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De qué hablamos cuando hablamos de clásicos, definiendo los términos de la conversación

Aunque nos acabemos entiendo, lo cierto es que la falta de precisión a la hora de decir clásico, histórico o simplemente viejo está produciendo ciertos problemas en la afición.

Aunque finalmente nos entendamos, lo cierto es que utilizar distintas palabras de forma imprecisa no ayuda a aclarar los términos de la conversación. Así las cosas, en no pocas reuniones e incluso publicaciones se observan afirmaciones como “este coche tiene matrícula de clásico” o “un coche histórico no puede entrar en el centro” cuando en verdad quieren expresarse otras cuestiones similares -sí- pero no iguales.

Debido a ello vamos a intentar poner luz sobre qué expresamos cuando hablamos de clásicos; una cuestión necesaria a fin de entender bien el ámbito al cual pertenecemos, recurriendo a diccionarios y legislaciones en la medida de lo posible mientras que en otros casos el debate semántico sí habrá de ser tolerablemente más abierto.

Dicho esto, lo razonable es comenzar acotando qué entendemos por “histórico”. Un término al cual sí podemos llegar desde la objetividad de la ley, recurriendo para ello a lo expresado por la DGT; una institución que si bien a algunos les pueda disgustar es a día de hoy la autoridad a acatar.

QUÉ ES UN VEHÍCULO HISTÓRICO

Se considera vehículo histórico aquel vehículo que por su antigüedad, interés o singularidad merezca una consideración especial que proteja su carácter representativo. La figura del vehículo histórico ofrece una protección que permite resguardar el patrimonio cultural y simbólico de nuestro tiempo, a la vez que permite la utilización del vehículo con la debida seguridad técnica y mecánica”.

Podrá ser considerado histórico un vehículo con, al menos, 30 años desde su primera matriculación o fabricación y que se encuentre en estado original. No puede haber sufrido cambios en sus características o componentes principales como son motor, frenos, dirección, suspensión o carrocería”.

Con estas coordenadas sobre la mesa está bien claro lo que la legislación española entiende por “vehículo histórico”, permitiendo así una definición exacta del término gracias a criterios objetivables como los años de antigüedad, el estado de fábrica -o al menos una conservación respetuosa para con el mismo- y, claro está, la posesión de la matrícula o identificación correspondiente.

En suma, fuera de filias y fobias cualquier vehículo con más de tres décadas y un respetuoso estado original puede lograr la categoría legal de “histórico”. Por tanto es perfectamente posible ver un sencillo Ford Fiesta en dicha situación mientras que todo un Ferrari V12 de los años sesenta puede no serlo si es que el propietario prefiere seguir con el registro y servicio “normales”.

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE CLÁSICOS

Como hemos comprobado no hay duda alguna sobre el término “histórico” en relación a un vehículo poseedor de los certificados legales creados para ello. No obstante, cuando pasamos a la consideración de “clásico” las cosas empiezan a ponerse más complejas debido a la subjetividad con la cual podemos aplicar dicho calificativo; el cual, a resueltas, no es precisamente sinónimo de “histórico” aunque se mueva en cronologías equiparables.

Bajo este contexto, lo más adecuado es enmarcar el debate dentro de las definiciones registradas en la RAE. En base a ello, la 8ª acepción entiende por “clásico” aquello “que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso”.

Una afirmación en base a la cual los actuales eléctricos nunca podrían llegar a ser clásicos -aunque el propio Ferdinand Porsche ya crease híbridos antes de acabar el siglo XIX– puesto que han nacido apartándose de la norma; exactamente igual que un Ferrari 288 GTO, el cual marcó un punto y aparte con el uso del turbocompresor dentro de una marca tradicionalmente apegada a los motores atmosféricos.

HAY QUE SER CUIDADOSO CON LOS TÉRMINOS

Dicho de otra forma: no tiene sentido alguno aplicar a discreción la consideración de “clásico” a nuestro libre albedrío pues podríamos estar barriendo del mapa diseños que, si bien con el tiempo han pasado a ser canónicos al marcar nuevos y prolíficos referentes, en su día fueron de todo menos continuadores de lo clásico, de lo establecido.

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Asimismo, la 4ª acepción nos da un campo de juego muy interesante al decir “perteneciente o relativo al momento histórico de una ciencia en el que se establecen teorías y modelos que son la base de su desarrollo posterior”. Una afirmación donde podría moverse a las mil maravillas un Ford T, capaz de ejemplificar como ningún otro automóvil el tránsito de la pequeña producción artesanal a la gran serie realizado en las cadenas de montaje.

SEGUIMOS HABLANDO DE CLÁSICOS

Alejándonos del centro de la polémica la 2ª acepción nos plantea algo muy interesante al entender como “clásico” aquello “que pertenece al período clásico”; es decir, al de “mayor plenitud de una cultura, de una civilización, de una manifestación artística o cultural”.

Un enfoque donde sí encontramos más razones para la objetividad, pues realmente no resulta complejo -siempre y cuando veamos al automovilismo bajo una mirada enciclopédica– señalar cuáles han sido los diseños más representativos a la hora de ilustrar las diferentes tendencias, modas, segmentos o usos del automovilismo.

Simca 1000 GT Red

Llegados a este punto, por mucho que a usted le pueda soliviantar ver un Prius junto a un E-Type lo cierto es que ambos merecen con plena justicia el calificativo de “clásicos”. El segundo por ser un epítome para el canon británico mientras que el primero en base a representar el inicio de un nuevo tiempo para el automovilismo de masas cumpliendo así con la 3ª acepción de la RAE: “que se tiene por modelo digno de imitación”.

OTROS TÉRMINOS A TENER EN CUENTA PARA SABER DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE CLÁSICOS

En suma, viéndolo fríamente la consideración de “clásico” puede dar pasadas inesperadas pues, aunque parezca paradójico, si un vehículo sobrio y anodino ha introducido novedades capaces de establecer un nuevo canon para el automovilismo éste puede ser bastante más “clásico” que un espectacular pero al fin y al cabo poco representativo Lamborghini Diablo.

Además, fuera de la contraposición entre objetividad y subjetividad inherente a enfrentar los términos “clásico” e “histórico” la afición al automovilismo más señero cuenta con otros vocablos a tener en cuenta.

Para empezar está lo que unos llaman “youngtimer” mientras otros prefieren denominar “preclásico”. Es decir, el automóvil que ha pasado de ser simplemente “viejo” -desde los 10 hasta los 25 años- para entrar a un ámbito temporal donde los coleccionistas empiezan a mostrar interés.

Y cuidado, porque aunque a priori esto pueda ser excelente -de hecho lo es, poniendo en valor automóviles interesantes antes de que el tiempo y el descuido haya achatarrado a casi toda su producción- en este momento está tirando de los precios al alza debido a cómo se viene arriba más de un aprovechado con altas dosis de autoestima.

Dicho de otra manera: no es ni medio normal contemplar cómo no pocos propietarios piden auténticas barbaridades por coches no sólo sencillos y populares sino incluso bastante recientes, todo ello argumentando que están en posesión de un supuesto “clásico” por tener éste tan sólo unos 25 años e incluso una producción realmente masiva.

Además, la creciente afición por estos modelos -así como la excesiva atención dada a los mismos por la prensa especializada en históricos- está arrinconando peligrosamente a los vehículos más “antiguos” y “veteranos”; dos términos con los cuales nos acercamos a los automóviles de “preguerra”; los cuales, dicho sea de paso, suelen aunar en perfecta armonía los calificativos de “clásico” e “histórico”.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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