Si usted sigue con atención la actualidad relativa a los mejores concursos de elegancia quizás haya advertido la presencia de un vehículo tan atractivo como inesperado. Se trata de una especie de Bentley muy similar en sus líneas al Continental de 1952 aunque con un tamaño más escueto así como una carrocería a cielo abierto.
Sin duda toda una delicia en proporciones y elegancia. Tanto así que uno se pregunta cómo Bentley jamás llevó a producción dicho concepto al cual, de cara a la historia del automovilismo, se le ha pasado a llamar The Blizzard.
Así las cosas, lo primero a tener en cuenta es cómo este vehículo no es para nada una especie de joya perdida durante décadas en algún almacén hasta ser felizmente recuperada. Lejos de ello The Blizzard es un producto actual materializado por un pequeño taller británico dedicado a su producción con una tirada esperada de en torno a 15 unidades.
Sin embargo, lo más interesante de toda esta historia es que nuestro protagonista no es el fruto de algún tipo de suposición sobre cómo pudo haber sido una hipotética versión descapotable del Continental; se trata de algo anclado en la historia real de Bentley.
JAGUAR XK120, UN MODELO A SEGUIR
Tras la Segunda Guerra Mundial Jaguar buscó un sustituto a su SS100 descontinuado en 1939. Asimismo no quiso construir la casa por el tejado, poniendo por tanto el mayor énfasis en la presentación de un nuevo motor llamado a ser el cimiento sobre el cual habría de asentarse casi toda la evolución técnica de su gama durante las dos siguientes décadas.
Bajo este contexto el Salón de Londres de 1948 fue el escenario escogido para la presentación del nuevo bloque XK con seis cilindros en línea. Eso sí, como quiera que un motor -por excelente que sea- no parece lucir demasiado en las imágenes promocionales, la directiva presidida por William Lyons creyó conveniente envolverlo con una carrocería descapotable escueta, fluida y ligera.
De esta manera nació el diseño del futuro Jaguar XK120, el cual tendría tanto éxito en dicho salón -despertando los anhelos del público gracias a su aspecto elegante a la par que deportivo- como para animar a la producción en serie del concepto. Y sí, aquella fue una excelente idea pues no en vano desde 1948 hasta 1854 la casa británica vendió más de 12.000 unidades contando lo relativo a todas las series.
BENTLEY PIENSA EN LA POSIBILIDAD DE UN MODELO DE ACCESO
El éxito galopante del XK120 tuvo no pocos ecos en el mercado internacional. Es más, éste interpretó un claro éxito en los Estados Unidos, abriendo así la puerta a la gran cantidad de “roadster” con los cuales las marcas británicas despegaron en América durante los años cincuenta y sesenta; una excelente noticia para Triumph, MG y claro está la propia Jaguar.
Llegados a este punto, Ivan Evernden -diseñador y jefe de proyectos en Bentley- pensó en la conveniencia de contar con un modelo de acceso en su gama justo al estilo de lo interpretado por el lucrativo modelo de Jaguar.
Sin duda todo un revulsivo para aquella marca que, tras haber caído bajo el dominio de Rolls-Royce en 1931, luchaba por encontrar una personalidad propia en la cual dar de nuevo rienda suelta a su antigua deportividad.
Con todo ello esbozó un proyecto al que bautizó como The Blizzard, plasmando en sus primeros bocetos un descapotable biplaza tan estilizado como reconocible para la marca en base a su parrilla. Es más: resulta indudable cómo el estilo del futuro Continental partió de todo este trabajo.
THE BLIZZARD, DEL DESCARTE A LA RECREACIÓN ACTUAL
Aun indagando en fuentes relativas a la historia de Bentley los datos relativos a The Blizzard son realmente escasos. No obstante, en general todo apunta a que la dirección de la marca desechó la posibilidad de crear siquiera un prototipo debido a no ver claro el posible éxito de su apuesta frente al ya más que consolidado Jaguar.
De esta manera la prudencia venció sobre todo lo demás, dejando caer al olvido los bocetos de Ivan Evernden a fin de centrarse tanto en la producción de sus berlinas como en el desarrollo de un GT imponente, cómodo y eficaz: el Continental de 1952 publicitado como “el deportivo silencioso”.
No obstante, todo aquello pasó -felizmente- en el Reino Unido: sin duda el país europeo con una mayor cultura automovilística y -de largo- una mejor y más variada prensa especializada. Gracias a ello el “run run” de The Blizzard nunca cayó del todo en saco roto, renaciendo de unos años a esta parte con la labor de un pequeño taller artesanal íntegramente dedicado a su recreación.
Para ello utilizan una gran cantidad de elementos de época -el motor es un bloque R-Type de 4.9 litros mientras que la dirección y las suspensiones se toman de unidades MKVI/R donantes-, envolviendo el conjunto con una carrocería hecha a mano situada sobre un chasis de nueva factura aunque absolutamente fiel a los portados por los Bentley de los años cincuenta. En fin, algo tan especial como interesante a la hora de recuperar este episodio en la historia de la marca.
Imágenes: Unai Ona / The Blizzard