En la actualidad, los periodistas del motor somos “hombres orquesta”, porque somos a la vez redactores, compositores, correctores, fotógrafos, publicadores, etcétera. Estos roles estaban antes disociados en distintos profesionales, cada uno se ocupaba de lo suyo, porque todo era más complicado antes de la era de la composición digital. Por eso he pensado contarte cómo se hacían la revistas del motor sin ordenadores. Porque, aunque estos empezaron a utilizarse en los años 80 y el escáner a color es aún anterior, en el periodismo de motor se ha trabajado de forma “analógica” hasta hace relativamente poco tiempo.
Entrados los años 2000, aún había departamentos de prensa que enviaban las noticias por correo postal. Dentro de la misiva había diapositivas fotográficas, o copias reveladas, y ya en años más recientes CD o disquetes con el material. Y los más privilegiados recibían cintas VHS, Betacam o DVD. Yo estuve ahí, no me lo han contado. Permitidme que vayamos aún más atrás en el tiempo, cuando no existían ni los ordenadores para composición editorial. Existir, existían, pero eran habitaciones llenas de interruptores, condensadores, cables, y tenían pocos propósitos útiles fuera de las grandes (y muy grandes) empresas, pues costaban cantidades escandalosas de dinero. Obviamente, tampoco había cámaras digitales, ni sistemas de transmisión telemática más allá del telégrafo o el fax.
Pongamos como ejemplo una prueba de coches de época. Cualquiera que examine una revista de los 80 hacia atrás podría estar tentado a pensar que se usaron sistemas sofisticados de composición como los que se usan ahora, pero ¡ay, amigos!, nada de eso. Era un proceso manual donde estaban implicados distintos profesionales, y lo que ahora lleva minutos, llevaba entonces muchas horas.
EJEMPLO DE UNA REVISTA DE ÉPOCA
Gracias a la biblioteca de la Universidad de Stanford, podemos ver el material original que se usó para componer una revista en Estados Unidos, Car Life de septiembre de 1967. Normalmente, todo eso acababa en una papelera cuando la revista se había impreso, no tenía mucho sentido conservar tanto papel. Los periodistas escribían sus textos a máquina o a mano, pero se solían entregar a máquina. Se hacían dedos fuertes con esos aparatos, el retorno de carro se movía a mano y no había botón de “borrar”.
Por otra parte, hacían falta las imágenes obtenidas con cámara, o se entregaban los negativos sin revelar, o copias reveladas que normalmente iban en blanco y negro. Los encuadres debían ser suficientemente amplios para que el maquetador pudiese cortar a voluntad en función del espacio disponible, ya que en el mundo del papel el espacio siempre ha sido finito. En algunos casos, el que escribía la prueba era el mismo que hacía las fotos, pero normalmente eran tareas separadas.
Para la composición de las fichas técnicas, se rellenaban unas hojas con campos estándar, lo cual se hacía a boli o lápiz (ya que a máquina era hasta tedioso en ocasiones). En cuanto a las gráficas que acompañaban a la ficha técnica, se hacían en papel milimetrado y obviamente a mano. Se utilizaban objetos arcaicos como compás, regla, escuadra, etcétera. Sí, esas cosas servían para algo.
Una vez que se tenían todos los materiales, los maquetadores obraba su magia, colocando todos los elementos dentro de una cuadrícula que el ojo no ve, ciñéndose al espacio asignado exacto, y ajustando el encuadre de cada foto para no desaprovechar ni un centímetro cuadrado de la maqueta. Después de subsanar los errores y ajustar todo, se le daba la luz verde e iba a imprenta.
ALGUNOS AVANCES
Entre los periodistas de la vieja escuela, los hay que siguen en activo y mandan sus “crónicas” por teléfono porque viajan sin ordenador, ya ni hablemos de máquinas de escribir. Eso está en claro desuso, pero que sepáis que se hizo y no se ha dejado de hacer. No todos se han convertido en “hombres orquesta”. Tampoco necesitan llevar cámaras, pues los departamentos de prensa tienen disponible excelente material a disposición de los medios que no toman sus propias imágenes.
Pero antes de que hubiese esas sofisticaciones, y como término medio, hubo máquinas de escribir portátiles que tenían una pequeña impresora, y así se podía mandar el artículo por fax. Si eso os parece arcaico, mejor no preguntéis qué era el telex, un término medio entre el telégrafo Morse y el fax. Cuando no había la urgencia que hay ahora mismo con la publicación de la información, hasta se podían admitir lujos como enviar los rollos de película (carretes) por correo postal desde el lejano país donde se hiciese una presentación. ¿Sabías que el Renault Laguna se presentó en África o el Fiat Uno en Brasil? Decididamente, eran otros tiempos, y no eran viajes de ida y vuelta en el día.
En todos estos años, ni el periodismo se produce de la misma forma, ni se consume igual. Pero de vez en cuando está bien acordarse de cómo se hacían las cosas antaño…
Imágenes de la Universidad de Stanford.