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Un cielo abierto para América, Alfa Romeo Alfetta Spider Pininfarina

A mediados de los sesenta las regulaciones en materia de seguridad se volvieron más estrictas en los Estados Unidos. Debido a ello, Pinifarina ideó un modelo targa sobre la base de un Alfa Romeo Alfetta.

Aunque pudiera parecer lo contrario, lo cierto es que la administración federal estadounidense cuenta con un historial más regulacionista de lo que pudiera parecer. De esta manera, sus expertos empezaron a preocuparse antes que sus colegas europeos por aspectos como la polución o la seguridad. En este sentido, ya a mediados de los años sesenta se iniciaron movimientos taxativos con la intención de marcar límites a los fabricantes.

Una operación legislativa sin precedentes en la que se vieron envueltas las marcas europeas. Acostumbradas a una mayor liberalidad en lo referente a emisiones, éstas diseñaban sus modelos deportivos teniendo más en cuenta lo que entraba en sus motores que lo expulsado por los mismos.

Además, la llegada de la Crisis del Petróleo en 1973 agudizó aún más el impulso por la eficiencia. De hecho, hasta la propia Alfa Romeo gastó no pocos recursos en un sistema de inyección electrónica a fin de sustituir la carburación.

Todo ello, especialmente, bajo el afán de entrar con fuerza en el mercado estadounidense. Es más, intentado adecuarse a la legislación federal en materia de emisiones presentó el Alfetta America 2.0. Uno de los primeros Alfa Romeo con inyección directa -finalmente firmada por Bosch- y, a la sazón, máximo representante de la estrategia de ventas emprendida por la marca italiana al otro lado del Atlántico.

Ahora, si por algo era conocida Alfa Romeo en los Estados Unidos fue por la elegante deportividad de sus modelos a cielo abierto. Un hecho especialmente mediático tras el estreno en 1967 de El Graduado. Cinta en la que Dustin Hoffman mostraba los encantos del Spider ante un público receptivo a los descapotables europeos desde el éxito de los roadster británicos durante la década anterior.

No obstante, existía un serio problema para la popularización de este tipo de modelos a comienzos de los años setenta. Y es que, tras sus regulaciones en materia de contaminación, la administración estadounidense se había puesto manos a la obra con todo lo relativo a la seguridad. Y sí, no era para menos. Al fin y al cabo, el número de muertos en carretera resultaba tan escandaloso como la falta de escrúpulos mostrada por ciertas empresas automovilísticas.

Llegados a este punto, incluso los deportivos descapotables -un tipo de vehículo extremadamente específico en lo relativo a su nicho de mercado- se vieron bajo el foco de la polémica. Debido a ello, la inclusión de arcos se vio como una buena solución de cara a mejorar la seguridad en caso de vuelco. Eso sí, aquello planteaba retos de estilo bastante problemáticos puesto que integrar dichos elementos en el aspecto general del vehículo no resultaba sencillo. ¿Cuál sería la solución?

ALFETTA SPIDER, LA RESPUESTA DE PININFARINA

Si hay una marca europea a la que no se pueda entender sin su éxito en los Estados Unidos ésa es Porsche. No en vano, desde finales de los años cincuenta ésta destina la mayor parte de su producción a aquel país, consciente de ser muy bien recibida presente el producto que presente. Debido a ello, cuando la administración estadounidense endureció las normativa para los descapotables Porsche reaccionó de inmediato. Todo ello a fin de no perder espacio en su principal mercado.

Gracias a ello, en 1965 estrenó su primera versión Targa en la gama del 911. Llamada así en honor a los éxitos logrados en la Targa-Florio, aquella carrocería se movía a medio camino entre un coupé y un cielo abierto gracias al inmenso arco de seguridad colocado justo detrás de los asientos. A partir de aquí, mientras unos aficionados eran receptivos y otros no tanto, el departamento contable de la marca veía con satisfacción la forma en la que los ingenieros habían resuelto el escollo de las normativas. Y es que, sí. La versión Targa fue todo un éxito desde sus inicios.

Así las cosas, cuando Alfa Romeo planteó a Pininfarina el estudio de un descapotable sobre la base del Alfetta aquellos ecos de Porsche resonaron en Turín. Además, al Alfetta se le estaba colocando al frente de la gama americana del fabricante italiano. En suma, hacerlo descapotable era la base perfecta para un vehículo que, aún no vendiéndose especialmente bien, sí actuase como gancho publicitario de Alfa Romeo en los Estados Unidos.

Bajo estas coordenadas, Pininfarina se sintió libre para hacer un diseño al gusto americano en el Alfetta Spider de 1972. De hecho, esto puede verse en múltiples detalles. Para empezar, los volúmenes del coche son estilizados pero también musculosos. Además, en lo referente a las normativas de seguridad no sólo vemos un planteamiento descapotable partiendo del concepto Targa. También es fácil comprobar un guiño a los Estados Unidos gracias a los paragolpes. Inteligentemente integrados en la forma general de la trasera y la delantera aunque, al mismo tiempo, destacados en negro.

Con todo ello, Alfa Romeo parecía querer presentar una respuesta comercial al Volkswagen/Porsche 914. Sin embargo, finalmente el proyecto del Alfetta Spider fue desestimado. Más centrada en crear nuevas generaciones de su Spider de 1966 que en presentar una variante a cielo abierto del popular Alfetta. Eso sí, en 1975 Pininfarina lanzó bajo las mismas coordenadas un estudio de diseño sin afán de llegar a serie. Su nombre fue Eagle y su base un Alfetta GT pero, visto lo visto, en Alfa Romeo ya habían desechado totalmente cualquier posibilidad de contar con un Targa en su gama.

Fotografías: Centro Storico Alfa Romeo

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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