejando abiertas las que debían haber quedado cerradas, que mientras la primera parrilla aguardaba su salida con los motores en marcha aún había gente paseando el perro o haciendo footing dentro del circuito, y preguntándose qué debían ser aquellas vallas tan raras). Tengo, eso si, bien presente lo que Jochen Mass nos dijo, ya por la tarde: “No entiendo nada, lo que tenéis aquí tres veces mejor que Montecarlo pero parece que aún no os habéis dado cuenta. Es que por ubicación, entorno y circuito, es lo mejor de Europa. No hay nada igual.”

Efectivamente, el público que había empezado a acercarse tímidamente a primera hora de la mañana aumentaba poco a poco, ocupando la tribuna de la avenida Rius i Taulet (la recta de abajo, delante del paddock) y haciéndose notar cada vez más. Recordemos que se trataba de un evento libre, abierto y de vocación popular; es decir, la gente podía disfrutar gratuitamente del espectáculo desde cualquier punto del circuito, excepto las áreas protegidas para seguridad de pilotos y espectadores. Por razones logísticas el acceso al paddock quedaba limitado a los participantes y la organización, pero quien quisiera hacerlo para poder ver más de cerca los vehículos podía adquirir un ticket de 6 € (niños hasta 12 años gratis) en las taquillas.

Josep María Busquets a los mandos de una Montesa 250 (Por Pere Nubiola)

Después de realizarse las dos mangas iniciales sin más problemas, ya casi al término de la tercera el Alfa Romeo GTV de un participante italiano se salía recto al rompérsele los frenos en la curva de la Rosaleda, delante del Museu Etnològic, impactando contra un muro y causando heridas graves a un control de pista que estaba incorrectamente situado en plena escapatoria (y que ya había sido advertido de ello por la organización) y leves a otro. Pese a reaccionar con presteza y evacuar a las víctimas en ambulancia al Hospital Clínic (donde una de ellas sería dada de alta al poco de llegar), la organización se encontró desde aquel momento en fuera de juego por la orden de una representante municipal de “pararlo todo”.

De repente, una manifestación histórica del máximo nivel queda en el aire debido a un hecho fortuito, que lógicamente entraba dentro de las hipótesis previsibles y para el cual ya existían protocolos de actuación establecidos. Primero extrañeza, luego impaciencia, después estupor e incredulidad ¿Tres coches de la Guardia Urbana presentándose en el lugar del accidente? ¿La policía levantando atestado, precintando el vehículo y llamando al piloto a prestar declaración?

Pero ¿esto qué es? “No nos podemos permitir otro accidente”, dice compungida una persona de la administración municipal, “y además ha habido tres excesos de velocidad en los coches y tres en las motos”. Los tres radares instalados en tres puntos del circuito y fijados a un tope de 110 km/h han detectado tres vehículos a 112, 119 y 122 km/h respectivamente. Im-presionante, no hay más palabras para definirlo. Y bien, aparte del ridículo absoluto ante los participantes, que no entienden nada de lo que sucede, y el público, que empieza a silbar y a cachondearse, ¿Qué estamos haciendo? Pues nada, esperar a que alguien tome una decisión…

Así permanecieron las cosas desde las 11.30 h, hora del accidente, hasta la llegada a primera hora de la tarde de la Teniente de Alcalde Maite Fandos, máxima autoridad municipal en el evento. Finalmente, pasadas las 17 h, ésta resolvía la suspensión definitiva del Barcelona Montjuïc Revival, autorizando antes la celebración de una breve tanda (sólo tres vueltas) de consolación para quienes no habían tenido oportunidad de rodar en el circuito, en la que tomó parte una amplia selección de monoplazas y coches Sport circulando a velocidad moderada tras el pace car conducido por Jochen Mass.

El Alfa Romeo GTV accidentado (Por Pere Nubiola)

Un final abrupto, extraño y ciertamente triste para algo que fue increíble mientras duró. Con ese cúmulo de errores, indecisiones y despropósitos se dio una pésima imagen de la ciudad y del país, a la que contribuyeron los medios de comunicación agitando el fantasma de “la maldición del circuito de Montjuïc” con las imágenes en los telediarios del accidente de Stommelen ¡en 1975! y -súmmum del mal gusto- del pobre Mingo Parés inerte sobre el asfalto en las 24 Horas de 1986. En fin, que la ética periodística no nos pise un titular bien sangrante porque lo que nuestros televidentes piden a gritos es carnaza ¿verdad, señores editores de informativos?

Como colofón, con sus dosis de oportunidad y oportunismo a partes iguales (esto es una selva y cada cual barre para su lado), el comunicado de prensa emitido el lunes por la organización de un evento de orientación similar que tendrá lugar la próxima primavera en un gran circuito señalando su falta de vinculación con lo sucedido y recordando que “Martini Legends fue una exhibición y contó con todas las medidas de seguridad necesarias para el correcto desarrollo del espectáculo”… realmente ¿era necesario?

