El fin de semana del 13 al 15 de junio acudimos en calidad de expositores a la primera edición de Exclusive RetroClásica, feria del automóvil y el ferrocarril. Dicha feria tuvo lugar en el precioso Museo del Ferrocarril situado en la antigua estación de Delicias de Madrid, que es preservada por el equipo de Carlos Abellán como un verdadero santuario de este tipo de maquinaria y como un espacio multiusos donde se llevan a cabo, normalmente de manera periódica, diferentes iniciativas.
La más conocida de estas es el encantador Mercado de Motores, dedicado a la venta de todo tipo de artículos vintage en un ambiente inmejorable de atención al detalle, música en directo y restauración. La entrada al Mercado de Motores es gratuita, mientras que en el caso de RetroClásica había que pagar 8 euros, si bien vale la pena destacar que parte significativa de ese importe iría destinado a organizaciones benéficas así como también a las arcas del Estado. Por otro lado, cuando no se celebran ferias en el interior del museo, el precio de la entrada general es de seis euros.
Por lo dicho, probablemente ya habréis deducido que la idea de una feria en el Museo del Ferrocarril me parece magnífica. Caramba, ¡si hasta tienen un vagón cafetería de los años treinta en activo! El lugar es una auténtica pasada y un marco incomparable en el que exponer vehículos antiguos, por lo que deseo encarecidamente que se celebre una segunda edición (a poder ser con unos precios para expositores similares, ¡qué eran la bomba!).
Sin embargo, y en mi modesta opinión, los organizadores de RetroClásica tienen que tomar ejemplo de otras iniciativas ya mencionadas y prestar más atención al detalle. Ya lo decía el incombustible Guillermo, que al ser la primera intentona les iban a dar por todos lados… Yo no pretendo ni mucho menos eso; reconozco el esfuerzo realizado, pero a partir de aquí más que contar la feria preferiría hacer un poco de crítica constructiva con el objetivo de aportar mi pequeño granito de arena a una afición que día tras día construimos todos.
¿Qué queremos hacer?
Así que vamos allá: En primer lugar, me parece que la voluntad inicial de sacrificar la rentabilidad en aras de la riqueza de la exposición no ha dado todos los frutos que se esperaban. El Museo del Ferrocarril no es muy grande y, sobre todo, es visitado por todo tipo de público, por lo que pienso que es necesario asegurar una muestra de coches que apuntale su prestigio de cara a siguientes ediciones. Con esto no quiero decir que esta fuese mala, si no más bien que podría ser mejor y, sobre todo, estar mejor presentada.
Con sinceridad, como aficionado no vi más que una decena de cosas que me sorprendiesen; en concreto, una furgoneta Austin Special, un Alfa-Romeo Duetto, un Fiat Moretti, una Alfa Giulietta berlina, un MG J2, un Cadillac Eldorado y sendos Chevrolet Impala y Corvette de segunda serie, entre otros.
Respecto a las familias que venían a ver el increíble museo, creo que, aunque la exposición era variada, se merecen una representación más efectiva de la Historia del automovilismo de manera que puedan hacerse una idea precisa de su evolución. Unos carteles con la descripción detallada de la trascendencia de cada modelo hubiesen ayudado, así como también algo de iluminación que contribuyese a su realce. Asimismo, el que los vehículos se encontrasen en perfecto estado, tanto si se trataba de un 600 como de un Hispano.
El sábado un dúo musical latino tocó unas más que apropiadas canciones de jazz y salsa que hicieron las delicias de quienes admiraban los inmaculados trenes. También las de aquellos que observaban los añejos automóviles, aunque en algunos casos quizá sin llegar a poder recrearse plenamente debido a la falta de iluminación ya dicha y a que todavía lucían la estampa que les habían dejado las tormentas del miércoles y el jueves por la tarde.
Llevaban dos días a cubierto… ¿por qué nadie los había limpiado? Ver el Corvette con el capó lleno de mugre me llegó al alma; y, francamente, creo que esto no tiene excusa.
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1- Seat 1400 de policía, Fiat Moretti y Alfa-Romeo Giulietta, en penumbra
2- Parte de la exposición en los arcenes, el domingo por la tarde
Endiablados detalles
RetroClásica no llegaba a llenar ni a entendidos ni a profanos, por lo que al final la afluencia de público durante el fin de semana fue discreta, aun a pesar de haber sido difundida por diversos medios de comunicación. Es posible que ese fuera el problema: ¿para quién se hacía esta feria? Habría que arrimarse hacia un extremo o el otro, pero no nadar entre dos aguas. En cualquier caso, no creo que ni los aficionados ni las familias vayan al Museo del Ferrocarril a disfrutar de un Fiat Moretti desaliñado y sucio que apenas se ve. Estoy convencido de que no es el sitio.
En fin, que si el dinero no es un factor clave, yo lo que haría allí sería una preciosa exposición de vehículos antiguos que dejase al visitante con la boca abierta y que le aportase una idea general de lo que ha sido la evolución del automovilismo mediante ejemplares impecables presentados de una manera apropiada. En este sentido, creo que Madrid Motor Days es un buen referente del que tomar ejemplo; al igual que el Mercado de Motores que mencionábamos al principio, se trata de un trabajo excelente hecho con mimo.
Habrá quién piense que ya que soy tan listo por qué no me pongo manos a la obra… Y digo yo que también nos hacen falta cronistas, aun con todas sus imperfecciones.
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