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Dos coches en uno, la Nissan Vanette y su producción en Barcelona

Después del éxito del Patrol, la filial de Nissan en España se lanzó a fabricar la Vanette como un vehículo versátil que podía ser furgoneta al tiempo que monovolumen.

Esto es, en esencia, un coche. En el mismo espacio Nissan Vanette pone todo lo que le falta. Más asientos, más amplitud, más comodidad y los acabados de un turismo. Todo, por el mismo precio. Un coche, una Vanette. Lo que le falta a su coche”.

Así sentenciaba en 1987 el anuncio para la televisión española de la Nissan Vanette Coach, una de las múltiples variantes en la gama de esta furgoneta de la cual se fabricaron en Barcelona casi 220.000 unidades a lo largo de diez años. Sin duda, todo un éxito comercial que, además, cuenta con la característica de haber introducido al monovolumen dentro de la producción nacional.

Y es que, como proclamaba claramente aquel anuncio televisivo rematado con un “Nissan, sólo hay un camino, ser los mejores” a cargo de la voz de Constantino Romero, la Vanette no sólo podía ser un sufrido vehículo industrial en sus versiones más espartanas -tal y como ya habían interpretado en España modelos como la AZU ensamblada en Vigo- sino también un familiar caracterizado por su habitáculo modulable con hasta siete cómodas plazas.

A la luz del tiempo, una apuesta comercial de lo más versátil para Nissan, la cual presentaba sobre una misma plataforma un modelo capaz de ser la alternativa económica al Renault Espace -presentado en 1984 con motorizaciones casi el doble de potentes así como una mayor seguridad- al tiempo que daba continuidad a las sempiternas furgonetas Ebro F-275.

EL INICIO ESTÁ EN JAPÓN

Aunque su fabricación en la Zona Franca barcelonesa desde 1985 hasta 1995 haya hecho de la Nissan Vanette una referencia indiscutible para la producción nacional española, lo cierto es que los orígenes de este modelo se encuentran en el Japón de 1978. Lugar y momento en el que apareció como un paso más dentro de la amplia familia de vehículos urbanos con factura nipona.

Y es que sí, en las atestadas ciudades japonesas -rodeadas por zonas rurales escarpadas y poco pobladas- tenía todo el sentido la creación de modelos donde el habitáculo amplificara sus posibilidades de espacio a pesar de contar con una base lo más reducida posible.

Es más, este planteamiento -junto al uso de motorizaciones con baja cilindrada a fin de obtener beneficios fiscales- fue el responsable de alumbrar a los llamados Kei Cars; extremadamente populares en Japón desde los años cincuenta y, para entendernos, algo así como si aquí en Occidente hubiéramos seguido perfeccionando la apuesta por los microcoches sin tener en cuenta la aparición de modelos como el Fiat 600, el Renault R4 o el Citroën 2CV.

EL DESCUBRIMIENTO DE LOS MONOVOLÚMENES

Trascendiendo aquella tradición de los Kei Cars -donde podemos encontrar no pocas Mini Van extremadamente útiles e ingeniosas-, los responsables de Nissan Motors diseñaron a la Vanette como un vehículo capaz de ofrecer una gran habitabilidad sobre la base de un turismo compacto. Todo ello con motorizaciones creíbles para su uso en carretera al tiempo que un precio realmente contenido.

Dicho esto, ni que decir tiene cómo nuestra protagonista se convirtió en un éxito comercial, en un “coche global”, desde el primer momento. Un reguero de pólvora mediante el cual terminó recalando en España en 1985; tan sólo tres años después de la entrada de Nissan en el accionario de Motor Ibérica S.A con hasta el 55% del accionariado.

Asimismo, precisamente en aquellos momentos Europa estaba descubriendo el segmento de los monovolúmenes. Anunciado por el fantástico prototipo Lancia Megagamma -uno de los conceptos más interesantes en la carrera de Giorgetto Giugiaro-, éste fue asentado en América por el Chrysler Voyager de Lee Iacocca al tiempo que en Francia Renault lo presentaba con la Espace tras un intenso trabajo delegado en Matra. En suma, por fin llegaba el momento para fabricar de manera masiva vehículos donde la comodidad de un turismo se diera la mano con el espacio interior de una furgoneta.

