Ayer por la mañana Ferrari desveló su fabuloso F80, el último integrante de una saga, la de los Ferrari fuera de serie, que cuenta entre sus integrantes con alguno de los coches más especiales de la historia. Hablamos de lo más granado de la marca del cavallino rampante, superdeportivos que han disparado al imaginación de grandes y pequeños en las últimas décadas.
Antes de entrar en materia, recordemos que el Lamborghini Miura fue el encargado de definir el concepto de superdeportivo moderno. Dibujado por el genial Marcello Gandini, contaba con motor central y redefinió tanto el diseño como el esquema mecánico la categoría. La propia Ferrari, que inicialmente siguió apostando por montar el propulsor delante, acabó claudicando con el lanzamiento del 365 GT4 BB, la Berlinetta Bóxer.
QUÉ ES UN FUERA DE SERIE
En todo caso, este artículo no va únicamente de superdeportivos, sino de eso que hemos dado en llamar “fuera de serie”. La denominación no deja demasiadas dudas, se trata de modelos que no se fabrican en serie. Por lo tanto, en el caso de Ferrari, hablamos de lo más especial de la marca más especial. El concepto nace en los años 80, pues antes, especialmente en los años 50 y 60, muchas marcas de deportivos, entre ellas Ferrari, ensamblaban sus coches de manera prácticamente artesanal.
También se hacían los coches en tiradas limitadas, pero impuestas por la cadencia de producción de la propia marca y porque el mercado era muy pequeño. Cuando hablamos de fuera de serie, nos referimos a que el número de unidades comercializadas se limita por decisión de la marca, en el caso que nos ocupa, Ferrari.
Es algo que se hace para aumentar el valor -precio- de los coches y situarlos como objetos de colección, lo que hace crecer su cotización posterior. Por el contrario, un efecto secundario es que, en las últimas décadas, muchos de estos Ferrari fuera de serie -y también de otras marcas- han sido pasto de los especuladores. Sin más preámbulo, arranquemos con un listado que apenas tiene seis integrantes, cualquiera de los cuales tiene su lugar en la historia del automóvil por mérito propio.
LOS FERRARI FUERA DE SERIE: EL GTO
Cuando hablamos del Ferrari GTO -Gran Turimo Omologato-, lo hacemos del modelo que desató en 1984 eso que me gusta llamar la “Era de los superdeportivos”. Desde su aparición, con la respuesta de Porsche con el 959, se vivió una época dorada en la que numerosas marcas lanzaron coches de ensueño. La renacida Bugatti, Jaguar, McLaren, Vector, Lamborghini y, por supuesto, Ferrari se sumaron a la fiesta.
En todo caso, el GTO, mal llamado 288 GTO, limitó su producción porque la reglamentación Grupo B exigía 200 ejemplares de homologación, aunque Ferrari acabaría construyendo 272 unidades. Finalmente, la categoría de circuito para la que fue concebido no llegó a ver la luz, pero por el camino nos dejó una de las más bellas creaciones de la historia de la marca. Basado en el 308 GTB, el GTO ofrecía una silueta agresiva y musculosa que sigue despertando pasiones.
Aunque lo mejor estaba debajo del capó, pues montaba un motor V8 de 2,8 litros que rendía 400 CV a 7.000 vueltas gracias a la instalación de dos turbos IHI. Con una relación peso/potencia de 2,9 kg/CV, llegaba a 100 km/h desde parado en menos de 5 segundos y alcanzaba los 305 km/h de velocidad punta. Ningún Ferrari había llegado tan lejos.
SEGUNDO ACTO: FERRARI F40
El último coche presentado por Enzo Ferrari fue posiblemente el cavallino más deseado de la historia. Era la brutal respuesta al hipertecnológico Porsche 959 al que, con los números en la mano, borraba del mapa. Ferrari decidió recorrer el camino contrario para celebrar su 40 aniversario, poniendo en la calle una bestia que había que domar prescindiendo de cualquier ayuda electrónica.
Derivaba del nonato 288 GTO Evoluzione, la versión de carreras que se quedó sin una competición en la que correr. El V8 de 2.936 cm3 rendía 478 CV a 7.000 rpm, de nuevo gracias a la ayuda de dos turbos IHI, con una potencia específica de casi 160 CV/litro. Las prestaciones eran de otro planeta, pues fue el primer coche de calle en superar las 200 millas por hora, pues alcanzaba 324 km/h. El 0 a 100 km/h lo hacía en apenas 4,1 segundos.
El problema fue que, sin ayudas electrónicas, el Ferrari F40 era imposible de domar. Incluso se dijo que hacía parecer muy atareado a un piloto experto y estúpido a uno normal. En todo caso, esa dificultad le añade un atractivo como coche que hay que conducir a la antigua usanza. La producción se fue hasta las 1.346 unidades entre 1987 y 1992, incluidas las de competición (1.311 de calle), lo que impide que sus precios hoy en día estén por las nubes.
EL PREFERIDO DE LOS PURISTAS: F50
Los aficionados más puristas de Ferrari jamás perdonaron al F40 que recurriera al turbo, por lo que la marca tomó nota para su reemplazo. Su sustituto, el Ferrari F50, llegó antes de lo previsto, en 1995, adelantándose dos años al 50 aniversario de la marca. Está claro que la firma italiana quiso aprovechar al máximo la pasión que se había desatado por los superdeportivos.
