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Comparativa: Citroën 2CV y Renault 4, nacidos para incordiarse

Estos dos coches franceses estuvieron enfrentados en el mercado durante casi treinta años. Hoy enfrentamos a estos dos clásicos populares para comparar sus virtudes y defectos y comprobar cuál de los dos resulta triunfador.

En esta comparativa vamos a enfrentar al Citroën 2CV con el Renault 4, dos clásicos populares francesas que pelearon por el mismo nicho de mercado durante décadas. Ambos competían en un mismo sector del mercado, en el que prácticamente no había ningún otro automóvil con las mismas características. Para empezar, tenemos que hablar del Citroën 2CV, para lo cual hemos de retroceder hasta 1948, en el contexto de la desoladora posguerra francesa se introduce un cochecito de aspecto muy peculiar y formas diseñadas por Flaminio Bertoni. 

Más allá del diseño de su carrocería, el Citroën 2CV era un concepto muy ingenioso, pues si bien la marca había sido de las pioneras en el uso de la tracción delantera con el Traction Avant, presentado en 1934, sería la primera vez que esta tecnología se implementaba en coche económico y popular, una técnica que emplearían años después otros compactos como el mítico Mini inglés.

Prototipo del 2CV de 1939.

Pero si nos ponemos estrictos, se puede ir aún más atrás en el tiempo para hablar del primer vestigio de lo que se terminaría convirtiendo en el 2CV. Este es el TPV, una serie de prototipos que la marca preparaba antes del inicio de la II Guerra Mundial y que los franceses ocultaron ante la invasión alemana. 

En estos TPV se establecían algunos de los principios básicos que se verían en el 2CV, pero su mecánica era refrigerada por agua, y durante la guerra se ideó el motor bicilíndrico tipo bóxer refrigerado por aire que terminaría empleando el pequeño Citroën. 

Hablamos ahora del Renault 4, del cual hay muchas maneras de referirse: R4, 4L, Cuatro Latas… La historia de este coche comienza en 1961, año en el que cesa la producción del Renault 4CV, la apuesta de la marca del rombo para su coche económico de posguerra, que a diferencia del 2CV era de motor y tracción trasera.

La producción del 4CV había comenzado en 1947, casi a la par que el Citroën 2CV, pero el favoritismo del gobierno francés por la Regié francesa, hizo que la producción del modelo de Renault consiguiese haber vendido más de un millón de unidades para 1961, cifras de fabricación que Citroën consiguió igualar en torno a ese año, gracias en parte a la introducción de un modelo furgoneta en 1961. 

El 4CV había sido una buena solución como utilitario tras el conflicto, pero ahora buscaban un sucesor del vetusto modelo y que fuese un buen competidor del ya millonario Citroën. Así pues, Pierre Dreyfus, el entonces presidente de Renault, buscaba un utilitario que fuese superior al popular 2CV.

LAS ÚLTIMAS VERSIONES DE ESTOS COCHES HECHAS EN ESPAÑA

Antes de hablar de las características técnicas de cada modelo, conviene repasar sus respectivas historias en España. FASA-Renault se había establecido en Valladolid en 1951 y sus primeros coches, los Renault 4CV comenzaron a salir de la fábrica en 1953. 

Mientras tanto, Citroën estableció su fábrica española en 1958, y aunque previamente ya habían llegado algunas unidades del coche al país importadas desde Francia, el 2CV despegó en popularidad en España a raíz de su fabricación. 

Por otra parte, el Renault 4 se presenta en Francia en 1961, pero no es anunciado en España hasta 1963, comenzando su producción a principios del año siguiente de las variantes turismo y furgoneta.

A nivel internacional la producción del 2CV cesó en Portugal en 1990 tras 5.114.925 unidades fabricadas, y el R4 terminó su fabricación en Yugoslavia en 1993, contando con una producción de 8.135.424 unidades, lo que lo convirtió, hasta la llegada del Peugeot 206, en el coche francés más vendido de la historia. 

Volviendo a la producción en España el 2CV dejó de fabricarse en 1983, y el R4 se fabricaría en su versión turismo hasta 1989, con las furgonetas F6 y 4F alargándose un poco más en el tiempo hasta 1991. 

