in

Comprar un clasico: comedia dramática dos actos

A vueltas

Si el vendedor cree que estamos dedicando demasiado tiempo, le podemos sugerir que se vaya a tomar un café (o una tila, si está nervioso), y que se lleve las llaves consigo si le inquieta. Porque hay mucho que mirar antes de ponerse en marcha, y mientras nos podemos hacer una idea del estado real en que se encuentra el coche dejando para más tarde lo de pedir explicaciones.

No vayas muy rápido. Verás mejor lo que debes ver yendo mas despacio, auscultando cuidadosamente el embrague y el freno, asiendo el volante con suavidad mientras frenas y notando los cambios más suavemente que tratando de emular a Daniel Loeb para tratar de impresionar al dueño de lo bueno que eres. Cuando pares, pon el freno de mano y trata de arrancar sin quitarlo. Esto te dirá tanto si el freno de mano agarra como si el embrague muerde como debe.

Si todo está bien y estás completamente satisfecho, ya puedes empezar a discutir el precio. No habrás encontrado todos los fallos del coche, pero los más graves no serán tan gordos porque seguro que los has visto. Cuando vuelvas a casa, lo primero que harás será limpiarlo a fondo por dentro y por fuera, para impresionar a tus amigos con la increíble ganga que te acabas de agenciar.

Pie de foto
Si todo ha ido bien, será el momento de hablar del precio

Acto II: La Práctica

Fuimos a comprar un clásico y eso es lo que ocurrió. Lectores, ahí tenéis la verdad desnuda, sin tapujos, de la aventura real de comprar un clásico:

“Llámame; hay cambios en mi vida y te lo tengo que contar” Misterioso mensaje en el contestador cuando vuelvo a casa, un martes por la noche. Es Ramón, mi copiloto habitual, quien me cuenta dos días después su nueva situación personal, conyugal, profesional, etc, y para hacer el cambio más profundo pronuncia la frase fatídica: “Quiero comprarme un clásico” -qué horror, el virus se ha apoderado de él, ya me lo temía- seguida de otra no menos angustiosa para su interlocutor, el abajo firmante: “Y por supuesto, espero que me ayudes”. Touché. Bueno ¿para qué están los amigos sino?

Maquina mi mente retorcida la manera de convertir el inminente peregrinaje en algo digno de ser contado, publicado incluso. O no. Así que le propongo a Ramón la idea de hacer un reportaje sobre su búsqueda, y el muy incauto acepta. Trazamos el plan: él seleccionará los vehículos que le interesan en los anuncios y concertará las citas con cada vendedor. Yo le acompañaré como ese amigo supuestamente experto que todo el mundo tiene pero sin desvelar mi verdadera identidad ni mis aviesas intenciones, si puedo.

Pie de foto
La lista de candidatos fue diversa: desde un Opel Monza hasta este Mercedes 280 CE

Como mi amigo es un tipo de gustos eclécticos, el abanico de posibilidades de lo que considera un clásico es abierto e incluye esa ancha y vaga zona que conocemos como purgatorio. Condiciones: Debe tener cierta antigüedad para poder asegurarlo como clásico, pero ser realmente utilizable como único coche aunque no de uso obligatoriamente diario (inciso: los profesionales urbanos que vivimos de los inciertos e irregulares ingresos del free-lance raramente usamos un automóvil, moderno o no, como medio de transporte habitual; preferimos la moto y la bici, vamos mucho a pie y somos claros partidarios del transporte público -algunos, claro- ya que el coche tratamos de disfrutarlo, no de sufrirlo). Va a estar guardado en una plaza de garaje para salir de noche, los fines de semana o las vacaciones, así que no le exigiremos condiciones urbanitas.

El presupuesto está entre medio y un millón de pesetas, en función de los eventuales trabajos que requiera, pero debe ser básicamente sano, y utilizable a corto plazo. No a proyectos de restauración.

Bueno, con el retrato robot en la mente, Ramón inicia su búsqueda, fija los contactos y decidimos, por cuestiones de su horario laboral, repartir nuestra misión en tres sesiones matinales de sábado. Vamos a por la primera.

Pie de foto
Como veremos, encontramos todo tipo de vendedores

[su_note note_color=»#f4f4f4″]

Primer día

A ver que tenemos para hoy… “Bueno, he pensado en uno, no sé que te parecerá, quizás sea demasiado moderno pero, bueno, es un poco deportivo y tal, y lo ofrecen barato”. Bueno Ramón, suéltalo ya ¿qué es esa maravilla que vamos a ver? “Un Opel Monza”. Tranquilos, que no cunda el pánico, sujétenme a esos puristas, y a mi amigo el clásico también…

¿Por qué no? Pura carne –hierro- de purgatorio, derivado de la berlina Senator, este coupé se presentó en 1977; eramos adolescentes y, bueno, nos parecía imponente: motor 3 litros con inyección electrónica, 180 CV, 215 km/h y aires de lujo preochentero.

