Desde 1908 la marca de coches de lujo estadounidense Cadillac adoptó el lema de “estándar del mundo”. El fabricante siempre estuvo a la cabeza de la vanguardia, con hitos tecnológicos como el primer coche con arranque eléctrico en 1912, o el primer coche con caja de cambios automática en 1940.
Tras el final de la II Guerra Mundial, Cadillac, al igual que otras marcas americanas, gozaba de una posición privilegiada con respecto al resto de fabricantes de coches de lujo del mundo, pues su infraestructura no se vio dañada durante el conflicto y pudieron seguir innovando en diseño y equipamiento.
Los coches americanos durante la década de los 50 eran cada vez más grandes y equipaban motores de mayor cilindrada, con un consumo sólo asumible para los tiempos en los que el galón de gasolina se pagaba a unos centavos. La industria del automóvil americana se vio obligada a realizar cambios a partir de 1958. Ese año se inició la primera recesión económica tras el fin de la II Guerra Mundial, y con ello algunos de los coches más económicos y de menor tamaño que venían de Europa tuvieron un incremento en sus ventas.
Como respuesta ante esta situación los principales fabricantes estadounidenses desarrollaron sus propios compactos asequibles que salieron al mercado entre 1959 y 1961. General Motors presentó una gama de coches de menor tamaño con los Chevrolet Corvair, Pontiac Tempest, Oldsmobile F-85 y el Buick Special.
Así pues, Cadillac quedaba fuera de la ecuación y seguirían siendo los gigantescos y lujosos reyes de la carretera. Pero con la llegada de la Crisis del petróleo en 1973, los coches europeos y japonenses le empezaron a ganar mucho terreno a los modelos estadounidenses. Los compradores americanos se planteaban coches como Mercedes, mucho más económicos a la larga que los Cadillac, que en su tope de gama montaban entonces un descomunal V8 de 8,2 litros.
CADILLAC SEVILLE, EL MISMO LUJO EN UN COCHE MÁS PEQUEÑO
Aunque un Mercedes W116 costaba más que muchos Cadillac, demostraron ser muy populares en Estados Unidos en la década de los 70. Con esto General Motors se dio cuenta, que a veces menos, es más, y se decidieron a fabricar un coche con todo el lujo de un Cadillac, pero en un tamaño más europeo, publicitando el modelo como “tamaño internacional”. Con esta estrategia buscaban atraer a una clientela más joven a una marca asociada a un público más conservador.
Quizá con los ojos puestos en Europa bautizaron al coche con el nombre de Cadillac Seville, en honor a la ciudad andaluza de Sevilla, un nombre que ya había sido utilizado por la marca en 1956 para las versiones coupé del Cadillac Eldorado.
El Seville se convertía, pese a su tamaño, en el coche más caro del catálogo de Cadillac en 1975, con un precio de 12.479 dólares, o unos 71.000 dólares a día de hoy, una cifra que solo era superada por las limusinas de la marca.
El motor también era de menor cilindrada, se trataba de un bloque de origen Oldsmobile de 5,7 litros y 180 CV que permitía unos consumos más razonables. A partir de 1978 se ofertó una variante diésel de este motor que dio unos resultados nefastos y por poco consigue que este tipo de mecánicas desapareciesen por completo del país.
Todo esto convirtió al Seville en un sorprendente éxito de ventas y más si se tiene en cuenta el alto precio. De la primera generación del modelo, fabricada entre 1975 y 1979, se vendieron un total de 215.659 unidades, una gran popularidad para un exclusivo vehículo de lujo. El nombre se mantuvo en producción hasta 2004 a lo largo de cinco generaciones.
La fórmula funcionó y otros fabricantes americanos la copiaron, como Lincoln con su modelo Versailles y Chrysler con los LeBaron y Fifht Avenue. Y la propia Cadillac redujo el tamaño de algunos de sus modelos más icónicos como el Eldorado en 1979 y el DeVille, que ya se acortó en 1977, menguó sus dimensiones aún más en 1985.
Con ese afán por tratar de atraer a la juventud a la marca en 1986 aparecen el Cadillac Touring Sedán y Touring Coupé, basados en el modelo DeVille y que eran poco más que un kit estético que añadía elementos como el alerón trasero.
CADILLAC CIMARRON, UN MERECIDO FRACASO
Si el Cadillac Seville sirvió para hacer frente a las ventas de lujosas berlinas de representación europeas como los Mercedes W116, Cadillac ahora buscaba una berlina compacta que pudiese competir con coches como la popular Serie 3 de BMW.
La respuesta fue el Cadillac Cimarron, presentado en 1982 y siendo uno de los coches más peculiares de la historia de la marca. Fue el primer Cadillac desde 1914 en montar un motor de cuatro cilindros en línea y el primero en montar una mecánica de menos de 2 litros de cilindrada desde 1908. Aparte de los cuatro en línea de 1,8 y 2 litros, también hubo disponible un V6 de 2,8 litros.
Curiosamente el coche salía de serie con una caja de cambios manual de cuatro velocidades, quizá para hacerlo parecer más europeo en su conducción. También hubo disponible una opción de montar una caja automática de tres velocidades, pero resulta llamativo porque desde 1953 todos los Cadillac habían sido automáticos.
El coche contaba con un nivel de equipamiento muy completo, pero fue un fracaso que no logró cautivar al público. La principal razón de este fiasco, aparte del precio superior también a los 12.000 dólares, era que el Cimarron era poco más que un Chevrolet Cavalier bien vestido, uno de los coches más básicos de la gama de GM y que compartía parte de su ADN con los Opel Ascona.
La producción de este modelo cesó en 1988 y se vendieron 132.499 unidades, una cifra sorprendente para el que es considerado el peor Cadillac de la historia.
CADILLAC ALLANTÉ, TIRAR LA CASA POR LA VENTANA
A la marca ya solo le faltaba entonces intentar competir con los descapotables europeos como los Mercedes SL y los Jaguar XJS que se vendían muy bien entre la clase alta estadounidense. Cadillac había sido conocida durante años por sus descapotables, pero si querían competir con los grandes nombres de Europa tendrían que probar una fórmula nueva.
El nuevo coche, que recibió el nombre de Allanté, sería fruto de la colaboración entre Cadillac y Pininfarina, algo que ya había ocurrido en el pasado con los Eldorado Brougham de 1959, y que dio un resultado bastante bueno con otra marca americana con los Nash-Healey en los años 50.
El biplaza se caracterizó por tener la línea de producción más larga del mundo, pues las carrocerías eran fabricadas en Turín y posteriormente eran enviadas a Estados Unidos en Boeing 747 expresamente modificados para transportar estos coches, y su montaje se completaba en Detroit.
Esto hacía que el precio del descapotable en su año de debut de 1987 fuese de 54.700 dólares, unos 141.000 dólares de 2023, con un teléfono como único extra disponible, pues el coche venía muy bien equipado.
El coche de tracción delantera se ofreció siempre con mecánicas V8, primero de 4,1 litros, entre 1989 y 1992 pasó a ser de 4,5 litros, y en 1993, su último año de producción, montó el motor Northstar de 4,6 litros.
Tanto la prensa del motor como el público prefirió otros descapotables al prohibitivo Cadillac, que no terminaron dando el resultado esperado. En el verano de 1993 cesa la producción del Allanté, con 21.430 unidades fabricadas, aunque Pininfarina asegura haber fabricado 21.395 carrocerías.
Fotografías de General Motors, Pininfarina.