Lo que hace interesante la comparativa de hoy, es que ambas unidades del modelo pertenecen a los últimos años de fabricación en España, con el 2CV-6 siendo de 1980, y el Renault 4 se fabricó en 1987. Por lo tanto, son las versiones más evolucionadas de las que se vieron en el panorama nacional. Ambos coches se encuentran en un estado muy original, conservando ambos su primera pintura.

Cabe señalar que, aunque en esta época se producía el Renault 4 TL, el modelo de la prueba es un Renault 4 “básico”, por lo que no es un TL, aunque emplea el mismo propulsor de 1.108 centímetros cúbicos. 

Características

Citroën 2CV-6 (1980)

Renault 4 (1987)

Motor  Delantero longitudinal Delantero longitudinal refrigerado por agua
Cilindrada  602 cm3 1.108 cm3
Cilindros 2 horizontales opuestos 4 en línea
Diámetro x carrera  74 x 70 mm 70 x 72 mm
Potencia máxima 28 CV/5.750 rpm (DIN) 38 CV a 4.500 rpm
Par máximo 4 mkg/3.500 rpm 7,3 mkg a 2.000 rpm
Alimentación  Carburador Solex 34 PICS-6 Carburador Zenith 28 IF
Compresión  9,0:1 8,3:1
Combustible  Gasolina Gasolina
Tracción  Delantera Delantera
Caja de cambios Manual de cuatro velocidades + m.a, primera sin sincronizar Manual de cuatro velocidades + m.a
Chasis  Chasis plataforma  Chasis plataforma
Suspensión delantera Independiente, con brazos longitudinales, muelles helicoidales horizontales, amortiguadores hidráulicos telescópicos y barra estabilizadora Independiente, con triángulos, amortiguadores, y barras de torsión longitudinales
Suspensión trasera Independiente, con rueda tirada, brazos longitudinales, muelles helicoidales horizontales, amortiguadores hidráulicos telescópicos  Independiente, con barras tiradas, amortiguadores, barras de torsión y estabilizadora.
Dirección  Cremallera Cremallera
Frenos  Discos (del.), tambores (tras.) Discos (del.), tambores (tras.)
Longitud/anchura/altura 3.869/1.480/1.600 mm 3.669/1.490/1.550 mm
Vías  1.260/1.260 mm 1.269/1.250 mm
Batalla  2.400 mm Media izquierda-derecha 2.424 mm
Peso 590 kg 700 kg
Llantas 4,5 x 15” 4 x 13”
Neumáticos  135 SR 15 135 SR 13
Depósito  20 litros 35 litros
Consumo promedio 5,6 l/100 km 6,8 l/100 km
Velocidad máxima  115 km/h 122 km/h
Año unidad probada  1980 1987

EL DOS CABALLOS PROTAGONISTA

Empezaremos por el más veterano de los dos, el Citroën 2CV-6 de 1980. Por contar brevemente su historia el coche fue comprado nuevo por un matrimonio onubense, de ahí su matrícula de Huelva. En el concesionario se les ofreció la posibilidad de comprarlo en rojo o en crema, y decidieron esperar un año hasta que llegó el coche de color azul y capota gris.

La mujer, profesora de oficio, era la que utilizaba el coche con más frecuencia, cubriendo diariamente un trayecto de apenas 10 kilómetros, razón por la que el coche cuenta con poco más de 100.000 kilómetros en el cuentakilómetros, y está en un estado muy bueno de conservación, y sobre todo muy original.

Tras casi 40 años en su propiedad, el coche lo compra un joven aficionado a los Citroën refrigerados por aire de Huelva, Javi Viera, que decidió conservarlo tal cual lo encontró, con su pintura azul original, y sus heridas de guerra. 

EL «CUATRO LATAS» PROTAGONISTA

El Renault 4 madrileño y de un llamativo color amarillo, se compró nuevo en Getafe en marzo de 1987. Como peculiaridad el coche se trata de un 4 básico, un acabado bastante habitual en las flotas de vehículos de empresas, pero poco frecuente como coche particular.

A diferencia de los R4 básicos anteriores, las ventanillas traseras en este modelo sí que se abren, pero conserva, por ejemplo, la tapicería de escay, que carecen de reposacabezas. 

El motivo por el que su primer propietario se decidió a comprar un R4 básico era que contaba con un presupuesto muy limitado. En aquel momento el coche más barato del panorama nacional era el SEAT Panda, que estaba terminando de venderse para hacer hueco al Marbella, pero si se optaba por el R4 básico el precio era inferior que el de los SEAT. 

