La relación de España con el automóvil es, cuanto menos, turbulenta. Desde el mismo inicio de esta industria, nuestra piel de toro siempre ha ido a la cola. Buenas ideas, pero, salvo honrosas excepciones, de difícil materialización. Al menos en cuanto a desarrollo (no olvidemos que somos el noveno productor de automóviles a nivel mundial), en España vamos un poco por detrás, y podríamos ser la leche: Imaginaros si le pusiéramos tanto empeño como en producir campeones deportivos…
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