El mundo de las miniaturas es una de las grandes pasiones derivadas del automovilismo. De esta manera, custodiar un determinado modelo a escala resulta un recordatorio constante del vehículo real. Rememorando sus gestas y avances tecnológicos desde el estante de nuestro escritorio. No obstante, junto al modelismo estático también está el dinamismo del slot. Una especialidad que concita a multitud de aficionados, dando a los modelos el valor de moverse por trazados y maquetas que no pocas veces recrean fielmente el ambiente de las antiguas carreras.
Justo el contexto para el que han nacido las creaciones de Velasor. Dotadas de un exquisito detallismo combinado con la investigación realizada para reproducir fielmente algunos de los modelos de competición más significativos de la época previa a la Segunda Guerra Mundial. Así las cosas, tras haber comenzado en 2017 este taller artesanal ubicado en Barcelona ya ha recreado tres modelos icónicos para el automovilismo clásico con un lujo de detalles que no deja de impresionar. Eso sí, siempre después de un cuidado proceso de selección donde prima el encontrar un vehículo inesperado y dotado de una interesante historia en competición.
De esta manera, el proceso se inicia documentándose sobre la época en libros que sirven a la elección del trabajo. Tras esto llega un amplio y detectivesco trance en el que buscar planos, fotos, archivos e incluso contacto directo con familiares de ingenieros o pilotos. Algo que añade encanto a los modelos de Velasor. Pues en su gestación siempre se ha conseguido dar con descendientes o personajes que tuvieron mucho que ver con la historia de cada diseño. De hecho, en el caso del Sascha llegaron hasta el nieto de su diseñador, Ferdinand Porsche. Y en el del Bugatti lograron los planos originales conservados por Bugatti Trust.
ARTESANÍA DE VANGUARDIA
Nada más ver las primeras fotografías que Sergio Calleja nos mostró del Bugatti T13 caímos rendidos ante estos modelos de slot. No sólo hechos con una extrema precisión en la recurrente escala 1/32, sino también completamente practicables con piezas móviles, motores reproducidos e incluso ballestas móviles. Todo ello a través de unas 250 piezas en cada modelo, pudiendo tener algunas de ellas poco más de un milímetro de grosor. De esta manera, el montaje artesanal en el taller resulta un trabajo de gran precisión donde el equipo de Velasor se afana con instrumentos de precisión, torno y fresadoras.
No obstante, el proceso de montaje sólo es posible después del diseño de las piezas. Fase en la que se muestra toda la capacidad de innovación depositada en Velasor, pues antes de llegar al modelado en resina, latón madera o cualquier otro material según corresponda a la pieza, se realizan multitud de dibujos en 3D. Si a eso se le suma un cuidado estudio del coche que acaba en el libro acompañante a todas las unidades de slot, se tiene por resultado unos de los productos más finos que hoy en día hemos podido ver en relación a miniaturas y, seguramente, el más elaborado en materia de slot.
UNA ERA DE PIONEROS DEL AUTOMOVILISMO
Más allá de su proceso de fabricación, lo que más nos llamó la atención de Velasor fue el gusto exhibido a la hora de escoger los modelos. Por ahora sólo tres dada la enorme carga de trabajo supuesta por cada uno de ellos, pero realmente atractivos al ser modelos tan referenciales como inesperados. Y es que en el mundo del slot es más o menos fácil encontrar reproducciones de leyendas del Grupo B o Le Mans, bastante más que que todo lo relacionada con el automovilismo de pioneros.
Ése en el que las primeras Targa-Florio y Mille Miglia marcaban el curso del automovilismo deportivo, con modelos creados por y para las carreras. En este sentido, llama poderosamente la atención el Austro-Daimler Sascha de 1922. Primera creación de Velasor. Celebrando así este diseño de Ferdinand Porsche donde la agilidad, el bajo peso y un motor tan pequeño como alegre en vueltas destacaron frente a los tamaños y grandes cilindradas de la época. Sin duda uno de los modelos deportivos más innovadores e inteligentes de todos los tiempos.
Tras éste llegó la segunda creación en forma del Peugeot L45 y su característica zaga afilada y la tercera con el el Bugatti T13, del cual coparon cuatro unidades los primeros puestos en el GP de Italia de 1921 en Brescia. Una de las hazañas de equipo más recordadas en el automovilismo de preguerra, llevando a conocer a estos modelos con el nombre de aquel circuito. Además, sin contar el detalle puesto en los vehículos, Velasor se distingue por realizar incluso modelos de los pilotos. Perfectamente equipados con la ropa y los útiles de la época para afianzar aún más lo fidedigno de sus miniaturas. En suma, justo lo que nos pareció desde el principio. Una maravilla.
Fotografías: Sergio Calleja / Velasor