Miguel Sánchez
Tal y como dijera Mario Laguna en su reportaje sobre el concurso de elegancia de Chantilly, ésta es una cita donde poderse dar un auténtico “atracón de clásicos”. No en vano estos aparecen expuestos en lotes aquí y allá como una sucesión de referencias a los aspectos más variados de la historia automovilística.
Y es que desde los más señeros modelos de preguerra -con detalles tan curiosos como los neumáticos sin aire- hasta los Sport Prototipo relativos al Mundial de Marcas todos y cada uno de los participantes en Chantilly cuentan con historias únicas e impactantes de cara a seducir la mirada de cualquier aficionado.
Asimismo la organización del evento no se cierra en banda en torno a los clásicos, destacando también la aparición de diversos ejercicios de diseño absolutamente actuales. En fin, una celebración del estilo y la elegancia -para la acción ya hay citas como el Goodwood Revival– donde poner la retina en todo tipo de diseños creados tanto sobre bases exclusivas como populares.
Algo que, a la postre, ha ejemplificado muy bien la que posiblemente haya sido la nota española más notoria en el Chantilly 2024: el Dyane 6 carrozado por Pedro Serra en 1970 -con un descarado parecido al Maserati Mistral– bajo la idea de poder llevarlo a los concesionarios a modo de pequeña serie. Una unidad que, por cierto, se subastó en Francia a finales del pasado año.
CHANTILLY 2024, EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO
En Chantilly 2024 la concentración de piezas únicas ha sido de tal calibre que cuesta poner el foco sobre algo en concreto. No obstante la presencia oficial de FCA Heritage a través de un espacio donde representar el legado de Alfa Romeo o Lancia dio la nota italiana al evento con una espectacular presencia de la saga Tipo 33.
Además pudimos contemplar una cantidad notable de personalizaciones y variantes realizadas sobre la base del Lancia Aurelia a firma de Vignale sin olvidar otras piezas únicas en la historia de la marca como el prototipo Marica; creado a espaldas de la dirección de la marca -de aquellas agonizante, justo antes de ser absorbida por Fiat- gracias al impulso de Alejandro De Tomaso.
A la sazón principal accionista de Ghia en aquellos momentos, ideando así la aparición de este ejercicio de estilo a modo de campaña publicitaria con el objetivo de seducir a General Motors a fin de comprar Lancia y ponerlo a él como director de la misma.
En suma, una rocambolesca historia empresarial -como toda la vida laboral del argentino- capaz de realzar aún más las ya de por sí atractivas líneas de este 2+2.
NO ES ANTIGUO TODO LO QUE PARECE
Al hilo de los prototipos relacionados con Lancia destacó la aparición en movimiento de uno de los ejemplares de la saga experimental Florida; uno de los ejercicios de diseño más influyentes de todos los tiempos, precursor de la “Línea Florida” en Pininfarina y su posterior aplicación a modelos tan distintos como el Fiat 1800, el Peugeot 404 o incluso el Ferrari 250 GT/E.
No obstante, sin duda uno de los vehículos más llamativos fue el Bentley Blizzard. Un modelo que, efectivamente, no existió como tal en el catálogo de la casa británica. Eso sí, justo antes de llegar al mercado el Continental GT ésta planteó la posibilidad de producir un roadster propio capaz de competir contra el Jaguar XK120.
Una especie de Bentley “de acceso” más escueto en tamaño y precio que, finalmente, jamás pasó de las mesas de diseño a las cadenas de producción. No obstante de hace algo más de una década a esta parte existe una pequeña empresa que, utilizando una gran cantidad de componentes Bentley de época, es capaz de recrear el concepto y ponerlo sobre el asfalto. Toda una delicia a la cual dedicaremos un artículo en breve.
Imágenes: Unai Ona
