Al pensar en la tracción total la referencia mayoritaria suele ser Alemania con el sistema Quattro de Audi. Sin embargo, lo cierto es que para contar su historia hemos de recurrir necesariamente a Francia. De hecho, posiblemente sea en este país donde se concentraron más factores para comprender su aparición. En primer lugar geográficos. Ya que aunque Francia es un país con una densa red urbana en realidad cuenta con millones de pequeños agricultores dedicados al cultivo de sus minifundios. Y en segundo lugar políticos, debido a la presencia colonial en territorios de difícil acceso como Argelia.
Lugar que condicionó el nacimiento del 2CV Sahara con un motor en cada eje, pero también el del camión Berliet T100 con tracción a sus seis ruedas. Un interés por la tracción total que alumbró la aparición de empresas dedicadas a la transformación motriz como Dangel o Sinpar. Especializadas en modelos Peugeot y Renault respectivamente. Empresas que llamaron la atención de los grandes fabricantes, quienes vieron la posibilidad de llegar a nuevos nichos de mercado ofreciendo versiones 4×4 de sus modelos turismo. Para ello Renault adquirió Sinpar en 1980. Después de que ésta firmase modelos tan eficaces como el R12 Break 4×4 ganador del Rallye Côte-Côte.
No obstante, en el caso de Citroën decidieron emprender por libre. Así presentó a finales de los setenta una versión 4×4 del Mehari destinada a clientes industriales pero también ofrecida al público general. Una idea que, contra lo esperado, apenas tuvo eco comercial. Revés que no supuso problema para que en 1988 el Grupo PSA presentase dos berlinas equipadas con tracción a las cuatro ruedas. La Peugeot 405 4×4 y la Citroën BX 4×4. Hoy en día algo desconocidas pero que, en el caso de la producida por Citroën, llegó a contar con hasta el 5% de las ventas del modelo en Francia.
CITROËN BX 4X4. AMPLIANDO LA OFERTA DE UN ÉXITO EN VENTAS
Fabricado durante once años desde 1982, el Citroën BX fue uno de los mayores éxitos en la historia de Citroën. Pensado para sustituir al GS, esta berlina cuenta con la robustez y practicidad necesarias en todo modelo masivo. Pero con un diseño de Marcello Gandini que junto a las suspensiones hidroneumáticas marca los puntos de atrevimiento y diferenciación tecnológica tan definitorios de Citroën. Además, se ofrecía en un amplio abanico de versiones donde se llegaron a sumar hasta ocho motorizaciones. Una panoplia de variantes en la que encontramos ejemplares tan especiales como el BX 4TC, necesario para la homologación en el Grupo B.
Un modelo que, a pesar de no haber sumado éxitos en la competición, sigue siendo mucho más famoso que el Citroën BX 4×4. La versión presentada en el Salón de París de 1988, ofrecida a comienzos de 1989 tanto en carrocería fastback como ranchera. Un modelo pensado para el público agrícola que, a pesar de la exigencia de su día a día, ya no se conformaba con los más que austeros 2CV y R4. No obstante, el nivel de equipamiento de estos Citroën BX 4×4 fue el más sencillo de toda la gama. Centrando los esfuerzos en las cualidades motrices. Algo que se trabajó incluso en cuestiones de espacio, ya que a pesar del tamaño de la caja de transferencia el habitáculo es igual que en los modelos con tracción delantera.
Definido como un tracción total permanente, el Citroën BX 4×4 cuenta con diferenciales que en el caso del eje trasero es de deslizamiento limitado. Todos ellos encargados de transmitir de forma homogénea la fuerza generada por un motor de cuatro cilindros en línea y 1905cc capaz de entregar 107CV en la versión gasolina. Respecto a la caja de cambios, ésta se modificó para incorporar una primera muy corta a la manera de los todoterrenos adaptados a cuestas y pistas de barro. Marcha que va seguida de otras cuatro con relaciones mucho más largas. Todo ello sustentado sobre las sempiternas suspensiones hidroneumáticas. Regladas aquí para contar con una mayor elevación y dureza.
LA EVOLUCIÓN DEPORTIVA DE LA TRACCIÓN TOTAL
Aunque el Citroën BX 4×4 no parecía un coche con veleidades deportivas, los directivos de la marca pensaron que con un punto extra podría llegar a serlo. Algo que llevaron a la práctica motivados por querer competir en el segmento de berlinas con tracción total. Así las cosas, en 1989 se lanzó el Citroën BX 4×4 GTI basándose en la misma mecánica de 1’9 litros montada en el 4×4 normal pero potenciándola hasta los 125CV. De hecho la misma que montaba el BX GTI con tracción delantera, el cual contó con la ventaja de un menor peso debido a no llevar toda la mecánica necesaria para obrar la tracción total.
No obstante, el Citroën BX 4×4 GTI contaba con el favor de un excelente agarre. Característica que hacía muy agradable y sencilla su conducción aunque se le forzase en las curvas, donde seguía ofreciendo altas dosis de comodidad a sus pasajeros. Encantos que, junto a su aspecto deportivo, no fueron suficientes para imponerse en el sector de las berlinas con tracción total. Y es que, debido al auge de los familiares deportivos a finales de los ochenta y comienzos de los noventa, competidores como el R21 Turbo Quadra llegaron hasta los 175CV.
Una cifra sustancialmente diferente a la del Citroën BX 4×4 GTI. El cual quedó en el catálogo de la marca hasta que en 1993 fue retirado cuando el Xantia sustituyó a toda la gama BX. Desgraciadamente, el Xantia no contó nunca con una versión 4×4 para calle ofrecida por la propia marca. Y subrayamos lo de “para calle” ya que la propia Citroën fabricó un Xantia 4×4 para pruebas de rallycross que partió con 550CV. ¡Extraídos del mismo bloque motor de 1’9 litros montado en el BX 4×4! Una máquina espectacular que, sin duda, se puede considerar tributaria del camino abierto por el Citroën BX 4×4 de 1989.
Fotografías: Citroën Origins