Javillac
Actualmente que una celebridad conduzca una determinada marca de automóvil puede ser un hecho premeditado, ya que las compañías pagan grandes sumas de dinero para que por ejemplo equipos de fútbol conduzcan sus coches. Pero a mediados del siglo XX las mayores estrellas a nivel mundial tenían un significado más literal pues éstas exploraban esa nueva frontera desconocida llamada espacio exterior.
General Motors estuvo muy hábil desde un primer momento ya que los astronautas se convertían en héroes americanos antes incluso de que comenzasen sus misiones, razón por la que decidieron prestar su coche deportivo más ilustre, el Chevrolet Corvette, a los exploradores del espacio de la NASA.
ALAN SHEPARD, PIONERO EN EL ESPACIO Y EN RECIBIR UN CORVETTE
La carrera espacial es un tema que da muchísimo de sí y que no fue más que una muestra más de poderío entre la Unión Soviética y Estados Unidos por para demostrar su superioridad tecnológica. Los rusos empezaron tomando la delantera, pues fueron los primeros en poner un satélite en órbita, el Sputnik en 1957, y mandaron un hombre al espacio por primera vez en abril de 1961, con Yuri Gagarin.
Ante esta provocación Estados Unidos estaba más emocionada que nunca con el concepto de los viajes al espacio, contando con un célebre discurso también en 1961 por parte del presidente Kennedy en el que prometió al país que llegarían a la luna antes de que terminase la década. Apenas un mes después del hito soviético la NASA envió a Alan Shepard al espacio, convirtiéndose en el primer estadounidense en hacerlo.
Aparte de ser recibido como un héroe, la hazaña de Shepard fue recompensada por lo ejecutivos de General Motors, que a su regreso le otorgaron las llaves de un flamante Chevrolet Corvette de 1962. Sorprende pensar que los ejecutivos de la marca no pensaron mucho más de este gesto y las posibilidades comerciales que tenía que los astronautas condujesen el Corvette.
La casualidad quiso que Jim Rathmann abriese un concesionario de Chevrolet-Cadillac muy cerca de Cabo Cañaveral, tras haber ganado las 500 Millas de Indianápolis en 1960. Muy pronto se dio cuenta que la mayoría de sus clientes eran algunas de las figuras más notorias dentro de la NASA y que éstas le pedían que modificase sus coches para que fueran más rápidos, siendo el producto estrella el Corvette.
CORVETTE C3: UN ICONO DE NASA EN LOS SESENTA
Después de que el director de General Motors, Ed Cole, se hiciese eco de la popularidad que tenían los Corvette entre los astronautas hizo todo lo posible para que éstos y otras celebridades condujeran estos coches a modo de estrategia de marketing.
La política de empresa de la NASA había cambiado para entonces, y no permitía que los trabajadores, por muy importantes que fuesen, pudieran recibir regalos. General Motors encontró una solución a este problema alquilando cualquier coche de su catálogo por un precio simbólico de un dólar al año, permitiendo a los astronautas elegir la configuración de sus nuevos automóviles que en teoría eran prestados.
La gran mayoría elegían dos coches, un modelo familiar para el día a día, y como vehículo para disfrutar el Corvette, que había presentado su tercera generación en 1968, siempre era su primera opción, equipado casi siempre con el motor más potente; el V8 de 427 pulgadas cúbicas (7 litros) y 390 CV de potencia.
Neil Armstrong, primer humano en poner su pie en la luna, fue uno de los que eligieron un Corvette, en su caso un C2 azul de 1967. Pero más icónicos fueron los C3 de la tripulación del Apollo XII, quienes optaron por un trío de coches idénticos pintados en dorado y negro como símbolo de su amistad, y creando para muchos los que son los “Astrovettes” más emblemáticos.
1971: FIN DE LA COLABORACIÓN ENTRE GM Y NASA
Cierto es que una vez la misión del Apollo XI llegó a la luna el 20 de julio de 1969, el interés por la carrera espacial disminuyó sustancialmente, pues los americanos habían logrado ganar a los soviéticos en aquella promesa que hicieron en 1961. Las misiones espaciales continuaron, aunque ninguna llegó a contar con tanta atención mediática.
Fue con el Apollo XV en 1971, cuando General Motors acabó con esta promoción de los Corvette para astronautas, aunque todavía hubo otras dos misiones más tripuladas a la Luna. En esta ocasión los coches se pintaron de blanco, azul y rojo, recibiendo cada unas franjas que completaban los colores de la bandera americana, y de los cuales solo el de color blanco, que perteneció a Al Worden, sobrevive a día de hoy.
Imágenes de GM, Historic Vehicle Association.
