El 27 de junio de 2009, Luis Barato salió de Tarifa con su descapotable cincuentón inglés, un Hillman Minx. Se fue hasta el cabo Norte y regresó a casa después de haber recorrido 17.000 kilómetros. Cuatro años después, vemos que el coche y el dueño siguen manteniéndose en forma.
Seguro que has soñado con hacer un viaje como éste. Preparar tu clásico y tu equipaje, trazar una ruta y a disfrutar conduciendo. Sin embargo, siempre resulta fácil encontrar la disculpa para demorar esa aventura tan enriquecedora. Que si la familia, que si no sabes idiomas nórdicos ni del Este, que si eso costará un pastón en gasolina…
A sus 58 años, Luis deseaba vivir en sus propias carnes un viaje como el que emprendió el periodista británico Richard Pape, quien en 1955 salió desde Noruega con un Austin A90 Westminster con destino a Sudáfrica y que relató su gesta en la novela Cape «Cold to Cape Hot».
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Los preparativos y la salida
Del deseo a la realidad. Luis elaboró un presupuesto y se puso a sumar posibles gastos. Además de los peajes de los puentes y la gasolina, había que pagar travesías en ferry, campings, manutención y otros, apartado este último de difícil previsión. Salían 10.240 €, una cantidad superior a la que esperaba y respetable para tratarse de un periplo de 35 días.
Para compensar un gasto tan alto, se lanzó a la búsqueda de patrocinadores, tanto de organismos públicos como de entidades privadas. Al final, logró aportaciones de la empresa de transportes internacionales Crossways Services, del restaurante madrileño «El Bierzo», que está muy cerca de su trabajo, y de su amigo Nicolás, que le dio 100 euros.
También encontró dos compañeros de viaje. Su amigo de la infancia Félix Matesanz, que realizó el recorrido con él a bordo del Hillman, pero que se volvió a España desde Ginebra. Y Valentín Salvador, que emprendió esta misma odisea a lomos de su Vespino. Lógicamente, Valentín iba a un ritmo diferente, pero entre los tres crearon una beneficiosa simbiosis. Y, como veremos más adelante, también hubo un cuarto en discordia.
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El 27 de junio salían desde Tarifa, la puntita del rabo de la «Piel de Toro», y completaban la etapa en Jaén (414,5 km). Al día siguiente llegaban hasta Robregordo (Madrid) y en la tercera jornada dormían ya en Guéthary (Francia), siempre por carretera y evitando las autopistas. El 1 de julio, quinto día de viaje, llegaban a París.
Para no acabar reventados, tomaron la norma de descansar los días 6º, 12º, 24º y 31º, más el 14 y 15 de julio que pasarían en Cabo Norte. Por tanto, dedicaron el jueves 2 a pasear en París. Los primeros 3.700 km a través de España, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y Dinamarca fueron entretenidos, porque había variedad, buen clima y carreteras adecuadas.
El 5 de julio ya estaban en Christianfeld, en la costa danesa, listos para tomar en la mañana siguiente el barco a Haegeland, hacia Noruega.
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¡Qué larga es Noruega!
Nos cuesta imaginarlo, porque nuestra península tiene de punta a punta poco más de 1.300 Km. y eso ya nos parece mucho. Y es que desde Haegeland hasta el Cabo Norte les quedaban 2874,4 km, con la particularidad de que las carreteras son más lentas y en varias ocasiones es necesario atravesar los fiordos en barco, con los consiguientes tiempos de espera.
Por suerte, cuanto más al norte estaban mejor tiempo les hizo. Superado el Círculo Glacial Ártico, les faltaban 370 kilómetros, aunque al llegar a la costa tenían que adentrarse en un túnel de peaje, de casi 7 km de longitud y que conectaba por debajo del mar de Barents -a 212 metros de profundidad- con la isla de Mageroya, que es donde está el Cabo Norte.
Aún quedaban 50 Km. de rectas, a través del paisaje árido de la tundra.
¡Estábamos en el cabo norte!
Con la emoción de la llegada, a las 14 h, pagaron por entrar al recinto y pronto vieron que era un lugar demasiado turístico, al que llega la gente en el típico autobús de agencia de viajes. Gracias a un chico asturiano que trabajaba allí, supieron que la única forma de sacarse una foto junto al monumento era esperando hasta las dos y media de la madrugada.
A esa hora se va todo el mundo y aquello queda libre bajo la luz tenue del sol ártico. Sabido esto, se fueron a descansar en una casa de madera de un pueblo cercano, del que regresaron a las 23:30 horas, a plena luz del día.
Como ya habían acordado a través del foro Piel de Toro, coincidieron con Jesús y Almudena, que habían subido desde León con su Seat 131-1430 anaranjado y matrícula de Jaén. Aprovecharon a ver los atractivos del lugar, pensado para el turismo, y a la hora aconsejada accedían a bordo de “Minxi” y de la Vespino al lugar tan anhelado. ¡Su sueño se había cumplido!