Al igual que con el 2CV, el Renault 4 de José-Cruz Sánchez se encuentra en un estado muy original, incluida su pintura amarilla, y un maletero en el que apenas se han cargado bultos en sus más de 35 años de vida. 

CARA A CARA 

Con los coches frente a frente, se puede apreciar lo parecidos y distintos que son a la vez. Su tamaño es muy similar, y sus formas presentan unos principios muy similares, pero cada uno con su particular diseño.

Una de las cosas que más llama la atención a primera vista es la capota de lona del 2CV, que se puede enrollar hasta el cristal trasero, dejando al descubierto todo el habitáculo o plegar hasta la mitad haciendo de techo solar. 

El Renault 4 carece de esta característica, y aunque todavía en los ochenta se fabricaba algún que otro R4 descapotable a día de hoy son una rareza, mientras que la gran mayoría de 2CV eran descapotable, salvo algunas modificaciones como techos de fibra o chapa por las que optaban algunos propietarios. 

Según cómo se mire el techo descapotable puede ser o no una ventaja. Si lo planteamos desde el punto de vista del utilitario por el que fue concebido el 2CV puede llegar a ser un problema si el coche duerme en la calle, pero si su uso es el de un coche clásico invita a disfrutar de un paseo a cielo abierto con el buen tiempo. 

Ahora ya mirando la trasera de los vehículos, el Renault 4 se puede apuntar un punto a su favor gracias al portón trasero que este coche popularizó en los utilitarios, y que se convirtió en una seña de identidad de la marca en otros modelos posteriores como el 5 y el 6.

El 2CV, si bien tiene un maletero aceptable para un coche de su categoría, no tiene ni la capacidad y la practicidad del R4, sumado a la facilidad con las que se abaten los asientos en Renault, dejando un gran espacio diáfano en su interior equiparable al de una furgoneta.

Los asientos del 2CV no se pliegan, pero si se pueden sacar fácilmente con unos tornillos, lo que permite dejar mayor espacio interior, o dada su fisionomía, que sean unos asientos perfectos para sentarse fuera del coche. 

Citroën era consciente del problema que era no contar con una quinta puerta, y manteniendo casi los mismos principios que en el 2CV, en 1967 presenta el Dyane, que finalmente incorpora el portón. En países de Suramérica existieron los Citroën 3CV que en sus últimos años de producción incorporaron la quinta puerta. 

Vistos de perfil, el 2CV carece de ventanillas traseras que se abran, algo que también ocurría en los primeros R4 más básicos, pero que en la unidad de 1987 ya se pueden abrir. 

Otra cosa ya son las preferencias estéticas de cada uno, el 2CV cuenta con un encantador diseño casi de preguerra, y una característica forma de paraguas que es única. Mientras que el R4, también es un icono del diseño industrial pero tiene unas formas más refinadas. 

También al ser de las últimas versiones, ya cuentan con elementos estéticos que tratan de modernizarlos. El 2CV tiene los característicos faros delanteros rectangulares y el R4 las llantas de chapa de los últimos Renault 5. 

DENTRO DEL 2CV 

Entramos al Citroën, antes de tomar asiento resulta llamativo lo finas y ligeras que son las puertas en este coche. Nos recibe el característico volante de un solo radio, que para 1980 era de textura gomosa, pero que debajo escondía una estructura metálica, que en los días calurosos puede resultar molesto de conducir si el coche se ha dejado al sol. 

Hablando de días calurosos, el 2CV es un coche muy sencillo, pero también muy ingenioso, lejos de contar con aire acondicionado, en el salpicadero hay una ruleta, que si se gira abre una trampilla bajo el parabrisas que permite la entrada de aire fresco. Como contrapunto, y aunque bajo la trampilla hay una rejilla, puede entrar polvo a los ojos que dificulta la conducción.

Siguiendo con la ventilación ya mencionamos la carencia de ventanillas traseras que se abriesen, pero nos centramos ahora en las delanteras, y su ingeniosa apertura hacia arriba, que se hace presionando una pieza de plástico y entonces quedará suelta la ventanilla, sujetada por unas bisagras. Cuando se quiere cerrar se tira de una pequeña palanquita hacia atrás, sacando el brazo por la ventanilla, y esto dejará libre la mitad de la ventanilla. Conviene entonces acercarla hasta su posición de cerrarla y dejarla caer.

