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Cadillac Eldorado Brougham de 1959, opulencia refinada por Pininfarina

En el año 1959 se alcanzaron algunos de los diseños más barrocos y exagerados en Estados Unidos, coincidiendo con la gama Cadillac para ese año que contó con las aletas traseras más altas de un coche de producción, al que los italianos de Pininfanira retocaron para hacerlo más sutil y elegante.

Empezamos hablando de Cadillac, la marca de lujo de General Motors, que para 1948 presentó sus nuevos modelos que introducían una novedad estética que pronto plasmarían el resto de los fabricantes, las aletas traseras.

Los Cadillac de 1948 fueron los primeros coches con aletas traseras.

Esta seña de identidad en los Cadillac fue obra del legendario diseñador Harley Earl, que llevaba trabajando para GM desde los años 20. Inspirado en un principio en los aviones más modernos del momento, las aletas crecieron con el inicio de la carrera espacial, para ahora asemejarse a las vanguardistas naves espaciales. 

Pero 1959 supone un punto de inflexión en este lenguaje de diseño, pues para entonces prácticamente todos los fabricantes de Estados Unidos presentaban dos protuberantes aletas al final del coche y unos diseños que solo se pueden definir como futuristas y barrocos. Esta tendencia llegó también a Europa, con marcas como Sunbeam o Mercedes presentando unas colas más sutiles. 

Ese año coincidió con el último en el que Harley Earl fue el jefe de diseño de General Motors, para pasar el testigo a Bill Mitchell. Casi como un homenaje al hombre que había creado una iconografía para el automóvil de los años 50, presentan los ostentosos y opulentos Cadillac de 1959, que pasaron a la historia por ser el coche de producción con las aletas traseras más altas, que se elevaban a metro y medio sobre el suelo.

A partir de entonces la moda del diseño de la era espacial empezó a verse desfasada en el mundo del automóvil, por lo que a partir de 1960 todas las marcas empezaron a disimular sus aletas hasta hacerlas desaparecer por completo a mediados de la década en muchos casos. 

ELDORADO BROUGHAM, CADILLAC FABRICA EL COCHE MÁS CARO DEL MUNDO 

Antes de hablar del Eldorado Brougham de 1959, conviene hablar del modelo de 1957. El mismo año en el que Ford abandonó su experimento de automóvil de lujo superlativo, el coupé Continental Mark II, Cadillac introduce un nuevo coche que se convertiría en el nuevo coche más caro del mundo. 

El Cadillac Eldorado Brougham se presentaba muy por encima del supuesto tope de gama de la marca, el descapotable Eldorado Biarritz. El precio del Brougham era de 13.074 $, el equivalente a 142.849 $ en 2023, mientras que el Biarritz costaba 7.286 $, o 79.608 $ de 2023.

El Eldorado Brougham venía equipado de serie con todos los lujos imaginables en aquel momento, como una moderna suspensión neumática. Estéticamente llamaba la atención por su techo de acero inoxidable, las puertas traseras de apertura suicida, y por ser uno de los primeros coches americanos en incorporar doble óptica de faro frontal. 

Los coches se hacían completamente a mano, y en 1957 fabricaron 400 chasis y en 1958 otros 304, y contaron con una lista de clientes tan selectos como John Wayne o Frank Sinatra, entre muchos otros. 

1959, UN ELDORADO BROUGHAM ITALO-AMERICANO 

Coincidiendo con el año en el que la gama de Cadillac contaba con su mayor derroche estilístico, la marca de lujo recurre a Pininfarina como carrocero para su lujoso Eldorado Brougham. No era la primera vez que la marca trabajaba con una marca americana, pues a principios de la década habían producido los Nash-Healey, y durante los años 50 fabricaron también algunos coches para Cadillac que sirvieron más como ejercicios de diseño.

Prototipo del Cadillac Eldorado Brougham de 1959.

Pese a esta sorprendente decisión, que obligaba a enviar los chasis a Turín, el objetivo de General Motors era abaratar costes de producción para este exclusivo modelo. Esto se consiguió descartando el uso de un chasis específico, y se compartió con otro del catálogo de Cadillac. 

El acuerdo establecido entre el carrocero italiano y el fabricante decía que tenían que fabricar 100 coches por año. En 1959 se fabricaron 99 unidades y en 1960 se hicieron 101.

Los Cadillac en la planta de Pininfarina en Turín.

Estéticamente el coche era fácilmente reconocible por su perfil, con unas aletas mucho más sutiles que en el modelo original, el remplazamiento de los parabrisas panorámicos de GM por uno más tradicional, y la forma del techo siendo ahora mucho más cuadrada y adelantándose a la línea que muchos coches seguirían en los años 60.

Aunque el coche sigue guardando un gran parecido con otros Cadillac de 1959, su carrocería estaba hecha a mano, y los paneles no eran intercambiables con el resto de la gama. Como curiosidad los Eldorado Brougham de 1959 fueron los últimos modelos de la marca en llevar una figura en el capó, que como curiosidad se abría hacia delante. 

Los Cadillac de 1960 tenían un diseño más parecido a los Eldorado Brougham de 1959.

Este diseño tan refinado tuvo una gran influencia en Cadillac, con toda la gama de 1960 guardando un gran parecido con los Eldorado Brougham de 1959, y los coches de 1961 tenían unas aletas traseras muy similares.

Los lujosos y exclusivos Cadillac Eldorado Brougham cesaron su producción tras 200 unidades producidas en 1960. Una colaboración italo-americana que tuvo una gran influencia en el lenguaje de diseño de la marca, y que no sería la última vez que Cadillac y Pininfarina realizarían un coche de manera conjunta, con el Cadillac Allanté que debutó en 1987.

Fotografías: General Motors, Pininfarina

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Escrito por Javillac

Esto de los coches le viene a uno desde niño. Cuando otros críos preferían la bicicleta o el balón yo me quedaba con los cochecitos de juguete.
Recuerdo aún como si fuese ayer un día en el que nos adelantó un 1500 negro por la A2, o la primera vez que vi un Citroën DS aparcado en la calle, los paragolpes cromados siempre me han gustado.

En general me gustan las cosas anteriores a la época en la que yo nací (hay quien dice que estoy reencarnado), y en el top de esa lista están los coches, que junto a la música, hacen la combinación ideal para un rato perfecto: conducción y una banda sonora acorde al coche correspondiente.

En cuanto automóviles me gustan los clásicos de cualquier nacionalidad y época, pero como mi debilidad están los coches americanos de los 50, con sus exageradas formas y dimensiones, razón por la que mucha gente me conoce como "Javillac".

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