FOTOS DUESENBERG SSJ 1935: GOODING AND COMPANY SALES
Durante el primer tercio del siglo XX principalmente había dos grandes tipos de coche: por un lado estaban los modestos artefactos que comenzaban a popularizar masivamente el transporte a motor gracias a modelos como el Ford T, y por otro… Los espectaculares vehículos de casi tres toneladas, motores de cubicajes astronómicos, carrocerías artesanales a todo lujo y una cartera de clientes donde sólo veías aristócratas, monarquías, grandes empresarios y mafiosos.
Como ves, aquello de la “clase media” aún era algo que raramente pasaba de la teoría a la práctica, condicionando a una industria automotriz que, o bien montaba productos muy económicos y sencillos, o se iba directamente a satisfacer los caprichos de un público sin problema alguno para firmar todos los cheques que hiciera falta.
Dentro de este segundo tipo de marcas obviamente conocerás a Rolls Royce por su distinción inglesa, y a Bugatti por la seña de velocidad y potencia que marcó en aquellos días seminales para la competición automovilística pero… ¿Y si te hablamos de Duesenberg? El nombre suena a alemán, y en realidad algo tiene que ver porque los dos hermanos fundadores provenían del país germano, pero en realidad… Nos encontramos en los EE.UU. Estamos hablando de los que seguramente sean los coches más exclusivos de la época.
Y sino… Para muestra un botón: cuando el magnate del transporte Errett Lobban Cord adquirió la compañía de los hermanos Duesenberg en 1926, éste les extendió un cheque en blanco con la idea de que se “adelantaran 20 años a todo lo existente”. ¡Y vaya si lo consiguieron! Tanto por potencia como por estilo modelos como el J (1929-37) están en la mente de los mejores aficionados al motor.
DUESENBERG SSJ DE 1935: UNO DE DOS CONSTRUIDOS
Aunque Duesenberg logró retos deportivos como la velocidad punta de 251 kms/h en el desierto de Indiana en 1920, o la victoria en el GP de Francia 1921 -durante décadas fue la única montura americana victoriosa en un GP europeo-, lo cierto es que no se trata de una marca deportiva. Aunque eso no ha de quitarnos la perspectiva de que sus motores sí eran de los más potentes de la época. ¿Cómo consiguieron esto?
Básicamente estudiando durante muchas horas la disposición de un gran motor Bugatti equipado con 16 cilindros y pensado para propulsar aviones durante la Primera Guerra Mundial. Aquel ingenio fue rechazado por el Estado Mayor Francés, pero tras ser diseccionado milimétricamente por unos Duesenberg ávidos de nuevas ideas mecánicas… Acabó inspirando al motor de 8 cilindros que motoriza a la mayor parte de los aproximadamente 650 Duesenberg construidos, así como a la totalidad de los 470 modelos J.
Eso sí, teniendo en cuenta que cada uno de estos modelos es una pieza única la cantidad de especificaciones técnicas de este motor es casi igual a la de ejemplares construidos. Si bien es cierto que las primeras versiones daban 265CV girando a 4250 rpm gracias a sus 6’2 litros animados por un doble árbol de levas en cabeza y 32 válvulas… El que equipa a nuestro protagonista ensamblado en 1935 alcanza, al menos en teoría, los 400CV a 5000 vueltas con un compresor y dos carburadores. No está nada mal…
Esa particularidad mecánica, propia de la variante SJ o Supercharged J de potencia algo menor, sumada al hecho de que todo el conjunto se monta sobre un chasis más corto que el del resto de unidades del modelo J -en este caso nos encontramos con una batalla de 3’2 metros-, da como resultado una versión puramente deportiva. No, no es una potentísima berlina sino uno de los dos SSJ, llamados así precisamente por acumular un carácter lo suficientemente “sport” como para formar una especificación propia dentro de la gama del J.
UN COCHE DE CINE PARA UNA ESTRELLA DE CINE
Tras el Crack del 29 los chicos de Wall Street dejaron de encargar tan frecuentemente estas maravillas. En fin… Ya no había tantos Gatsby con el impulso de conducir a todo trapo su Duesenberg desde una mansión en las afueras hasta el centro de Manhattan. Sin embargo, en el dorado Hollywood las cosas sí marchaban a toda vela. Quizá por ello este SSJ cayó en manos de un Gary Cooper que, según cierta leyenda urbana, realizaba carreras en él por los valles de California junto a Harpo Marx, el cual tenía tanto de “mudito” como de amante de la velocidad gracias a su Mercedes S Boattail Speedster.
Posteriormente este ejemplar -casi- único ha madurado como una verdadera joya del automovilismo proporcionando durante años lo que algunos expertos con suerte han podido comprobar como una “exuberancia maravillosamente exagerada del motor, con una escala extraordinaria y un carácter impetuoso y llamativo”.
Con todos estos datos… Ya imaginarás que la cifra por la que posiblemente sea vendido este próximo 26 de agosto en la subasta adjunta al Concurso de Elegancia de Peeble Beach no será precisamente pequeña. Pero, ¿acaso no estamos ante uno de los coches más fascinantes de todos los tiempos?