Ésta es una historia con final feliz, pues el hallazgo de un clásico guardado durante largo tiempo no siempre termina con la recuperación del mismo. No ha sido el caso del Bentley Serie T con número de bastidor SBH1001, que fue encontrado tras décadas fuera de uso y con mucho trabajo por delante para volver a ser el que era. Afortunadamente, en Bentley Heritage Collection tuvieron clara la importancia de esta unidad y no dudaron en tratar de devolverla a la vida costara lo que costara.
El desarrollo del Bentley Serie T y los Rolls-Royce Silver Shadow arrancó en 1958, con vistas a crear el primer bastidor monocasco para ambas marcas. John Blatchley fue el encargado de firmar un diseño que conseguía mejorar las cotas interiores, pese a ser ligeramente más pequeño que el Bentley S3 al que sustituía. La mecánica elegida fue un V8 de 6,23 litros y 225 CV de nuevo cuño, con la que el nuevo motor tenía la mejor relación peso/potencia del momento: 1,2 kg/CV. Gracias a dicho propulsor, era capaz de pasar de 0 a 100 km/h en apenas 10,9 segundos y lograr una velocidad máxima de 185 km/h.
Se emplearon hasta siete prototipos para poner el coche a punto que fueron sometidos a pruebas de fiabilidad de más de 160.000 kilómetros. No era para menos, pues introducía novedades como los subchasis independientes para motor y transmisión o los soportes de goma Vibrashock para aislar el ruido y las vibraciones de la carretera. Entre 1965 y 1977, se fabricaron 1.868 unidades de aquella primera generación de la Serie T de Bentley.
APARECE EL PRIMER BENTLEY SERIE T
El chasis SBH1001 que ahora ha sido devuelto a la vida por Bentley Heritage se empleó como coche de pruebas y, como su numeración indica, fue el primer Bentley Serie T en salir de la línea de producción. Además, esta unidad apareció en las portadas de las revistas de la época tras la presentación del modelo en el Salón del Automóvil de París de 1965, así que su aparición tiene un doble interés.
El coche fue encontrado por Mike Sayer, el responsable de Bentley Heritage Collection junto a Wayne Bruce, jefe de comunicación, literalmente guardado bajo una lona en la parte trasera de un almacén. Por lo visto, llevaba décadas sin funcionar y, lo que es peor, le faltaban numerosos elementos, particularmente todo el interior.
Aunque el trabajo que requería para su restauración era titánico, la importancia de la unidad hizo que se decidiera llevarlo a cabo. Por supuesto, se trataría de conservar la mayor parte de los componentes originales del coche como fuese posible, pues lo contrario no tendría ningún sentido.
LA RESTAURACIÓN
El proceso de desmontaje fue ejecutado por un grupo de aprendices de Bentley, aunque la restauración le fue encargada a los especialistas de P&A Wood, expertos en la marca inglesa y colaboradores habituales de la Bentley Heritage Collection. La dirección del proyecto fue encomendada a Louise Wood, hija del fundador de la empresa Andrew Wood, con el apoyo del director de carrozados Dave Lowe, quien tiene más de 23 años de experiencia en P&A Wood.
La primera y grata sorpresa fue comprobar que los elementos mecánicos primer Bentley T estaban en un estado sorprendentemente bueno. Tras 15 años parado, el motor arrancó sin problemas y únicamente necesitó una revisión a fondo para volver a funcionar. Otro tanto ocurrió con la caja de cambios e incluso el eje trasero, que sólo precisó de unas nuevas juntas. El subchasis trasero mostraba cierta corrosión debido a una mala reparación tras un accidente en el pasado, por lo que tuvo que repararse.
Respecto a las suspensiones, se sustituyeron todos los latiguillos hidráulicos del control hidroneumático de la altura de conducción y se revisaron los dos circuitos con los que contaba. Además, se restauraron las válvulas de distribución de los frenos y se revisaron los innovadores soportes Vibrashock que amortiguaban las vibraciones durante la conducción.
EN BUSCA DE UN INTERIOR
Los mayores problemas durante la restauración se encontraron en el habitáculo. Ante la ausencia de salpicadero, molduras interiores e incluso cableado se hubo de recurrir a un donante. Por supuesto, tenía que ser de la primera serie, para conservar la originalidad del resultado final. Eso incluía el logotipo de Rolls-Royce en las hebillas de seguridad, por ejemplo. Dado que no había un diagrama del cableado, la operación del montaje del salpicadero y su recableado resultó una tarea titánica que requirió mucho tiempo.
La carrocería pintada en Shell Grey también requirió mucha atención, pues la reparación que se había hecho tras el accidente estaba pésimamente ejecutada, tal y como se descubrió tras decapar la pintura. Incluso se tuvo que sustituir uno de los faldones traseros. Aunque se usó un acabado de dos capas actual, a continuación se aplicaron técnicas de la época, como un lijado final con abrasivo de grano 8000 seguido de un pulido a máquina. Como curiosidad, tanto los brillos y como los paragolpes se limpiaron y pulieron, pero no se volvieron a cromar con el fin de conservar la pátina original.
Tras 18 meses de trabajo, el primer Bentley Serie T ya forma parte de los fondos de la Bentley Heritage Collection junto a los otros 45 coches de esta. Allí permanecerá expuesto en la exposición permanente en el campus de la marca en Crewe (Inglaterra), donde se guarda la memoria de los 105 años de historia de Bentley. Además, el chasis SBH1001 podrá volver a rodar cuando sea necesario, sin duda, una excelente noticia.