Alvaro Romagosa
La fiebre por el Citroën 2CV ha llegado hasta límites insospechados desde que fuera presentado en la década de 1940. Desde entonces, millones de unidades han sido producidas popularizándose como el vehículo de las clases medias francesas del siglo pasado.
Gracias a ello, hemos podido ver como el 2CV ha ido evolucionando su formato, adaptándose a las exigencias del mercado en su longeva vida comercial. Podíamos vaticinar, en su momento, la aparición de la furgoneta comercial Citroën 2CV o el 3CV, muy parecido tanto en físico como en aptitudes a su hermano mayor…
Pero lo que difícilmente podíamos esperar es el invento que el artesano italiano Luca Agnelli nos presenta hoy: El bautizado como el 2CV París, resultado de la combinación del chasis de una scooter Doniselli de 1929 con el frontal de un 2CV de principios de los 80. Esta oda a la extravagancia incluye, cómo no, un kit para ir preparado para un picnic inminente en lugar de un motor funcional bajo su capó.
Eso sí, este original triciclo dispone de faros en perfecto estado para su uso, adaptados para mejorar la visibilidad y un sistema eléctrico de asistencia para pedalear con mayor facilidad, todo listo para un buen paseo primaveral.
