A lo largo de una semana, la Sección Biscuter del Clàssic Motor Club del Bages organizó su particular Camino de Santiago. En él, doce unidades del popular microcoche emprendían una ruta deliciosa con sus dueños a bordo, que ha dejado en todos ellos una huella imborrable.
Parecía una locura. Doce ligeros Biscuter, reunidos en Roncesvalles para salir rumbo a Santiago de Compostela. En total, 870 km a recorrer, evitando las autovías y visitando lugares atractivos.
Sin embargo, todo estaba bien preparado. El rutómetro que discurría por carreteras de poco tráfico, los doce Biscuter puestos a punto y unos tramos que permitían avanzar sin riesgo, al paso razonable que pide el modelo.
Entre los participantes, mayoría de catalanes, pero también biscutistas de Andalucía, Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, La Rioja, Madrid y País Vasco.
Y ya con los restaurantes y hoteles supervisados y reservados de antemano, para evitar los contratiempos de última hora.
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Bendición de salida
Con todos los Biscuter reunidos en Roncesvalles, el párroco les dio la bendición antes de iniciar la marcha. En esa primera jornada visitaron el Monasterio de Santa María de Eunate y pararon a comer en Puente la Reina.
Tras reagruparse en Viana -última localidad navarra- en la entrada a la capital riojana les guió la Policía Municipal de Logroño hasta una céntrica explanada.
Muy cerca estaba la concatedral de Santa María de la Redonda, que tuvieron ocasión de conocer. Mientras tanto, el público de todas las edades se fotografiaba junto a los Biscuter en aquella tarde dominical.
En cualquier caso, a la gente no le extrañaba esta aventura, pues en Logroño están acostumbrados a ver pasar peregrinos que hacen el recorrido a pie, en bicicleta y hasta en burro. Visto de esta manera, viajar en Biscuter es todo un privilegio.
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Rumbo a Burgos
Tras pernoctar en el hotel San Camilo, en Navarrete, cerca de Nájera se detuvieron a visitar las bodegas Señorío de Villarrica.
Allí, su dueño les enseñó las instalaciones y les ofreció un vino de cortesía, acompañado de un picoteo para minimizar los efectos del alcohol a la hora de ponerse de nuevo al volante.
A su término, la caravana biscutera marchó hacia Castilla y se detuvo a almorzar en las cercanías de Burgos.
Una vez terminada la comida, tres miembros del Club Burgalés de Vehículos Históricos les encaminaron hasta el Museo de la Evolución Humana. Después se acercaron a la Catedral y pasearon durante la tarde por la zona antigua de la ciudad.
Y esa misma noche tocó faena, ya que a un Biscuter se le rompió una rótula de la dirección y otro gripó una biela. Ambas averías se repararon gracias a la generosa ayuda del concesionario Volvo Trucks.
En tierras palentinas
Tras tomar la N-120 a la salida de Burgos, los biscutistas continuaron hasta Frómista, ya en Palencia. Allí visitaron la exposición Vestigia, situada junto al Monasterio de Santa María del Castillo.
A continuación, partieron hacia Carrión de los Condes, localidad en la que comieron y se adentraron en el Monasterio de San Zoilo e incluso su claustro.
Hasta entonces, los Biscuter respondían a la perfección, con su crucero fiable de 60 km/h y las subidas de los puertos en segunda, sin acelerar demasiado para no ahogar el motor.
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