Antes de nada, debemos recordar cómo lo más sano y edificante es dejar a un lado cualquier soflama apocalíptica con regusto a política de la conspiración. Dicho esto, aún con todo sí resulta evidente cómo muchas de las nuevas regulaciones en materia de emisiones pueden afectar al futuro de los vehículos históricos. Un hecho en el cual el biocombustible para clásicos tiene mucho que decir.
Así las cosas, mientras el tiempo transcurre en negociaciones para definir los nuevos reglamentos la tecnología intenta dar respuestas prácticas. Una de ellas es la de los combustibles. Y es que, según la forma y manera en la que estos se fabriquen, los vehículos alimentados por los mismos pueden entrar en un rango u otro en relación a las emisiones.
Algo, sin duda, especialmente interesante si lo que se quiere es manejar un automóvil histórico a combustión en cualquier área o circunstancia.
BIOCOMBUSTIBLES VS COMBUSTIBLES SINTÉTICOS
Llegados a este punto, lo principal es entender la diferencia entre combustibles sintéticos y biocombustibles. En el primer caso, estos se realizan mediante complejos procesos termoquímicos que, aún redundando en un nivel de emisiones variables, incurren en unos cuantiosos gastos de producción.
Ejemplo de ello es lo realizado por Porsche en su planta de e-Fuel instalada al sur de Chile, donde los fuertes vientos proveen de la energía eléctrica necesaria para la electrolísis con la cual separar el hidrógeno del oxígeno; todo ello antes de mezclar el primero con C02 capturado de la atmósfera a fin de sintetizar gases para, tras pasar por un catalizador, convertir todo en eMetanol. A la sazón, la base del combustible no fósil creado por Porsche con la idea de sustituir a la gasolina tradicional.
Una tecnología especialmente prometedora aunque, al fin y al cabo, en estos momentos resulta una opción muy minoritaria circunscrita al ámbito de una única marca; la cual, dicho sea de paso, puede exigir a sus conductores esfuerzos económicos importantes dado su carácter premium.
EL CASO DE CEPSA CON LOS BIOCOMBUSTIBLES
Sin embargo, por otro lado están los ya mencionados biocombustibles. Los cuales, en el caso de CEPSA, se han desarrollado tanto que ya reciben en su nombre el complemento “avanzados”.
Creados a partir de desechos orgánicos -en este caso se utilizan bastantes aceites de cocina-, estos tienen “un papel clave en la descarbonización del transporte” según declaraciones de la propia empresa española fundada en 1929. Asimismo, tras unos diez años con experiencia en su producción anuncian el haber llegado a un un biocombustible capaz de reducir en hasta un 80% las emisiones durante todo su ciclo de uso.
En suma, una apuesta optimista por crear combustibles a partir de materias no fósiles y, además, bajo una visión propia de la economía circular gracias a su reutilizar recursos. Obviamente aún minoritaria pero, desde el pasado 2022, ya fabricada de forma masiva en las instalaciones de CEPSA en Palos de la Frontera. De hecho, de seguir con sus planes esta empresa prevé ser el líder en biocombustibles para el mercado ibérico llegando el año 2030.
Quien sabe, dada la escasa polución emitida por estos productos quizás este biocombustible sea la opción perfecta de cara a blindar nuestros clásicos ante cualquier normativa que pueda venir en materia de emisiones. Además, se hace en España reutilizando aceites de origen vegetal ya aprovechados en las cocinas. En fin, en tiempos de cambio no queda más que reinventarse y esto, al menos sobre el papel, parece contar con una gran audacia. ¿Qué les parece?