En efecto, hablamos del BMW M3 E30, todo un icono de la década de las hombreras. Es como el Ferrari Testarossa, pero en BMW; eso sí, en vez de ser el deportivo de los yupis es el bólido que hizo soñar a los fans de las carreras de turismos y de los rallyes de asfalto, todo un compacto dotado de las más excepcionales aptitudes deportivas.
Veamos. En 1983 Mercedes había lanzado su excepcional E 2.3 16V y marcaba la pauta en cuanto a turismos cañeros se refiere. Luego, entre otros, estaba el Ford Sierra RS Cosworth, un coupé turbo de gama media-baja muy pero que muy bien dotado que empezó a comercializarse en 1986. El objetivo de los fabricantes era homologar las máquinas para poder competir en los campeonatos de turismos de la época (Grupo A).
Eberhard Kuenheim, a la sazón CEO de BMW, se dio cuenta de que necesitaban una respuesta al desafío de la estrella, y para ello recurrió a la Serie 3 E30, un modelo que estaba teniendo unas fantásticas ventas tanto en Europa como en Estados Unidos. Partiendo del motor atmosférico S10 de cuatro cilindros en línea que hundía sus raíces en los años 60 y de la culata del BMW M1 -logicamente con dos cilindros menos- la potencia del 2,3 litros del M3 alcanzó los 192 CV. Para un peso de alrededor de 1.250 kilos no estaba nada mal.
Luego vinieron el resto de los ajustes: Un chasis más afinado, vías ligeramente ensanchadas con ruedas más gordas, frenos propios y una suspensión delantera más trabajada y similar a la de la Serie 5, entre otros. Asimismo, la mayor parte de las piezas de la carrocería eran específicas del modelo, especialmente las aletas y el característico alerón trasero.
0 a 100 en 6,2 segundos, 235 km/h de velocidad punta y una agilidad y precisión caracterizadas por su nobleza. Tales eran las cifras y virtudes de este automóvil de altas prestaciones de mediados de los años 80.
BMW M3 E30, UN ÉXITO A TODOS LOS NIVELES
El BMW M3 E30 fue presentado en el Salón de Frankfurt de 1985 e inició su comercialización en 1986. Hubo variantes coupé y cabrio -esta última escasa y muy buscada-, pero no tuvo versión berlina. Tan sólo se necesitaban 5.000 unidades para su homologación en competición pero, al final de la producción en 1992, resultó que se habían vendido casi 18.000.
Además el coche estuvo a la altura de las expectativas, arrasando en el campeonato europeo de turismos (WTCC) de 1987 -tal como lo hiciera su hermano mayor 3.0 CSL 15 años antes- y en diversas competiciones nacionales como el DTM alemán o sus homólogas italiana y británica, por poner sólo unos ejemplos. En los rallies se movía con soltura sobre asfalto, y buena prueba de ello fue su triunfo en el Tour de Córcega del mismo año, y también en las carreras de resistencia, como atestiguan sus multiples triunfos en las 24 Horas de Nürburgring .
Los avances en el deporte del automóvil hicieron necesario actualizar el M3 E30 en tres ocasiones. La primera evolución elevó la potencia en 5 CV, entre otras modificaciones, y corresponde a los alrededor de 500 ejemplares denominados oficialmente como Evo 1; esta es la variante que su afortunado propietario nos enseña en el vídeo y que, baste decir por el momento, no es fácil de distinguir a primera vista de un M3 convencional.
Más tarde se lanza el M3 E30 Evo 2 (500 ejemplares), algo más llamativo que su predecesor gracias a unas ruedas más grandes y a un alerón algo menos discreto. Finalmente, en 1991 se culminaba la radicalización del modelo con el Sport Evo, variante de la que se fabricaron 600 unidades y que constituye la cima de la cadena alimenticia con su 2,5 litros de 235 CV y una pinta realmente amenazadora.
Y bueno, luego estaban las ediciones especiales Europa, Ravaglia, Cecotto o Europameister, que conmemoraban éxitos deportivos y que están muy valoradas hoy en día.
En fin, que estamos hablado de un purasangre que bien merece el vídeo firmado por Alejandro Palomo y Kukfilms. ¡No olvidéis verlo en la cabecera!
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