El Opel Frontera ha resurgido de sus cenizas más de 20 años después de su cese de producción, pero lo ha hecho en un formato diferente, como ha ocurrido con otros modelos tales como el Puma de Ford, o el Eclipse de Mitsubishi. Se ha convertido en un SUV, y además, uno del segmento B, mucho más pequeño que aquella «vieja” edición aparecida en 1991 y cuya producción cesó en 2003.
Los todoterreno han perdido poco a poco el lugar de privilegio que antaño ostentaban, apenas quedan un puñado de auténticos «TT”, mientras que otros, se han adaptado a las exigencias del mercado. Se han transformado, básicamente, en lo que demandaba el público, un vehículo con el aspecto robusto de un todoterreno, con posición de conducción elevada y mucha sensación de seguridad. De hecho, muchos usuarios se compraban un todoterreno por todo eso, y además, por la imagen de «coche caro”.
Sin embargo, había quien se compraba un Opel Frontera para lo que había sido diseñado: circular casi por cualquier lugar. Todavía se les puede ver en pueblos de montaña, conducido por fincas y caminos forestales, incluso se les puede ver en competiciones y en quedadas de aficionados al todoterreno. Además, la primera generación del Frontera, puede ser matriculado como histórico y se merece ser considerado «coche clásico” por sus características y lo que significó para el mercado general.
EL OPEL FRONTERA ERA MUCHO MÁS QUE UN TODOTERRENO
Presentado durante la celebración del salón de Ginebra de 1991, el Frontera era el primer todoterreno de Opel, pero en realidad, no era un Opel. Se trataba del Isuzu MU, aparecido en el mercado en 1989, adaptado para venderse en Europa. No fue la única adaptación que sufrió el «TT» nipón. El Reino Unido se comercializó con Vauxhall Frontera, en Australia era el Holden Frontera, en Estados Unidos fue el Honda Passport -la primera generación, fabricado entre 1993 y 1997, así como la segunda, fabricado entre 1997 y 2002-, se vendió como Chevrolet Frontera en Egipto, Chevrolet Rodeo en Ecuador, Colombia y Bolivia o, por poner otro ejemplo, Isuzu Frontier en Sudáfrica.
Sin embargo, más allá de sus múltiples vidas, el Opel Frontera llegó a revolucionar el mercado, o como poco, a establecer una serie de características que, poco a poco, adoptaron todos los rivales. La compañía alemana lo presento como un “vehículo recreacional” con tracción a las cuatro ruedas, y es ahí donde radicaba su concepto y su mayor argumento, pues no solo era un buen todoterreno, sino que también contaba con un buen comportamiento en carretera, algo que, por entonces, no era tan común en este tipo de vehículos.
El Opel Frontera fue el primer todoterreno de su tipo, el primero en combinar buenas capacidades off road y capacidad para recorrer largas distancias por carretera con el mismo confort, o casi, que un turismo convencional. Además, su diseño fue un acierto gracias a una carrocería de tres puertas con una imagen dinámica y deportiva –se comercializó como Frontera Sport–, que se complementaba con una opción de cinco puertas mucho más grande y un talante más familiar y versátil.
UN ÉXITO DE VENTAS EN SUS DOS GENERACIONES
Cuando se puso en circulación el Opel Frontera, el sector del todoterreno apostaba, por lo general, por vehículos capaces de pasar casi por cualquier sitio, pero con un comportamiento en carretera muy flojo, debido, como cabe esperar, a sus características. El caso es que el Frontera era, en esencia, un auténtico todoterreno con carrocería atornillada a un chasis de largueros.
Eso no fue impedimento para que fuera elegido como el mejor todoterreno en Alemania en 1991 y 1992, para, un año después, liderar las listas de ventas del segmento de los todoterreno. Luego, se convirtió en el todoterreno más vendido de Europa; superó las 320.000 matriculaciones. Nada mal para un coche de este tipo .
La gama era relativamente escueta, al menos para los estándares actuales. El Opel Frontera Sport solo se ofrecía con un único motor, un dos litros gasolina con 115 CV, mientras que el chasis largo podía montar dos propulsores, un cuatro cilindros de 2,3 litros tomado del Opel Omega con 125 CV, más un turbodiésel con 2,5 litros de desplazamiento, pero en este caso con 100 CV. Por supuesto, contaba con una caja de transferencia y diferencia autoblocante trasero -opcional-.
RENOVACIÓN Y MÁS POTENCIA PARA LA SEGUNDA GENERACIÓN DEL OPEL FRONTERA
Con la segunda generación, presentada en 1998, los motores pasaron a ser más potentes. Como acceso a la gama estaba un cuatro cilindros gasolina con 2,2 litros, culata de 16 válvulas y 136 CV, un turbodiésel también de 2,2 litros –el conocido 2.2 DTI de Opel– con 125 CV, y como colofón, un V6 de 3,2 litros y 205 CV alimentado por gasolina. La tracción total era de gestión electrónica, y permitía pasar de la propulsión a la 4×4 sin detenerse.
Pero no sólo se cambió los motores, el eje trasero, por ejemplo, pasó a ser de tipo independiente con cinco brazos y mayor altura con respecto al suelo para la carrocería de cinco puertas. Se aumentó el material aislante para refinar todavía más el confort de marcha y aumentó la seguridad pasiva gracias a una mejora de la protección contra impactos laterales, airbags delanteros de gran tamaño y cinturones con pretensores pirotécnicos.
La producción del Opel Frontera se detuvo en 2003, aunque se vendieron unidades hasta el año 2004. Después de 20 años, la marca ha recuperado la denominación, pero el espíritu y el concepto no es, ni de lejos, el mismo.