Es un 3.0, matrícula B-FF -esto es 1982-, tiene 140.00 km, piden por él 390.000 pesetas, y sabemos que es de color verde metalizado. Mientras vamos acercándonos a la calle Segle XX, en el Guinardó barcelonés, donde hemos quedado con el dueño, sopesamos pros y contras. En el haber: un cacho coche con un peazo motor, aires deportivos, perfectamente utilizable incluso a diario (hasta podría dormir en la calle) para el cual no debe haber problemas de repuestos ni técnicas de mantenimiento exóticas. En el debe: chupa como un condenado, es más burgués de lo que su aspecto aparenta y varias cosas más.

[/su_note]

Pie de foto
El óxido es otro frecuente problema que no debemos dejar de evaluar

[su_note note_color=»#f4f4f4″]

Llegamos al sitio, esperamos un cuarto de hora ante la puerta del parking privado, que está abierta, y nadie aparece. Vamos a echar un vistazo abajo, a lo mejor nos espera allí. Nadie. En un rincón, un Monza verde nos dice “soy yo el que buscáis”. Nos acercamos tímidamente, y ya más cerca, reanuda su discurso. “Tengo una pinta algo rara, con esos spoilers, taloneras y aletines repintados del mismo verde. Era un color de moda, como el oro metalizado, en mi época.”

El intermitente delantero está enganchado con cinta adhesiva, y el faro izquierdo suelto en su sitio. Un poema. El interior, fundas de asientos y… bueno ya hemos visto bastante. Nos vamos a desayunar y así tendremos más tiempo para el segundo. “¿No haces una foto?” dice mi socio, “Para qué… El coche habla por sí mismo.» Y su dueño es tan formal como el coche. Tal vez no osó dar la cara…

A las 11 en otro parking, en Aribau, pero esta vez si hay alguien y hay coche: un DS 21 de 1972, rojo oscuro, matrícula de Granada. Mmmmh… que guapo. Es el modelo bueno, según Fabien Sabatés, porque lleva carburadores en vez de la costosa inyección, y no se oxida con tanta facilidad como los modelos posteriores. Tiene caja 5 marchas y motor 2.175 cc de 115 CV; es un Pallas (o Prestige Pallas) del último año de fabricación para esta versión, un sueño hidroneumático a 180 km/h…

[/su_note]

Pie de foto
Es difícil resistirse al revolucionario Citroên DS

[su_note note_color=»#f4f4f4″]

Pertenece a Diego, un creativo publicitario free lance (toma, otro) que ha decidido deshacerse de él porque está pasando un mal momento. También tiene una Impala clásica con la que se mueve habitualmente, “y esa no la vendo, si puedo la conservo”. Tiene el DS desde hace un año, con 90.000 Km, que deben ser 100.000 más. Él le ha hecho 4.000, y llevaba 8.000 desde que el anterior dueño le hizo motor. Lo hizo bien, como veremos más adelante, pero también perpetró un tapizado de cretona floreada igualita –lo juro- a la de una butaca que compre en los Encantes hace años pero en rojo -mira que bien, mi butaca es verde.

Lo que también es verde y no rojo, por suerte, es el fluido vital que recorre el sistema circulatorio del DS, que Diego hizo revisar a fondo, incluyendo sustitución de esferas. Uf, bien, es uno de los puntos críticos del coche porque si pierde te quedas sin frenos, sin dirección, sin suspensión, sin… posibilidad de moverte casi, como tiburón varado en playa, vaya.

Tomo el volante y nos dirigimos hacia el Tibidabo; el coche va muy fino, su motor -pletórico de fuerza- sube de régimen sin titubeos, el champiñón de freno es superefectivo, no hay ruidos extraños, confort Citroën, oh la la, ça c’est merveilleux. Sin embargo no me gusta el tacto de la dirección, es pegajoso y tiene un poco de juego, y además ¡no vuelve! No sé si eso es normal, tendré que preguntárselo a Formatger.

[/su_note]

Pie de foto
Iba bastante fino, y quedamos en darle una respuesta en como mucho una semana

[su_note note_color=»#f4f4f4″]

Pero el coche rueda bien, y el tío parece legal. Es socio del Clàssic Motor Club del Bages, y dice estar encantado con ello por el tema servicios, seguros, etc. “La cuota es mínima y te rinde de verdad, está bien que haya clubs así”. Ramon también está encantado ¡uf! es un sueño de coche. Diego pide 800.000, y quedamos que esta misma semana tendrá una respuesta. Hay un holandés interesado que vendría a verlo y lo pagaría al acto para llevárselo en un trailer. «Me gustaría que se quedara en Barcelona», dice Diego con un ligero deje de amargura. Duele tener que vender un coche que quieres (lo sé por experiencia) y siempre es un consuelo que no se vaya lejos.