El 2CV, en su espíritu austero, carece de elementos de confort como apoyabrazos en las puertas y a menudo se pone el codo en la ventanilla cuando se conduce. El sistema que sujeta la ventanilla es bueno, pero no infalible, y en alguna ocasión se cae sin previo aviso al pasar por un bache y da al conductor un golpe en el “hueso de la risa”. 

Una de las cosas que sorprende en el Citroën es una amplia bandeja portaobjetos que se extiende a lo ancho del vehículo y que se sitúa frente a las plazas delanteras, siendo un lugar perfecto para guardar cosas, ya que el coche carece de bolsillos en las puertas. 

Los asientos del Citroën también dan fe de la simpleza del coche, siendo estos de hierro y formados por muchas gomas que en ocasiones al sentarse suenan, indicando que una se ha roto y cae al suelo. La estructura del hierro puede llegar a resultar incómoda para los ocupantes, y los viajes largos llegan a ser cansados. 

DENTRO DEL R4 

El Renault 4 se lleva siete años con el 2CV de la comparativa, y ya nos encontramos con un interior que sigue siendo muy simple, pero puramente ochentero, con muchos de los componentes del salpicadero acabados en plástico negro. 

El cristal delantero recuerda mucho en sus formas al del Citroën y también cuenta con una trampilla similar bajo éste que permite que entre aire de la calle directamente al habitáculo.

Las ventanillas del R4 son correderas, delante y detrás y permiten apoyar el brazo en el hueco que dejan en la mitad trasera, además de un buen flujo de aire. 

La amplitud del interior entre ambos modelos es similar, y sorprendente para coches de su tamaño. Sin embargo, los asientos son ya más cómodos que en el R4, pero en este modelo básico, están terminados en escay, que llegan a quemar a los ocupantes en los días de calor. Esto no era un problema en los 4TL que contaban con un tapizado de tela.

La posición al volante es más cómoda que en el 2CV, pero en otros aspectos tienen unas características similares, como es la visibilidad, muy parecida en ambos modelos. 

CONDUCCIÓN DEL 2CV 

Arrancamos el Citroën, y lo primero a lo que hay que familiarizarse es su particular palanca de cambios situada en mitad del salpicadero. La primera velocidad no es sincronizada, y se engrana tirando hacia el conductor y a la izquierda, para que ésta entre con más facilidad conviene primero meter segunda, que se sitúa en el punto muerto y hacia adelante.

Las marchas entran con gran facilidad, lo que indica que el chasis está muy recto. Aprovechamos para hablar también de la fragilidad de estos coches, que en muchos casos han llevado una vida muy dura en zonas rurales, y cuentan con chasis podridos y/o doblados. 

Llama la atención la ausencia de testigos como el de la reserva de la gasolina, o el intermitente, que no se cancela al girar el volante.

El sistema de la palanca de cambios suena más complicado de lo que realmente es, y es muy fácil familiarizarse a la conducción del 2CV. Sorprende lo ágil y que es y la soltura con la que se mueve en entornos urbanos, alcanzando los 50 kilómetros por hora con relativa facilidad, y más teniendo en cuenta sus 28 CV de potencia.

La forma de tomar curvas del 2CV es muy particular. (Fotografía de Fernando Villar)

El coche también se defiende en autopista, llegando a superar los 90 kilómetros por hora, pero como realmente se encuentra cómodo es viajando a una media de 80. El 2CV está hecho más para carreteras nacionales, que por las del siglo XXI. Y aunque cierto es que los repechos afectan a la velocidad del Citroën, en el caso de esta unidad se defiende bastante subiéndolos en tercera velocidad. 

En lo que realmente destaca el 2CV es en su suspensión, que permite tomar las curvas de una manera un tanto peculiar a la que cuesta un poco acostumbrarse, debido a como se inclina la carrocería. También amortigua muy bien las irregularidades en la carretera, como al pasar por una calle adoquinada, que es una experiencia hasta agradable si no fuese porque el coche, que carece de puntos de soldadura, hace que se produzcan muchos ruidos.

citroen-2cv-camino
La suspensión del 2CV hace que circular por un camino sea muy cómodo.

El resultado es una conducción extremadamente divertida, y por supuesto única y característica de aquellos Citroën, demostrando que un coche no tiene que ser divertido para transmitir buenas transmisiones. Todo esto a los mandos de un vehículo con una apariencia tan simpática como es el 2CV, que nos recuerda constantemente sus dos protuberantes faros, visibles desde el puesto de conducción, o la sombra que proyecta el coche cuando le da la luz de lado. 

