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Cuando Renault batía récords mundiales, la época de los 40CV (NM) y Nervasport des Récords

Antes de la Segunda Guerra Mundial la incipiente industria automovilística vivía una escalada evidente en relación a los récord de velocidad; un tipo de competición en el cual Renault tuvo un papel importante gracias a dos modelos especiales fabricados a partir de piezas extraídas de la propia cadena de montaje relativa a sus automóviles de gran serie.

Con 35 victorias en grandes premios de F1 a sus espaldas, Renault es una marca referencial cuando hablamos de competición durante las últimas décadas. Asimismo, modelos como el R5 Turbo son esenciales si queremos comprender la historia de los Rallyes al tiempo que, en Le Mans, su Alpine A442 marcó un hito al ser el primer modelo con turbocompresor en ganar la prueba de resistencia allá por 1978.

Una querencia evidente por la bandera a cuadros la cual, aun teniendo su eclosión hace ahora en torno a medio siglo, ya vivió sus primeras manifestaciones desde el inicio mismo de la marca.

Es más, aquella pulsión deportiva llegó a segar la vida de Louis Renault -uno de los hermanos fundadores- cuando, pilotando él mismo un coche de la marca, fue una de las siete personas fallecidas durante el transcurso de la malograda París-Madrid de 1903.

Dicho esto, aunque Renault se decantó por la producción en serie y no por los diseños de competición, lo cierto es que ésta nunca dejó a un lado la participación en carreras y récords de velocidad. De hecho conocía bien las posibilidades publicitarias brindadas por tales acciones, las cuales condicionaron la creación de óvalos legendarios como los de Brooklands, Monza, Indianápolis o Montlhéry.

EL AUGE DE LOS ÓVALOS DE VELOCIDAD

Éste último situado a las afueras de París y, justo durante el presente año 2024, protagonista de su primer centenario albergando distintas muestras dedicadas a los vehículos de preguerra.

Eso sí, hace en torno a un siglo no fue un lugar dedicado al recuerdo plácido del pasado sino, más bien, al puro ejercicio de la velocidad a cargo de intrépidos pioneros sin demasiado apego a la integridad física. Gracias a ello, fue el escenario de los récords internacionales logrados por los Renault 40CV (NM) y Nervasport des Récords.

Esta fotografía de Unai Ona fue realizada en el último festival de Montlhéry muestra en primer plano al 40CV seguido del Nervasport, el cual es una réplica realizada recientemente por Renault.

Dos diseños clave para el automovilismo galo y que, utilizando chasis y mecánicas de gran serie, lograron llegar a registros asombrosos para su época con velocidades punta de hasta 190 km/hora o el no parar más que a repostar y cambiar piloto durante 48 horas seguidas incluso marcando medias superiores a los 170 km/hora.

RENAULT 40CV (NM), LA ATRACCIÓN DE MONTLHÉRY

A comienzos de los años veinte Renault ya era un fabricante consolidado con intereses en la aeronáutica, el automovilismo y los ferrocarriles. Además, su apuesta por la movilidad también cubría segmentos exclusivos como aquel para el cual se ideó el 40CV de 1911. Carrozado en multitud de variantes y acabados, éste contaba con un motor de seis cilindros en línea con 7.539 cc ya en su primera serie.

Además, llegados a 1922 la carrera tecnológica emprendida por Renault lo elevó hasta los 9.120 cc de cilindrada al tiempo que incorporaba unos novedosos frenos hidráulicos. Todo ello con más de cinco metros de largo, 2.600 kilos en báscula y un consumo de hasta 27 litros cada cien kilómetros. En fin, algo tan sólo al alcance de los bolsillos más desahogados.

Dicho esto, la inauguración del óvalo de Montlhéry en 1924 hizo volar la imaginación de Renault respecto a las posibilidades deportivas del 40CV. Y es que, gracias a la generosa cilindrada, su motor ofrecía grandes posibilidades prestacionales con tan sólo algunos ajustes. Además, los conocimientos aeronáuticos acumulados por la casa del rombo ayudaron a crear una carrocería estrecha pensada por y para la velocidad.