Sin embargo… pese a las desgracias sucedidas a lo largo de su historia, las diversas víctimas que deja atrás (la última, el control de pista herido en el accidente fallecía el pasado 21 de diciembre después de doce días en coma inducido) y los impedimentos que se le hayan puesto o aún le quieran poner, el amor por este circuito nunca podrá borrarse del corazón de los aficionados. Prueba de ello la tenemos en los numerosos mensajes de aliento recibidos por la organización en diversos foros, y en la voluntad de ésta de pasar página, buscar posturas conciliadoras y trabajar a fondo para que el año próximo el revival pueda volver a celebrarse. Aunque les pese a los agoreros, no va a significar el final del evento. Con el apoyo de toda la afición, Montjuïc no morirá.

Un Riley de 1935 enfila la recta (Por Pere Nubiola)

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Montjuïc: Un circuito mágico

La apasionante historia de Montjuïc -recogida por el maestro de periodistas del motor Javier del Arco en sendos volumenes dedicados a las dos y a las cuatro ruedas respectivamente, editados por el RACC y la Fundación Can Costa- arranca en 1931 cuando el alemán Rudolf Caracciola, de visita en Barcelona, sugirió la idea de acondicionar las vías que recorrían el parque para trazar un circuito, al estilo del que ya funcionaba en Mónaco para el Gran Premio. La idea no cayó en sacó roto ya que los miembros de la Penya Rhin se pusieron inmediatamente manos a la obra. Los trabajos empezaron aquel mismo año y el circuito quedó inaugurado en 1932. Con sus 12 virajes, 90 m de desnivel y casi 4 km de longitud, a lo largo de medio siglo fue como la catedral del deporte del motor en España. Albergó cientos de carreras de todo tipo, incluidos naturalmente Grandes Premios de Motociclismo y de Formula 1 y sobre todo las recordadas 24 Horas de Resistencia, que se empezaron a celebrar en 1955. El accidente de Rolf Stommelen en el GP de España de 1975 le cerró las puertas de la F-1, aunque las 24 Horas siguieron hasta 1986; en aquella edición perdió la vida el piloto Mingo Parés, personaje muy querido por la afición local, y los motores enmudecieron definitivamente en Montjuïc.

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[su_spoiler title=’COMUNICADO OFICIAL DE SUSPENSIÓN DEL EVENTO’ show=’false’] RallyClassics comunica la cancelación del evento Barcelona Montjuïc Revival cumpliendo de este modo la decisión tomada por el ayuntamiento de Barcelona tras el accidente en el que han resultado heridas dos personas de la organización. Dicho accidente se produjo sobre las 11.30 horas en la curva la Rosaleda (ante el Museo Etnológico) cuando un vehículo participante se salía del trazado a resultas de un fallo mecánico, impactando contra las protecciones en una zona debidamente señalizada, como prohibida para el público.

El vehículo no colisionó contra persona alguna pero uno de los controles que estaba allí -un hombre de 58 años- se vio sorprendido y al quererse proteger se golpeó la cabeza contra un muro, resultando herido de gravedad y siendo trasladado inmediatamente en ambulancia al Hospital Clínic. En el incidente también fue herida de carácter leve una mujer de 20 años que estaba colaborando en el control de seguridad.

La organización lamenta estos incidentes que provocaron la cancelación del evento, de modo especial cuando las medidas de seguridad habían sido extremas y la ubicación de público y las personas de la organización previamente autorizadas tras la inspección al inicio del evento, y agradece las muestras de apoyo recibidas por participantes, aficionados y patrocinadores del Barcelona Montjuic Revival, que fue maravilloso hasta este lamentable accidente fortuito que nada tiene que ver con las medidas de seguridad. Toda la familia del motor desea la pronta recuperación de los heridos. [/su_spoiler]

[su_spoiler title=’CRÉDITOS DE FOTOGRAFÍA’ show=’true’] Fotografia principal | Pere Nubiola [/su_spoiler]

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Escrito por Manuel Garriga

Manuel Garriga (Sabadell, 1963), periodista del motor especializado en historia, lleva veinticinco años en la profesión escribiendo artículos y reportajes para diversas revistas y periódicos, y ejerciendo de corresponsal de varios medios extranjeros. Autor y traductor de una decena de libros sobre esta temática, ha realizado colecciones de fascículos, ha trabajado en la radio, el cine y la publicidad, y acaba de estrenar Operació Impala, su primer documental, como director. Tras haber dirigido durante casi tres años la revista Motos de Ayer vuelve a escribir regularmente para Motor Clásico, donde empezó su carrera, y continua colaborando en el diario El País mientras prepara nuevos proyectos dentro del ámbito audiovisual.

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