El regreso
Los consejos de Almudena y de Jesús les ahorraron kilómetros en el descenso por Finlandia. En tres días estaban descansando en Helsinki, desde donde tomaron un barco a Tallin, la capital de Estonia. Quedaban ocho días para llegar a casa, por lo que el paso rápido por Lituania y Letonia permitió dedicar tiempo a Varsovia, la capital polaca.
A continuación, con la ciudad de Praga programada en el GPS, descubrieron que en Eslovaquia también hay un pueblecito del mismo nombre cerca de la frontera húngara, lo que les supuso un rodeo – muy atractivo por cierto- de 1200 km suplementarios.
La bella y monumental Praga de la República Checa mereció un día entero, y después de una breve incursión en Austria el siguiente destino era Ginebra, una ciudad bien conocida por Luis y en la que se tuvo que despedir de Félix, que tenía que regresar en avión a España.
En espera de Valentín, Luis paseó por lugares que le traían recuerdos y visitó a unos viejos amigos que residen en la elegante ciudad suiza. Una jornada más y llegaba a Arenys de Munt, donde su amigo Kiku revisó a Minxi. Madrid le esperaba y, el 29 de julio a las 22,30, llegó a casa. Atrás quedaban 18 países, 17.000 kilómetros y 35 días.
[su_quote cite=’- Luis Barato’] “A casi cuatro años vista, uno piensa con nostalgia en los recuerdos francamente agradables de las peripecias vividas. Y los malos ratos se tornan en el recuerdo en experiencias propias de la auténtica realidad del ser.
El mensaje que difundo a los incrédulos y poco emprendedores es de ánimo para realizar y propiciar este tipo de turismo, no exento de aventura, que hace del automóvil el núcleo principal de esta clase de eventos. Y que obliga a la comunicación, convivencia y compañerismo en medios no habituales a la vida cotidiana.
Espero nuevamente volver a revivir tan gratos recuerdos, mucho mejor en solitario que en grupos que te hagan distraer los sentidos. Eres tú y tu automóvil, que se funden en un solo ser.” [/su_quote]
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Los incidentes:
– En un túnel noruego, el camión de un polaco rozó todo el lateral izquierdo de “Minxi”. En Oslo tuvieron que esperar casi dos días a que reparasen el siniestro.
– Una cruceta de transmisión comenzó a sonar nada más llegar a Noruega. Muchos talleres estaban de vacaciones pero al final encontraron repuesto, de nuevo en Oslo.
– La cruceta volvió a hacer ruido cerca de Perpiñán. Luis siguió a menor velocidad para llegar a Arenys de Munt, donde le esperaba su amigo Kiku. El ruido era porque sólo estaba sujeta por un tornillo… a punto de soltarse.
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Caballo de hierro
El modelo que eligió Luis para realizar esta aventura es un Hillman Minx Series III de carrocería descapotable, fabricado en 1956 y que era novedad en aquel año. No en vano, Luis es el presidente del «Autoclub Grupo Rootes España» y profundo conocedor de los vehículos construidos por las marcas inglesas Hillman, Humber, Singer y Sunbeam.
Singer fue la primera en desaparecer, en 1970, mientras que sus tres compañeras de grupo cerraron sus puertas en 1976, en plena crisis de la industria británica. Sin embargo, son coches fáciles de mantener por sus propietarios y, en el caso del Hillman Minx, ser descapotable y tener un buen maletero lo hicieron el más adecuado para esta gesta.
Antes de emprender el viaje, que estimó de 14.000 km aunque luego hizo 17.000, Luis hizo un presupuesto que incluía un consumo de 10 l/100 km (2.100 €) y cinco cambios de aceite (240 €).
También sometió al Hillman a una puesta a punto preventiva y se aprovisionó de repuestos imprescindibles, como bujías, platinos, filtros de aceite y de aire, una bomba de gasolina, una de agua, una junta de culata, bombines de embrague y freno y un par de correas. Fue más que suficiente.
[su_spoiler title=’CUADRO DE CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS ESENCIALES DEL HILLMAN MINX’ show=’false’]
Motor: | 4 cilindros en línea delantero longitudinal |
Cilindrada: | 1.494 cc. |
Potencia: | 50 CV a 4.600 Rpm |
Par motor: | 92 Nm a 2.400 Rpm |
Caja de cambios: | Manual, de 4 velocidades + overdrive |
Tracción: | Trasera |
Frenos: | Tambores |
Neumáticos: | 5.60-15 |
Capacidad del maletero: | 370 l |
Capacidad del depósito de combustible: | 33 litros |
Largo/ancho/alto: | 4.115 / 1.540 / 1.510 mm |
Vías/Batalla: | 1.245 – 1.322 / 2.440 mm |
Peso en vacío: | 960 kg |
Velocidad máx.: | 130 km/h |
Consumo medio: | 9 litros |
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