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Crónica de la XVI Feria de Oviedo

En la capital de Asturias, el 21 y 22 de septiembre se celebró la 16ª edición de la Feria Internacional del Vehículo Clásico “Ciudad de Oviedo”. Este certamen está organizado por la Asociación Asturiana del Motor Clásico, formada por un grupo de entusiastas de los vehículos de colección, que cuentan año tras año con el fervor de quienes vivimos con intensidad esta afición.

Con su cartel pegado al parabrisas, medio centenar de clásicos variados estaban a la venta en la zona externa del recinto ferial, lo que ampliaba el ambiente fuera del Palacio de los Deportes.
Allí había ejemplares de Ford Fiesta, Renault 5 o Seat 127, así como Seat 600, un nutrido grupo de Mercedes-Benz de los ’80 y hasta espectaculares coches americanos, entre ellos un Dodge Lancer de 1962 montado en Suiza y un Chrysler Le Baron Town & Country, con sus características planchas laterales de madera.

Ya dentro del edificio, había una exposición dedicada al 50º aniversario del Rallye Príncipe de Asturias. En ella se mostraban fotografías de cada una de las ediciones. Por otro lado, también se exhibía un surtido grupo de coches de rallyes que habían participado alguna vez. Entre ellos, el Rover Metro 6R4 con que corrió el piloto inglés Malcolm Wilson, el Citroën Visa GTI de José Bernardo Pino y el Ford Escort RS Cosworth de Daniel Alonso, que logró la victoria absoluta en 1993 con este coche de grupo N.

Pie de foto
Citroën Visa GTi de J.B. Pino, en el marco de la exposición dedicada al 50 aniversario del Rallye Príncipe de Asturias

Tampoco faltó el recuerdo de unos hechos memorables ocurridos exactamente hace 60 años, que fueron los ocho récords de velocidad conseguidos por Pegaso en la autopista belga de Jabbeke. No en vano, aquel 21 de septiembre de 1953 iba al volante del Pegaso Bisiluro el piloto asturiano Celso Fernández.

De todos modos, otros aficionados preferirían acercarse a varios de los 87 stands, entre ellos los numerosos de venta de piezas, tanto de clásicos como de motos de colección. También había espacio para los miniaturistas, así como para los coleccionistas de objetos de automobilia e incluso para quienes querían contactar con un tapicero profesional, o con un especialista en cromados y zincados.

8.000 visitantes

Los aficionados tenían ante sí un grupo amplio de clásicos en venta, tales como un Ferrari 400i (por 22.000 €), un Ford Thunderbird de 1957 (36.000 €) o un Lancia Aurelia B20 pendiente de restauración (65.000 €). Y si se miraban modelos más asequibles, se vendió un impecable Renault 4 Super de 1965, recién terminado de restaurar, por algo más de 6.000 €. Y tampoco era mala oportunidad un Alfa Romeo Sprint 1500 Quadrifoglio Verde, rojo como la pasión y por el que pedían 3.900 €; o llevarse a casa una Bultaco Alpina, que parecía nueva y en cuyo cartel ponía 1.800 euros.

Pie de foto
Coches del monográfico Bentley, del que hablaremos a continuación

Hubo ocasión asimismo para deleitarse ante los tres autos de la monográfica Bentley, encabezados por un impresionante 4,5 Litre Supercharged de competición. Y a su lado, una limusina S1 y un coupé Continental, ambos de 1958.

Además, la Fundación Estanislao Reverter exponía imágenes referentes a la brillante carrera deportiva del piloto orensano. En el stand, se podía contemplar el Goggomobil con que corrió Estanislao en el Rallye RACE de 1963, al tiempo que se manifestaba la voluntad de restaurar el mítico Alpinche, para lo que hará falta contar con la aportación humana y económica de todos.

Y dentro de las concentraciones programadas, el sábado visitaron la feria un grupo de aficionados que habían llegado al volante de quince Ford T y Ford A. Una buena ocasión para asistir a un arranque del motor con la manivela… y ver qué alegres ruedan esos autos casi centenarios. Como contraste, el domingo les toco el turno a cien motos clásicas, entre las que había varias con sidecar, que realizaron un recorrido matinal por las carreteras asturianas.

Como conclusión, señalar que la feria fue visitada por ocho mil personas, una cifra similar a la de las dos anteriores ediciones.
 
 

 
 

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Escrito por Ignacio Sáenz de Cámara

Desde muy pequeño, sentí atracción por cualquier vehículo, independientemente de que fuese el Renault 4 de mi padre, la furgoneta DKW 800 S de mi abuelo o la Lambretta del tío Santos. Y por supuesto, de los coches que a partir de los 11 años veía en las revistas del motor. También me gusta escribir, razón de que tras abandonar la docencia trabajase como redactor y probador en Autopista... Ver más

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