Pocos coches son tan simpáticos y carismáticos como el Citroën 2CV. Es curioso como los modelos más humildes, pero también los más ingeniosos, se ganan el favor de la gente de a pie por encima de otros automóviles más innovadores, caros y potentes. Quizá sea por la cercanía con estos modelos o por los recuerdos que muchos aficionados tienen ligados a estos coches, pero el “clásico popular” mueve masas.
El Citroën 2CV es uno de esos “clásicos populares” que mueven masas. Es un coche con una legión incontable de seguidores por medio mundo, casi tan incontable como las unidades fabricadas a lo largo de los años que estuvo en producción. Entre 1948 y 1990, se produjeron un total de 5.118.889 unidades, de las cuales, 1.246.306 ejemplares corresponden a la Citroën AK350, la querida furgoneta con base 2CV tan mítica como la berlina.
De hecho, la Citroën AZU, como también se la conoce, o “Citroneta”, fue el primer vehículo de la firma de chevrones que se fabricó en tierra ibérica a partir de 1958. Y para más inri, la fábrica de PSA en Vigo se construyó en un primer momento para dar vida al AK350.
Tras la furgoneta vino la berlina, algo que actualmente es completamente impensable pero que en aquellos años era lo lógico. Con una población sufriendo todavía tras una guerra civil y una escasez total de vehículos “de trabajo” en condiciones o modernos (casi todo eran desechos recuperados de la guerra) empezar por las furgonetas tenía todo el sentido del mundo. Aunque eso no impidió que el Citroën 2CV tuviera un éxito imparable.
Era sencillo, barato y duro como el granito. Cumplía perfectamente con los requisitos que se establecieron cuando se comenzó con su desarrollo: un paraguas con ruedas capaz de llevar una cesta de huevos por un campo sembrado sin que se rompan.
El último Citroën 2CV fue un Charleston
Fue el día 27 de julio de 1990, a las 16,30h, cuando el último Citroën 2CV salió de la línea de montaje situada en Mangualde, Portugal. Era un Citroën 2CV6 Charleston, pintado de color gris Nocturne y Gris Cormoran. Estuvo durante 42 años en producción y es el quinto coche más vendido de la historia, por detrás de otros ilustres como el Ford T o el Volkswagen Escarabajo.
La producción del Citroën 2CV comenzó en 1948, apenas tres años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Uno de los secretos de poder lanzar un coche así tan rápido tras una catástrofe de la magnitud de una Guerra Mundial, era tremendamente sencillo: el desarrollo del Citroën 2CV comenzó varios años antes, concretamente en 1939, cuando se fabricaron 250 prototipos bajo el nombre de TPV, Très Petite Voiture, algo que podríamos traducir básicamente como “coche muy pequeño”.
Llegó la guerra y Citroën decidió destruir los prototipos para que no cayeran en manos enemigas, quedando tan solo cinco ejemplares que se usaron tras la contienda para completar el trabajo y poner al modelo en producción. Por supuesto, el Citroën 2CV se fabricó en España, en la factoría de Vigo de donde salieron casi 300.000 unidades.
Primero fue una edición limitada, pero acabó siendo una versión más de la gama
El Citroën 2CV Charleston nació como una edición limitada dentro de esos más de cinco millones de ejemplares. Apareció en 1980 y tomaba como punto de partida el 2CV Club, sobre el que se cambiaban algunas cosas como la tapicería (de tipo “pata de gallo”) o los faros, que pasaban a ser redondos como los equipados en el Citroën 2CV Special. Añadía tapizado en el interior de las puertas, un tejido de color gris que se acompañaba de una banda de plástico negro que incluia el tirador de las puertas. Se ofrecía en colores rojo Delage y negro, pero en 1982 se añadió la opción de amarillo Hélios y negro y en 1983, la decoración en gris Nocturne y gris Cormoran.
Se presentó en el Salón del Automóvil de París y en un principio, se tenía intención de fabricar 8.000 unidades. El caso es que tuvo tanto éxito, que la firma francesa decidió mantener el Citroën 2CV Charleston en producción como una versión más dentro de la gama desde 1981 pudiendo reconocerla por la carcasa de los faros cromada y la tapicería de tono gris con motivo de rombos.
La producción del Charleston se llevó a cabo en la planta de Citroën en Levallois, en Francia, integrada en la línea de montaje del resto de versiones. También se fabricó en Portugal, como ya se ha comentado, siendo posible diferenciar estas versiones con sus cristales, los cuales los fabricaban en España el especialista “Covina”.