PRIMEROS RÉCORDS INTERNACIONALES

Con todo ello, en 1926 Renault presentó el 40CV (NM). Una unidad creada para ensombrecer a los récords internacionales de velocidad a cargo del británico Malcolm Campbell, quien justo dos años antes había alcanzado los 235,22 km/hora en la playa galesa de Pendine a lomos del Sunbeam 350HP con motor de avión. Eso sí, ya que el seis cilindros en línea del 40CV tenía poco que hacer en velocidad punta frente al V12 del Sunbeam, en Renault optaron por disputar récords relativos a resistencia y velocidad media.

Llegados a este punto, los ajustes realizados sobre un bloque de estricta serie elevaron la potencia por encima de los 130 CV a 1.800 rpm al tiempo que la carrocería de competición rebajaba el peso en hasta 800 kilos. Asimismo, a fin de gastar el menor tiempo posible en las paradas se coordinó a un equipo de catorce personas trabajando al mismo tiempo para cada una de las entradas a boxes.

De esta manera, el desempeño del Renault 40 CV (NM) fue todo un éxito, cosechando tanto el récord mundial de las 50 millas -con una media de 190,013 km/hora- como el de las 24 horas -cubriendo 4.167,57 kms a una velocidad media de 173,6 km/hora-. En fin, no sólo espectacular en términos de cronometraje sino también muy efectivo en relación a la imagen de fiabilidad desprendida por la marca.

LA FÓRMULA SPORT Y EL NACIMIENTO DEL NERVASPORT DES RÉCORDS

A comienzos de los años treinta Renault asentó la fórmula de sus vehículos «Superpuissance«. Creados con un claro afán deportivo, estos se basaron en acoplar el generoso motor de una gran berlina sobre el chasis más corto de un modelo inferior. Debido a ello, la relación peso/potencia aumentaba al tiempo que las prestaciones -y el comportamiento- satisfacían los anhelos del comprador más “sport”.

Dicho esto, en 1932 la presentación del Nervasport ponía sobre la carretera este concepto partiendo de la mecánica con ocho cilindros y 4.241 cc vista en el presidencial Nervastella. Todo ello dando unos 100 CV de potencia en combinación con carrocerías que, desde mediados de los años treinta en adelante, confirmaban un interés evidente por la aerodinámica.

De hecho, todo aquello reavivó el interés de Renault por los récords internacionales, presentándose en 1934 el Nervasport des Récords encomendado en su creación a Auguste Riolfo; a la sazón, veterano de la aviación militar francesa al tiempo que excelente mecánico, muy interesado en la aplicación de la aerodinámica tanto en aviones como automóviles y, años después, jefe de pruebas en Renault así como diseñador del 4CV.

1934, DE NUEVO EN MONTLHÉRY

Si con el 40CV (NM) Renault había dado muestras de velocidad y fiabilidad gracias al récord de las 24 horas, con el Nervasport des Récords redobló la apuesta buscando marcas relativas a las 48 horas. De esta manera, durante los días 4 y 5 de abril el equipo de la marca se trasladó de nuevo hasta el óvalo de Montlhéry a fin de hacer al rodar a su nueva criatura sobre los peraltes al máximo ritmo posible.

Fruto de aquello fueron hasta doce récords de alcance mundial, siendo el más recordado el de las 48 horas, fijado en 8.037 kilómetros a una velocidad media de 167,445 km/hora incluyendo paradas que, como en el caso de 1925, se efectuaron con una coordinación y precisión milimétricas.

Además, aunque el motor había sido retocado en verdad era una mecánica atmosférica prácticamente de serie con sus ocho cilindros en línea, 4.825 cc y unos 108 CV. Sin duda una muestra excelente en relación a la calidad de la gama Renault, la cual no dudó en sacar pecho a través de numerosos materiales publicitarios alusivos a la gesta del Nervasport des Récords. Y es que, como bien sabía Francesc Xavier Bultó “las ventas siguen a la bandera a cuadros”.

Imágenes: Renault

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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