A la 1 del mediodía vamos a Hospitalet para ver el tercer coche del día, un 124 Sport 1600. El bueno y viejo 124 Sport de toda la vida, ya conocido, habitual de los rallyes de regularidad de clásicos, con el que mi copi y yo hicimos un debut triunfal… es cierto, ganamos la clase Open siendo novatos. El contacto es un tal Juan Antonio, y hemos quedado en la esquina de Rambla Marina, frente a un restaurante «La Flama», en Bellvitge.

Esperamos la llegada del coche pero no lo vemos llegar; hay un tipo de pie que nos observa, con una pinta siniestra. Le pregunto a Ramón:
«¿No te ha dicho nada, cómo teníamos que reconocerle, cómo tenía la voz?» «Siniestra». «Entonces aquel debe ser tu hombre, intuyo.» En efecto… buen comienzo. El coche está a dos o tres manzanas, o cuatro, o cinco, o seis «¿Y por qué no lo trajiste?» «Bueno, porque estaba aparcado allí» «¿Y como esperabas que te reconociéramos?» «Bueno, no sé.» Vale, bien…

[/su_note]

Pie de foto
La experiencia con este 124 Sport fue, digamos, peculiar

[su_note note_color=»#f4f4f4″]

El coche: ahí está. Es un B-A, de 1971. La pinta concuerda con el aspecto y voz de su amo. Ha sido lavado con Vim o algo parecido, los cristales sucios. Desde luego, este coche ha conocido días mejores ¿Lo probamos? «Ah, ¿quieres probarlo? Hombre, no sé, si se puede…Es que no tiene seguro…» Bueno, Plan B. Daremos una vuelta corta por la zona industrial, avenida Carrilet y tal. De hecho, nos miramos, quizás no haga falta ni probarlo: pintura a mano (“es la capa de imprimación, solo falta pintarlo y ya está”) con imprimación no de ayer, precisamente (por la mierda que la cubre), interior desvahido; el coche ha estado mucho tiempo fuera, se nota porque no queda color en los asientos, que llevan fundas, ni en los paneles de puertas, ni en la bandeja trasera…

Salpicadero de madera artesanal… pura artesanía étnica ¿Lo has hecho tú? “Si, soy artista pintor, hago paisajes y óleos” ¿Y por qué vendes el coche? «Es que ya tengo otro y como éste es de letra y el otro no pues prefiero el otro porque no tiene letra.” Respuesta nº 1 en el hit parade de argumentos de ventas. Nos lleva donde tiene el otro coche y un Dodge Dart diesel, un Land Rover y un Opel Rekord Olympia, nos cruzamos con un MG 1100 S rojo precioso. “A ese lo conozco, también es de mi club” ¿Qué club? “El del Vagés” ¿Del Bages, no? “Eso”. Vale.

El tipo sale en segunda, “sale bien, no necesita la 1ª.” Ya. Cambio de conductor. En marcha suena mejor de lo que su aspecto indica, pero a los pocos minutos empieza a echar sospechoso humo blanco. Es el…. Dejamos que se enfríe y adiós muy buenas. Para hoy ya está bien. Tiene tropecientos mil Kms y pide 350.000, totalmente fuera de lugar; y no está muy convencido, aunque eso a veces ocurre, lo de ir a vender un coche que en el fondo uno no desea vender… es humano.

[/su_note]

Pie de foto
Próxima parada: Mercedes

 

Continúa en la Página 3…

Foto del avatar

Escrito por Manuel Garriga

Manuel Garriga (Sabadell, 1963), periodista del motor especializado en historia, lleva veinticinco años en la profesión escribiendo artículos y reportajes para diversas revistas y periódicos, y ejerciendo de corresponsal de varios medios extranjeros. Autor y traductor de una decena de libros sobre esta temática, ha realizado colecciones de fascículos, ha trabajado en la radio, el cine y la publicidad, y acaba de estrenar Operació Impala, su primer documental, como director. Tras haber dirigido durante casi tres años la revista Motos de Ayer vuelve a escribir regularmente para Motor Clásico, donde empezó su carrera, y continua colaborando en el diario El País mientras prepara nuevos proyectos dentro del ámbito audiovisual.

3 Comments

Leave a Reply

Deja una respuesta

Suscríbete a la Newsletter

Una vez al mes en tu correo.

Muchas gracias! No olvides confirmar tu suscripción mediante el email que acabamos de enviarte.

Algo ha salido mal. Por favor, vuelve a intentarlo.

60.4kFans
2.1kFollowers
3.4kFollowers
4kFollowers