Llegan malas noticias desde Estados Unidos, pues se acaba de confirmar que el Mullin Automotive Museum cerrará sus puertas este próximo mes de febrero. No podemos hablar de que sea una sorpresa, pues, después de la muerte de su fundador en septiembre a los 82 años de edad, era una posibilidad real. Peter Mullin dedicó su vida a los negocios, con los que financió su pasión por los coches clásicos. De esta forma, reunió una de las mayores colecciones de vehículos franceses de los años 20 y 30, de largo sus preferidos.
El coleccionista estadounidense fue conformando una magnífica muestra de varias decenas de automóviles, por lo que la idea de hacer un museo llegó de manera natural. Aprovechando el edificio donde el editor Otis Chandler guardaba su colección de coches y motos, en el año 2010 se inauguraba el Mullin Automotive Museum. Una institución que sólo rivalizaba en nivel con la Colección Schlumpf en Molsheim, (Francia).
El edificio ocupa una superficie de 4.300 metros cuadrados y fue reformado por completo, pasando a evocar a los salones del Grand Palais en París. Hasta ahora, se exhibían más de 70 vehículos, incluyendo cuatro modelos firmados por Hispano-Suiza: un Tipo 45CR “Alfonso XIII” de 1911, un H6B “Skiff Torpedo” de 1922, un J12 Cabriolet de 1935 y el fantástico H6B Dubonnet Xenia de 1938. Cuenta también con un Bugatti Tipo 64 del que sólo se fabricó el chasis. Mullin encargó una carrocería en 2003 sobre los planos originales y con las especificaciones de la época.
EMPIEZAN A SALIR PIEZAS
Antes del cierre definitivo del Mullin Automotive Museum, ya se han empezado a donar algunos de los automóviles que conformaban la colección, una de las más importantes en lo que Bugatti se refiere del mundo. De esta forma, el Petersen Automotive Museum ha recibido cuatro piezas de primerísimo nivel, empezando por el citado Hispano-Suiza H6B Dubonnet Xenia de 1938. Le acompañarán un Talbot-Lago T150 CS “Teardrop” de 1937 y dos Delahaye: un 145 de 1938 y un 165 de 1939. Aún se desconoce qué ocurrirá con el Voisin C 25 Aerodyne de 1935 con el que Mullin ganó el Best of Show en el año 2011 en el Concurso de elegancia de Pebble Beach.
Es una auténtica pena que se desmantele un museo de tanta categoría, pero, si se donan algunos de los automóviles, al menos estos podrán ser disfrutados en otras instituciones. Se continuará así el legado de la colección de Peter Mullin, cuya razón de ser fue enseñar a los visitantes cómo eran el diseño y el estilo de los coches de inicios del siglo XX.
Antes de su cierre definitivo el próximo 10 de febrero, aún será posible visitar el Mullin Automotive Museum. Eso sí, hay que tener en cuenta que únicamente abre los viernes y los sábados y que hay que reservar con antelación.
Fotografías de Unai Ona.