Aunque la producción del Countach tuvo su estreno en 1974 con la presentación del LP400 lo cierto es que su historia se remonta hasta tres años antes; momento en el cual nació el proyecto de este superdeportivo gracias al prototipo LP500 posteriormente utilizado -y por ello malogrado- en las necesarias pruebas de choque para la homologación comercial.
Asimismo, hasta la finalización de su ensamblaje ya en mayo de 1990 se sucedieron diversas versiones y evoluciones en las cuales el cubicaje fue creciendo al tiempo que sobre las líneas de Bertone aparecían diversos apliques aerodinámicos; algunos de ellos -dicho sea de paso- con más función estética que dinámica.
Con todo ello, lo cierto es que resulta imposible no calificar como de “extremadamente longeva” a la producción de este modelo, la cual se prolongó durante 16 años en los que resistió los embates comerciales de Ferrari con sus 512 BB, Testarossa y F40. Una tríada inapelable tanto en diseño como en prestaciones, la cual contrasta frente al inmovilismo con el cual se comportó la por aquellas limitada factoría de Sant’Agata Bolognese, seriamente constreñida por precaria situación financiera.
No obstante, en aquel contexto por momentos difícil destacó la aparición de un joven y voluntarioso diseñador: Horacio Pagani. Curtido en la escena argentina de carreras, su ingenio y capacidad de aprendizaje le valieron para cosechar una carta de recomendación a firma del mismísimo Fangio; a la postre un efectivo pasaporte en su viaje profesional a Italia en 1982, donde ingresó en la plantilla de Lamborghini escalando rápidamente desde las cadenas de montaje hasta los tableros de diseño.
HORACIO PAGANI EN LAMBORGHINI, EL PREVIO DE LO QUE ESTABA POR VENIR
Si algo distingue a la exquisita ingeniería desplegada por Horacio Pagani en los modelos de su propia marca es la combinación dada entre ligereza y rigidez. Una fórmula en la cual la calidad de los materiales más innovadores resulta clave, habiendo dado a nuestro personaje un más que merecido reconocimiento en el uso pionero de elementos hoy en día tan comunes como la fibra de carbono.
Dicho esto, explorando su trayectoria en Lamborghini destaca a modo de primer hito el diseño de los faldones situadas por delante de las ruedas traseras del Countach 88 ½. Variante ubicada dentro de la generación relativa al LP5000 Quattrovalvole, ésta incluía también una nueva geometría en las suspensiones a fin de provocar un comportamiento más dócil en situaciones de conducción agresiva.
No obstante, aquellas ligeras mejoras no eran suficientes en relación a la necesaria actualización de un Countach ya cuestionado por el paso de los años. Así las cosas, en 1987 un equipo liderado por el propio Horacio Pagani tuvo carta blanca de cara a desarrollar una versión extremadamente aligerada con la cual se probaría el uso de nuevos materiales con los cuales colocar a Lamborghini en la vanguardia del sector.
LAMBORGHINI COUNTACH EVOLUZIONE, APARECE EL CARBONO
Resulta curioso comprobar cómo aunque el Countach ya iba emprendiendo sin remedio sus años finales el equipo de Lamborghini lo utilizó a modo de banco de pruebas para el desarrollo de los materiales más punteros. Materiales como el kevlar o la fibra de carbono, destacando el completo rediseño del chasis monocasco al realizarlo por entero en este último.
Una verdadera virguería para la época, logrando así rebajar el peso total del conjunto desde los 1.590 kilos marcados por un Countach 25 Aniversario -versión lanzada en 1988 con una tirada total de 657 unidades- hasta los tan sólo 980 de este prototipo bautizado como Evoluzione.
Sin duda toda una proeza en investigación y desarrollo, acompañada además por la potenciación del V12 hasta los casi 500 CV -el LP5000 QV se quedaba en unos 455 CV- para dar así unas previsiones pavorosas en lo relativo a la relación peso/potencia.
Desgraciadamente ni la situación financiera de Lamborghini ni la propia radicalidad del Countach Evoluzione jugaron a favor de llevarlo a serie; eso sí, aquello no quitó importancia a la relevancia histórica de semejante diseño pues, a fin de cuentas, resultó ser uno de los bancos de pruebas más prolíficos en la historia de la casa italiana, llegando a nacer en su seno soluciones técnicas posteriormente aplicadas en el Diablo.
En fin, un excelente trabajo a firma de Horacio Pagani, quien en 1988 abandonó Sant’Agata debido a la creación de su propia empresa centrada en el uso de materiales ligeros aplicados al automovilismo.
Imágenes: Lamborghini Polo Storico