Cuando uno observa por primera vez un BMW Z18 es imposible no quedarse pensando precisamente en qué es lo que acaba de ver. ¿Es un Z3 todoterreno? O, por el contrario, ¿se trata de un X5 biplaza y descapotable? Es muy probable que ni siquiera la marca bávara tuviera muy claro qué es lo que buscaba con este concept car y, quizá por eso, nunca llegó si quiera a plantearse su producción.
Detrás de la creación del Z18 estaba BMW Technik GmbH, el laboratorio de ideas de la marca desde mediados de los 80. Se dice que nuestro protagonista nació intentando ser una mezcla entre un roadster, un todoterreno y una moto de enduro… Aunque es probable que no consiguiese ser ninguna de ellas. Su desarrollo se inició a principios de la década, pero no apareció hasta 1995. También aquel mismo año debutaba el nuevo BMW Z3, del que toma la carrocería, convenientemente modificada.
De hecho, como puede verse en las imágenes que acompañan a este artículo, su altura al suelo es muy superior, pensada para mejorar sus capacidades fuera del asfalto. Para tal propósito incorpora una tracción total que anticipaba la del futuro BMW X5 que llegaría en 1999. Su mecánica de 4,4 litros y 350 CV de potencia también la heredaría más adelante el primer todocamino de la marca bávara.
EL BMW Z18 ¡ERA ANFIBIO!
Si hasta ahora todo lo referente al Z18 es cuanto menos chocante, sus creadores pretendieron además que fuese un vehículo anfibio. Por si la historia de los coches que podían navegar necesitase un fracaso más, aquí llegaba un nuevo integrante. Para garantizar su flotabilidad, la carrocería se fabricó en plástico y se montaba sobre una estructura de acero similar a la de un barco. Su peso se quedaba en 1.560 kilos, lo que debería favorecer la navegabilidad.
Además, se redujo el número de piezas en el salpicadero, se impermeabilizó el habitáculo y se colocaron alfombrillas de goma. De esta guisa, el BMW Z18 se supone que podía navegar por aguas poco profundas sin dificultad. ¿Sabéis qué? La marca distribuyó diversas fotos de su nueva creación entre la prensa, pero ninguna de ellas incluía escenas del coche sobre el agua. Es decir, probablemente jamás se acercara al líquido elemento.
De hecho, tampoco se le vio fuera del asfalto, aunque es de suponer ahí tendría menos problemas. Sin duda, con su buena altura al suelo y la tracción total, podría al menos defenderse, siempre y cuando cambiara de neumáticos. Y es que las gomas que equipaba tenían la huella de un felino, es decir, estaban pensadas sólo para exhibición.
PRÁCTICO, PERO POCO
El BMW Z18 escondía más curiosidades, pues la parte trasera de la carrocería se podía desmontar para hacerse pick-up o, si se quería, acoger a otro par de pasajeros. Algo es algo, aunque el maletero restante sería testimonial en esta configuración. Tampoco parece que nuestro protagonista estuviera pensado para largos recorridos, pues no se desarrolló una capota con la que proteger a los ocupantes. Definitivamente, tenía más de laboratorio de ideas que de propuesta seria.
En conclusión, quitando el tema anfibio, que no tiene mucho sentido, estamos ante un vehículo cargado de propuestas interesantes, que no terminó de concretar. El concepto de todocamino descapotable no era nuevo, pero sigue en boga. Además, rompía moldes con algunos de sus conceptos estéticos y como coche lúdico era una virguería. Quizá simplemente se adelantó a su tiempo.