FOTOS CIZETA V16: CURATED
Echando la vista atrás hay dos décadas de espíritu muy similar durante el siglo XX. Hablamos de los 20 y los 80. Caracterizadas por burbujeantes bonanzas económicas, ambas acabaron de forma abrupta a golpe de quiebras bursátiles. Mientras la de los 20 lo hizo el 24 de octubre de 1929 con el Crack en Wall Street, la de los 80 se despidió el 19 de octubre de 1987 con aquel Lunes Negro en la Bolsa de Tokio. Dos bofetadas financieras responsables de poner fin a años repletos de excentricidades y megalomanías. Muchas de ellas en el mundo del automóvil.
Y es que, mientras en los locos años 20 elegantes marcas como Duesenberg no tenían problemas en vender sus fastuosos coches, durante los 80 se produjo la época dorada de los superdeportivos. Ferrari con el Testarossa, Lamborghini con el Countach, Bugatti renaciendo con el proyecto EB110… Todo ello amparado en las chequeras de ambiciosos nuevos ricos bronceados bajo el sol de Palm Beach. Una euforia algo hortera que en el mundo del automóvil llevó al desarrollo incluso de motores con 16 cilindros, igual que 60 años atrás. No obstante, todo aquello quedó en un “mucho ruido y pocas nueces”.
En 1988 BMW clausuraba el proyecto Goldfish con su V16 instalado en la trasera de un Serie7. Una señal de moderación que no escucharon en las instalaciones modenesas de Cizeta, donde el mecánico y antiguo distribuidor de Ferrari Claudio Zampolli pergeñaba sus ideas bajo el auspicio financiero de Giorgio Moroder; adelantado icono de la música electrónica repleta de sintetizadores y cajas de ritmos. Y así, con estas credenciales tan definitorias de los excesivos años 80, se inició en 1988 el desarrollo del Cizeta-Moroder V16T.
CIZETA-MORODER V16T. LA VENGANZA DE MARCELLO GANDINI
Nada más ver las líneas del Cizeta todos decimos lo mismo: ¡cómo se parece a un Lamborghini Diablo! Sin embargo, más bien deberíamos decirlo justo al revés. Nos explicamos. A mediados de los 80 Lamborghini ya se encontraba en pleno desarrollo de un sustituto para el Countach. Así las cosas, lógicamente por Sant’Agata Bolognese se dejó caer Marcello Gandini, a la sazón diseñador del Miura y el propio Countach. Sin embargo, cuando en 1987 los millonarios hermanos suizos Minram vendieron Lamborghini a Chrysler… Todo cambió.
Necesitados de pisar sobre seguro para maximizar las ganancias de la marca, los americanos rechazaron el diseño de Marcello Gandini al considerarlo demasiado llamativo. Una decisión controvertida, ya que el propio diseño del Lamborghini Diablo concebido en el Chrysler Styling Center de Detroit guarda una evidente relación con la idea original.
Quizás por ello, en un acto de despecho, el italiano recurrió a su amigo Claudio Zampolli para sacar adelante su diseño en solitario. Un buen contacto, ya que Zampolli deseaba fabricar sus propios automóviles tras la experiencia acumulada trabajando para Lamborghini y Ferrari.
Así las cosas, con la labor técnica en plena marcha, sólo quedaba la cuestión financiera para crear al Cizeta. Momento en el que entra por la puerta el músico Giorgio Moroder. Responsable de bandas sonoras como las de Midnight Express o Scarface, este icono de los sintetizadores también revolucionó la música disco con la aplicación de la electrónica a los sonidos discotequeros.
Obviamente, semejante personaje no conducía un moderado utilitario. De hecho, manejaba un Lamborghini Countach; el cual llevaba periódicamente a reparar en el taller de Zampolli. Ocasiones que éste aprovechó para convencer a Moroder sobre lo lucrativo que podía ser montar una fábrica de superdeportivos artesanales cerca de Módena. En fin, eran las locas finanzas de los ochenta. Sólo así se explica el nacimiento de Cizeta.
CIZETA. UN SUPERDEPORTIVO CON 16 CILINDROS EN POSICIÓN CENTRAL
Echando una memoria rápida, creemos que hoy en día sólo hay un superdeportivo con 16 cilindros. Hablamos del excesivo y poco racional Bugatti Veyron, el cual rinde unos 1200CV gracias a su W16 basado en dos bloques de ocho cilindros. Sin embargo, en el caso del Cizeta estamos hablando de 1988. Un atrevimiento basado en el motor transversal de 6 litros, 64 válvulas y 540CV diseñado bajo la coordinación de Oliviero Pedrazzi, antiguo ingeniero en Lamborghini posteriormente involucrado en el proyecto del Bugatti EB110.
Para la arquitectura del Cizeta se planteó un chasis tubular montado sobre suspensiones de doble horquilla inspiradas en las de competición. Todo ello vestido con una ligera carrocería de aluminio que, sin embargo, no impide ver subir la báscula hasta los más de 1700 kilos. Algo que no es rémora para lograr unas prestaciones con una máxima de 340 kms/h y un 0 a 100 fijado en 4’5 segundos. Datos interesantes, pero que puestos en contexto no fueron argumentos de peso para sacar adelante al Cizeta.
CIZETA RUMBO AL CAOS. DEL EXCESO A LA QUIEBRA
En primer lugar, un Cizeta V16 costaba más o menos el doble que un Lamborghini Diablo; su más directo y obvio competidor. En segundo lugar, nuestro protagonista adolecía de multitud de problemas de fiabilidad, algo a tener en cuenta ya que no son muchos los mecánicos con experiencia en motores V16. En tercer lugar, la fabricación artesanal del Cizeta retrasaba enormemente los plazos de entrega; algo a lo que no ayudaba el carácter maniático y perfeccionista de Claudio Zampolli.
En cuarto lugar, también estuvo la negativa a la homologación del Cizeta en los Estados Unidos, donde se prohibió circular con vehículos no industriales de 16 cilindros. Un punto muy fastidiado, ya que el cierre del mercado americano obligó a mirar a las fortunas árabes y asiáticas. Y eso por no hablar de la caída de la demanda tras el Lunes Negro en la Bolsa de Tokio… Todo ello rematado con la salida de Moroder y su dinero en 1990. En fin, el caos.
Con este contexto, se justifica fácilmente la fabricación de tan sólo 9 unidades del Cizeta contando el prototipo. Una producción que se canceló con el cierre de la empresa en 1995, aunque se rumorea que a finales de los noventa y comienzos del dos mil se fabricaron por encargo tres Cizeta V16, incluyendo la única versión descapotable. De hecho, la empresa fue refundada por Zampolli en California hace 14 años, ofreciendo ensamblarte un ejemplar si así se lo pidieras.
Algo que parece no tener pinta de pasar. Por ello, los Cizeta han quedado para la historia como ejemplos de una locura empresarial y mecánica representativa de los delirios criados en las burbujas financieras de los ochenta.
Una narrativa de ascenso, exceso y caída paradójicamente parecida a la historia de Tony Montana. El personaje central en Scarface, una película que no podríamos comprender sin la inquietante banda sonora del propio Moroder. Otra vez más en la que la realidad ya estaba anunciada a través de la ficción.
P.D.: el Cizeta V16 con el que hemos ilustrado este artículo se encuentra ahora mismo a la venta en el concesionario Curated de Miami. Un vendedor especializado en superdeportivos de los ochenta y noventa al que ha ido a parar esta unidad procedente de la colección del Sultán de Brunei. Nunca ha sido matriculado, teniendo tan sólo menos de 800 kilómetros.