Con el final de la II Guerra Mundial y mucha de la infraestructura por toda Europa destrozada fue bastante complicado retomar la fabricación de automóviles. Este problema fue todavía mayor en los países que perdieron el conflicto, ya que no recibieron las ayudas económicas de los vencedores y la prioridad de la población general no era precisamente la de comprar un coche nuevo.
Los fabricantes de vehículos de lujo se vieron especialmente afectados, prueba de ello es que un gran número de prestigiosas marcas desaparecieron durante la II Guerra Mundial o en los años de la más inmediata posguerra. Por estas razones Mercedes-Benz trató de crear un modelo sencillo y económico que estaba destinado a ser la primera novedad de la marca tras la derrota alemana.
¿QUÉ FUE DE BABY BENZ?
El objetivo era crear un Mercedes casi en miniatura, muy alejado de los lujosos automóviles con los que se asociaba a la marca. Lo cierto es que ya en los años treinta la firma germana llegó a producir una serie de coches de reducidas dimensiones y motor trasero; los 130, 150 y 170 H, que, aunque guardaban un gran parecido con los Volkswagen nacidos en 1938, su precio no era para nada económico y su baja practicidad los convirtieron en un pequeño fracaso.
Así pues, tras el final de la guerra y con la época de penuria económica que arrasaba a Alemania hasta el comienzo del milagro económico alemán de los años cincuenta, Mercedes-Benz solo contaba en su catálogo con vehículos presentados antes de 1945. Modelos como los 170 contaron con gran popularidad durante aquellos años, especialmente desde que se incorporó una variante con motor diésel, el 170 D, a partir de 1949.
Sin embargo, en 1948 Mercedes-Benz ya trabajaba en los bocetos del automóvil básico que estaba buscaba ser un éxito comercial que diese a la compañía algo de aire en un momento en el que el clima económico era asfixiante. Los principales diseñadores del coche fueron Frtiz Nallinger, Josef Müller y Walter Häcker, liderando este último el proyecto y quien en 1950 pasó a ser el jefe de diseño de carrocerías de la marca desarrollando modelos como el magnífico 190 SL.
Dejando atrás el estigma de los coches anteriores se aplicaron las formas de estilo “Pontón” de carrocerías redondeadas que comenzaban a estar de moda en aquel momento y que definían los tres volúmenes del vehículo creando las primeras berlinas convencionales de la historia. Este Mercedes-Benz sería de dos puertas y tendría un asiento para tres ocupantes en el interior más unas plazas adicionales, pensadas para niños, que salían del maletero.
El tamaño por otra parte variaba entre los 3,7 y 4 metros según la versión, haciéndolo todavía más pequeño que un Volkswagen Escarabajo. Por otro lado, Mercedes-Benz desarrolló una nueva mecánica de cuatro cilindros y 1,2 litros con árbol de levas en cabeza que surgió a partir de un bloque de seis cilindros en línea de 1,8 litros en el que la marca estaba trabajando de manera simultánea.
EL MODELO BÁSICO QUE INFLUYÓ A MERCEDES PONTÓN
Finalmente, desde Mercedes-Benz optaron por no continuar con el desarrollo de este proyecto, y lo cierto es que como el tiempo ha demostrado, a la firma germana no le hizo falta fabricar ningún cochecito económico para sobrevivir a la devastadora posguerra europea. Realmente hubo que esperar hasta 1982 para que la marca lanzase el primer “Baby Benz” con los Mercedes W201 o 190 que fueron obra de Bruno Sacco.
En 1953 salen a la venta los primeros Mercedes Pontón, conocidos así por el diseño de su carrocería y que terminaron heredando algunos rasgos estéticos del proyecto no nato de Mercedes-Benz en 1948. En 1956 el fabricante actualiza a los W180 más lujosos con un nuevo motor de seis cilindros de 2,2 litros en línea que tuvo su origen en el bloque de 1.800 centímetros cúbicos que habían desarrollado años antes, por lo que paradójicamente la Clase S tiene mucho que agradecer a un modelo básico que nunca existió.
Imágenes: Car Design Archives y Mercedes-Benz