JAPÓN ATERRIZA EN ESPAÑA

Más allá de sus contenidos publicitarios, el material gráfico más recordado en relación a la fabricación de la Nissan Vanette en Barcelona es una simpática instantánea de Akihito y Michiko -príncipes herederos del trono japonés- a lomos de una de estas furgonetas dentro de la cadena de montaje en Zona Franca.

En fin, uno de los ejemplos más gráficos sobre el interés de la industria nipona por el mercado español; más aun cuando éste se encontraba en pleno acceso a la Comunidad Económica Europea. De hecho, quienes de ustedes sigan la historia del motociclismo peninsular sabrán cómo desde Yamaha hasta Honda las marcas niponas fueron responsables de absorber los restos de referencias maltrechas como Sanglas o Montesa.

Un nuevo sino de los tiempos donde, para bien o para mal, la aparición del capital transnacional y la deslocalización de la producción llegarían para quedarse. Algo de lo cual también nos habla la transición de Motor Ibérica a Nissan Motor Ibérica; la empresa que fundase décadas atrás la mismísima Ford para, ya en el Franquismo, ser nacionalizada y posteriormente participada por la estadounidense Massey Ferguson.

1985, ARRANCA LA NISSAN VANETTE NACIONAL

Sin faltar a nuestras nada veladas inclinaciones hacia el automovilismo británico e italiano, la verdad es que resulta imposible no interesarse a fondo por la tradición industrial japonesa si uno guarda una afición enciclopédica al ámbito del motor. Dicho esto, sus métodos de fabricación -aun a veces en exceso severos hacia la fuerza de trabajo- son la organización más depurada y eficaz en relación al automovilismo masivo.

En este sentido ahí está la forma y manera en la cual un equipo de consultores nipones salvó la contabilidad de Porsche rediseñando sus cadenas de montaje. Y eso por no hablar del increíble crecimiento experimentado por Honda durante sus dos primeras décadas, pasando de fabricar pequeños motores de bicicleta a ser el mayor fabricante motociclista mundial e incluso estar presente en la F1.

Con todo ello, no es de extrañar cómo la entrada de Nissan en el accionariado de Motor Ibérica trajo enseguida muy buenos resultados. Resultados plasmados en los concesionarios con la aparición del Patrol, el cual resultó ser el heredero natural para los Jeep Comando al aunar excelentes capacidades motrices en el Off-Road junto a la comodidad inherente a un turismo bien equipado.

Asimismo, la oferta fue completada en 1985 con la Vanette; como hemos visto, también un buen ejemplo en esto de mezclar conceptos.

NOS QUEDAMOS CON LA VERSIÓN COACH

Con puertas correderas y un generoso portón trasero la Nissan Vanette ofrecía un acceso fácil y cómodo a su habitáculo tanto para personas como para bultos. De hecho -y este es el gran punto diferencial para con la Renault Espace-, este vehículo podía ser tanto furgón como monovolumen dependiendo de la versión escogida. Una de ellas, por cierto, con batalla alargada para amplificar así sus posibilidades de carga.

Ahora, respecto a las motorizaciones sí hemos de indicar la modestia de las mismas pues, a todas luces, éstas no cuentan con la generosidad -ni el precio- de las montadas en la opción francesa. Centrando nuestra atención en la gama de lanzamiento vemos un motor gasolina con 1.488 cc y 70 CV completado en el diésel por otro con 1.952 cc y en torno a 65 CV.

A resueltas, suficiente para mover con brío un vehículo que, dado su tamaño y escasos refuerzos, dejaba la báscula en unos 865 kilos hablando de las unidades más ligeras. Versiones entre las cuales no se encontraba la Coach de 1987 pues, al fin y al cabo, ésta fue la mejor equipada con hasta tres filas de asientos realmente cómodos. Hoy en día, la mejor opción para coleccionistas deseosos de disfrutar una Nissan Vanette en compañía de amigos o familia.

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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