Seguimos buscando en Benzin nuevas opciones altamente coleccionables. Algo muy bien representado por este BMW Z1 de 1990 con menos de 10.000 kilómetros y que, además, sólo ha tenido un único propietario: el campeón del DTM en 1984 Volker Strycek. Sin duda, una de las mejores razones de entre todas las presentadas por esta unidad, la cual muestra a la perfección la innovación inherente a uno de los modelos más llamativos en la historia moderna de BMW.
De hecho, son muy pocas las ocasiones en las que uno puede hacerse con un auténtico prototipo puesto sobre las calles. Y es que, más allá de sus líneas heterodoxas, el Z1 se ideó como un campo de pruebas para la división experimental BMW Technick fundada en 1985.
En fin, una historia con diversas aristas en la cual conviene entrar por partes. Así las cosas, le mejor será pensar brevemente en cuál era la situación de la casa germana a mediados de los ochenta; dominada por una euforia prestacional y tecnológica, ésta vivía un buen momento en cuestión de ventas gracias a sus sedanes con evidente toque deportivo.
Sin embargo, a la gama de una marca tan prestigiosa le faltaba algo. Algo no necesariamente muy rentable, tampoco excesivamente práctico y, sin duda, con pocos visos de llegar a una altísima escala de producción. En suma, un vehículo “halo”, al cual no comprender tanto desde la economía como desde la necesidad de crear imagen de marca a través del diseño y la innovación.
BMW Z1, UN LABOTARIO DE IDEAS
Más allá de sus éxitos con la división Motorsport, BMW quiso dar un especial énfasis a la innovación tecnológica fundando su departamento Technick. Asimismo, la filosofía del mismo no era tanto la creación de patentes sin más como la implementación de las mismas en proyectos con visos reales de llegar a serie.
Por eso mismo la génesis del BMW Z1 resulta tan interesante; dotada de múltiples novedades, ésta se llevó a cabo utilizando una gran cantidad de piezas provenientes del E30, lo cual no sólo facilitó su llegada a serie sino también su mantenimiento actual. Y por cierto, hablando de aquellas innovaciones no podemos pasar por alto lo que más y mejor define a este biplaza: sus suspensiones.
De hecho se llama Z1 debido a las mismas, ya que su diseño multibrazo -con dos transversales y otro longitudinal- responde a una abreviatura iniciada con la letra Z en respuesta al nombre completo de “eje esférico de doble horquilla guiado centralmente”. Asimismo, esta suspensión creada de nuevo cuño facilitaba un comportamiento altamente deportivo, con el centro de gravedad situado unos 10 centímetros por debajo del de las berlinas.
LA UNIDAD A LA VENTA EN BEZIN
Si a este base le añadimos un monocasco rígido y ligero junto a un motor de seis cilindros y 2.5 litros con hasta 170 CV tenemos como resultado el desempeño del BMW Z1; un automóvil pensado para disfrutar en las carreteras de montaña ofreciendo sensaciones a flor de piel. Todo ello rematado con una aerodinámica especialmente bien estudiada en sus bajos, favoreciendo así la creación de una carga aerodinámica adecuada en la trasera.
Dicho esto, no hace falta extenderse mucho más de cara a convencer a la afición al automovilismo deportivo sobre las virtudes de este modelo germano. Por eso mismo, la inclusión de un BMW Z1 en cualquier colección es capaz de revalorizar la calidad de la misma sin ningún problema; más aún cuando hablamos de una unidad como la disponible desde ayer mismo en Benzin.
Con tan sólo 9.339 kilómetros, un cuidado excelente en todos sus aspectos e incluso un primer propietario de excepción; es más, a Volker Strycek este BMW le fue regalado por la propia marca en reconocimiento a sus méritos deportivos. ¿Se puede pedir más?