CONDUCCIÓN DEL RENAULT 4 

Habiendo pasado por el 2CV, ya estamos familiarizados con la palanca de cambios situada en mitad del salpicadero, con la facilidad de que estos Renault tienen un esquema de marchas más convencional. Además, con la primera sincronizada, conducir el R4 tiene mucho menos misterio que el 2CV, y por lo general es más accesible para un conductor poco experimentado. 

Por lo general el R4 es un coche mejor construido, más robusto, con casi el doble de cilindrada, y un sistema de refrigeración por agua en circuito cerrado con vaso de expansión, que fue novedoso en su época, y con algunas otras características muy prácticas como el portón. Por lo que desde el punto de vista de un utilitario el R4 es un coche más útil.

El interior, aun siendo muy básico, no es tan espartano como en el del Citroën. Además, los numerosos elementos de plástico negro nos recuerdan que, por muy económico que sea, estamos ante un coche fabricado en los años ochenta. Son especialmente curiosos los ya mencionados asientos de escay y que carecen de reposacabezas, que dan al coche un aspecto mucho más antiguo de lo que realmente es. 

En cuanto a sus prestaciones y 38 CV, el R4 tiene una marcha mucho más ligera que la del 2CV, siendo un mejor rutero, y pudiendo llegar a los 120 kilómetros por hora, aunque el coche puede llanear con facilidad a los 90-100 kilómetros por hora. 

La suspensión del Renault 4 sigue siendo muy cómoda, gracias a su ingenioso sistema de barras de torsión que hace que la batalla del coche sea distinta de un lado que de otro. También es menos ruidoso en los firmes irregulares, y gracias a su alta distancia respecto al suelo ha sido un vehículo ideal para el campo. Y aunque el coche es muy estable en las curvas no tiene esa cualidad de no poder ser volcado (o casi) con la que cuenta el 2CV. 

CONCLUSIONES 

Tanto 2CV como R4 son dos clásicos igual de válidos, dos coches que se enfrentaros en ventas durante décadas y que ahora son dos iconos franceses. Cada uno de los coches cuenta con sus propios pros y contras. 

El Citroën por ejemplo cuenta con la ventaja de ser refrigerado por aire, y no tener que preocuparse por las fugas de anticongelante, pero, por otro lado, su chasis es más frágil y también requiere ser engrasado periódicamente. Como ventajas, su consumo de combustible es de los más bajos de cualquier clásico popular, y, además el encanto de un descapotable de cuatro puertas es especial. 

El R4 cuenta con un incansable motor sierra, y unas prestaciones que se pueden llegar a comparar a la de un utilitario básico actual, con una conducción más convencional, salvo por la palanca de cambios en el salpicadero. El bloque de 1.108 es más potente y nervioso, con un consumo mínimo pero superior al del 2CV. 

Pierre Dreyfus buscaba en el R4 un coche que fuese mejor que el 2CV en todos los sentidos, y como coche de diario el Renault es mejor, pero como clásicos los dos son sensacionales, y por último cabe recordar que el Citroën 2CV revolucionó el mercado de los coches populares, y que, sin él, no habría 4L, un concepto muy similar, pero mejorado que tuvo una mejor respuesta por parte del público.

Fotografías de José-Cruz Sánchez, Fernando Villar, Javier Ramiro y Alejandro Serrano.

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Escrito por Javillac

Esto de los coches le viene a uno desde niño. Cuando otros críos preferían la bicicleta o el balón yo me quedaba con los cochecitos de juguete.
Recuerdo aún como si fuese ayer un día en el que nos adelantó un 1500 negro por la A2, o la primera vez que vi un Citroën DS aparcado en la calle, los paragolpes cromados siempre me han gustado.

En general me gustan las cosas anteriores a la época en la que yo nací (hay quien dice que estoy reencarnado), y en el top de esa lista están los coches, que junto a la música, hacen la combinación ideal para un rato perfecto: conducción y una banda sonora acorde al coche correspondiente.

En cuanto automóviles me gustan los clásicos de cualquier nacionalidad y época, pero como mi debilidad están los coches americanos de los 50, con sus exageradas formas y dimensiones, razón por la que mucha gente me conoce como "Javillac".

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