En este caso, el motor sí era atmosférico, un V12 de 4,7 litros inspirado en los usados por la marca en la Fórmula 1, cuya potencia era de 520 CV a 8.500 vueltas. Además, contaba con carrocería targa, con la idea de trasladar las sensaciones de la categoría reina a la calle. Siguiendo la estela del F40, también disponía de un gran alerón trasero, pero mucho mejor integrado en el diseño exterior.
La producción se fijó en 349 unidades, cifra que se respetó escrupulosamente, al tiempo que se incluyeron clausulas anti reventa en los contratos. El problema del F50, es que huyó de comparaciones con el McLaren F1, cuando a buen seguro que muchos esperaban que compitiera con aquel. En todo caso, llegaba a 100 km/h en 3,87 segundos y su velocidad punta era de 325 km/h.
EN EL NOMBRE DEL PADRE: ENZO FERRARI
Empezamos por aclarar una cosa, se llamó Enzo Ferrari y no Ferrari Enzo y, de nuevo, se adelantó a su fecha prevista, pues llegó en 2002. En este caso, la marca de Maranello no dudó en recurrir a la tecnología para poner en la calle el automóvil más rápido y sofisticado del momento. Uno en cuyo desarrollo participó el mismísimo Michael Schumacher que dominaba a placer la Fórmula 1 junto a Ferrari.
Los estudios aerodinámicos le hicieron tan eficiente que incluso se pudo permitir prescindir del alerón posterior que sí habían lucido sus ancestros. Además, el interior contaba con un volante tipo F1, con luces led para señalar los cambios de marcha, levas y botones para modificar diferentes parámetros. Los asientos eran de fibra de carbono y podían encargarse en diferentes tamaños para ajustarse a la talla del propietario.
El motor seguía siendo atmosférico, un V12 de 6 litros de cubicaje cuya potencia escalaba hasta los 660 CV a 7.800 rpm. La relación peso potencia se quedaba por debajo de los 2 kg/CV, lo que le permitía superar los 350 km/h de velocidad punta y llegar a 100 km/h en 3,65 s desde parado. A la hora de detener semejante despliegue, el Enzo Ferrari contaba con frenos de carbono por primera vez en un cavallino de calle. Tan sólo se fabricaron 399 ejemplares entre 2002 y 2004.
HITO TECNOLÓGICO: LAFERRARI
Si hablamos de tecnología, el LaFerrari -que no Ferrari LaFerrari- fue el encargado de introducir la hibridación en los Ferrari fuera de serie de. A su motor V12 de 6,2 litros de 800 CV, se sumaba un motor eléctrico de 163 CV que daban como resultado una potencia conjunta de 963 CV. Por supuesto, esa cifra le convirtió en el cavallino más potente de la historia.
Las prestaciones eran igualmente extraordinarias, pues superaba los 350 km/h, aunque lo más impresionante era la aceleración. Llegaba a 100 km/h en menos de 2 segundos, a 200 km/h en menos de 7s y alcanzaba los 300 km/h en 15 segundos. Por primera vez, sus líneas exteriores no estaban firmadas por Pininfarina, sino que se diseñó en el Ferrari Styling Centre dirigido por Flavio Manzoni.
Tras producir 499 ejemplares del LaFerrari entre 2013 y 2016, aún se fabricó una unidad más para subastar, cuyos beneficios -7 millones de dólares- se destinaron a las víctimas del desastre del terremoto de Accumoli. Entre 2016 y 2018, Ferrari ensambló otros 200 ejemplares de la versión descapotable, denominada LaFerrari Aperta, lo que eleva producción total del coche hasta 700 unidades.
EL ÚLTIMO FERRARI FUERA DE SERIE: F80
Puede que alguien eche de menos en esta lista el SF90 Stradale, el monstruo de los 1.000 CV que la marca ha producido desde 2019. En este caso, no se trata de un Ferrari fuera de serie, pues incluso podía configurarse en al página web de la marca. Recordemos que, de nuevo, se volvía al turbo para, junto con la electrificación, llegar a los 1.001 CV. Incluso puede rodar en modo 100 % eléctrico.
Tras esta aclaración, llegamos al Ferrari F80, cuya denominación responde a su puesto en la lista de cavallinos más especiales. El Enzo tuvo como código interno F60, mientras el LaFerrari era el F70, así que la marca ha preferido no inventar más denominaciones y retomar la secuencia que quizá nunca debieron abandonar. Nos encontramos ante la máquina más tecnológica jamás producida por la marca.
El último Ferrari fuera de serie dispone de un motor V6 de 3 litros, con la V a 120º, que, apoyado por dos turbos, rinde 900 CV a 9.000 vueltas, cifras prácticamente de Fórmula 1. Además, cuenta con hasta tres motores eléctricos -el posterior tipo MGU-K- que consiguen que la potencia combinada sea de 1.200 CV, la mayor ofrecida jamás por ningún de superdeportivo de la marca italiana.
Por supuesto, la aerodinámica es tan avanzada que le permite ser hiperefectivo, aunque en este caso, sí recurre a un alerón trasero activo que incluso puede interpretarse como un guiño a los F40 y F50. Las prestaciones son de infarto, pues apenas demora 5,75 segundos en alcanzar los 200 km/h, velocidad que logra recorriendo menos de 100 metros. La marca ha decidido aumentar la producción para el Ferrari F80, pues fabricará 799 ejemplares a razón de unos 4 millones de euros cada uno. Por supuesto, ya están todos vendidos.
Imágenes de Ferrari, Bonhams y RM Sotheby’s.