Cuando el 2CV nació en 1948 tenía una importante misión, motorizar a las clases más populares de Francia en el marco de la posguerra europea. Una de las muchas funciones que debía cumplir era tener un consumo de combustible ínfimo, ya que eran tiempos en los que la gasolina estaba racionada.
Gracias a su motor bóxer bicilíndrico logró transportar a miles de personas manteniendo el ahorro de sus conductores. Cuando el coche podía parecer ya anticuado tuvo uno de sus mejores momentos en ventas coincidiendo con la crisis del petróleo de 1973.
UN 2CV DE RÉCORD
Hoy en día es habitual que coches híbridos tengan un consumo inferior a los cinco litros por cada cien kilómetros, pero un 2CV consiguió rebajar esta cifra hace 43 años sin la ayuda de ningún motor eléctrico, consiguiendo un resultado brillante que podría ser la envidia de los fabricantes actuales.
Esto se hizo en 1981, cuando Luigi Colani, un excéntrico ingeniero y diseñado alemán, se propuso batir un récord con el Citroën 2CV. Estaba claro que con 602 centímetros cúbicos y apenas 28 CV de potencia no iba a ganar ni en aceleración ni en velocidad punta, pero quizá tendría una baza en economía de combustible.
Para esta tarea se conservó el chasis y motor de 2CV sin apenas modificaciones, ya que la mecánica de serie tenía un consumo muy ajustado cercano a los 5 litros a los 100. El verdadero problema iba a ser la carrocería, que, si bien en el Citroën 2CV es muy ligera, sus formas son de todo menos aerodinámicas.
Una nueva carrocería con menor resistencia al viento se unió al chasis, y aunque desconocemos su coeficiente aerodinámico, mejoraba notablemente respecto a los 0,48 cx del 2CV original. Tras unas pruebas en las que otros han creado un proyecto más elaborado, el 2CV de Colani logró un consumo de solamente 1,7 litros cada cien kilómetros, y aunque su diseño no era viable ni práctico como para ser fabricado en masa, quería demostrar los beneficios de tener un coche aerodinámico.
Imágenes: Colani Design, Citroën