Rastrear la pista de los mejores automóviles del mundo es como ir dibujando un mapa económico del mismo. Así las cosas, llama la atención la gran cantidad de Rolls-Royce y Cadillac con raíces en la India durante los años veinte y treinta. Es más, algunos de los mejores modelos de lujo previos a la Segunda Guerra Mundial fueron encargados directamente desde allí. Prueba de ello es el Cadillac V16 452A carrozado por Pininfarina en 1931, cuya una de sus unidades fue usada por el maharajá de Orchha con el fin de cazar tigres. Todo ello gracias al amplio ángulo de visión proporcionado por su carrocería “boattail” completamente abierta.
Además, dada la relación establecida entre las oligarquías indias y la aristocracia inglesa, muchas de las grandes fortunas creadas en el país asiático pasaban habitualmente por Londres. De hecho, resultaba evidente el trasiego de automóviles establecido entre la capital británica y las dinastías gobernantes en diferentes lugares de la India. Ejemplos de ello fueron las múltiples unidades de las casas Rolls-Royce o Bentley. Marcas a las que sumar los encargos realizados a las fábricas estadounidenses de Duesenberg o Cadillac. Todo ello rematado con una cierta presencia de modelos Bugatti, Delage e incluso Alfa Romeo.
En suma, aunque hoy en día se encuentren totalmente disgregadas, durante los años treinta algunas de las mejores colecciones automovilísticas estaban en la India. Es más, una de ellas fue la del joven maharajá Yashwant Rao Holkar II. Educado en Oxford, este gobernante siempre sintió una especial querencia por la cultura occidental. Algo que, incluso, llevó a la práctica patrocinando estilos decorativos y arquitectónicos al gusto y manera de las vanguardias europeas. Además, gracias a su amplia fortuna consiguió reunir uno de los mejores garajes privados de la época. Repleto de unidades coronadas por el Espíritu del Éxtasis, pero también con deportivos como el Alfa Romeo 8C.
No obstante, quizás la pieza más llamativa de entre todas las depositadas en su colección fuera el Hispano-Suiza J12 con chasis 13510. No en vano, éste fue el último de todos los fabricados por la marca. Tan sólo unas semanas antes de suspender sus actividades automovilísticas en 1938 a fin de concentrarse, únicamente, en el diseño y producción de motores para avión. De esta manera, el chasis sobre el cual se asienta esta unidad del J12 es uno de los últimos Hispano-Suiza producidos. Una pieza de colección al más alto nivel que, además, fue carrozada en los prestigiosos talleres londinenses de Gurney Nutting & Co. Sin duda, uno de los mejores ejemplos automovilísticos previos a la Segunda Guerra Mundial.
HISPANO-SUIZA J12 GURNEY NUTTING, EN PERFECTO ESTADO DE CONSERVACIÓN
De entre todos los modelos ofrecidos por Hispano-Suiza, el J12 fue el más potente y espectacular. Es más, a pesar de su significativo precio de venta éste no daba ganancias a la empresa. Así las cosas, se trató de un diseño creado a modo de escaparate tecnológico, simbolizando el enorme nivel de desarrollo alcanzado por la marca hacia 1931. Año en el que, por encargo, empezó a ofrecerse este modelo del cual sólo se ensamblaron unos 120 ejemplares. Todos ellos servidos sin carrocería y, por tanto, listos para la creación de piezas únicas a firma de los mejores diseñadores del momento.
Respecto a la mecánica, ésta se basó en un imponente motor con 12 cilindros a 60º. Capaz de rendir 220CV a tan sólo 3.500 revoluciones por minuto gracias a sus 9,4 litros de cilindrada. Es decir, la opción más refinada para viajar cómodamente sobrado de potencia en cualquier situación. Todo ello, además, bajo unos niveles de ensamblaje, silencio y fiabilidad a toda prueba. Simplemente, lo mejor en materia de ingeniería automovilística para aquella época.
Obviamente, dada la calidad de lo presentado por Hispano-Suiza los carroceros encargados de vestir a los J12 no debían quedar a la zaga. De esta manera, cuando Yashwant Rao Holkar II encargó esta unidad puso sus acabados en manos de Gurney Nutting & Co. Especializado en la clientela británica de alta gama, las más de sus creaciones fueron a manos de la aristocracia e, incluso, la realeza. No obstante, los más apasionados por la velocidad recordarán mejor a este taller gracias al Blue Bird de 1931. El espectacular modelo responsable de lograr un nuevo récord mundial de velocidad sobre tierra ese mismo año gracias a sus 1.450CV.
Servido a su cliente en la India -a pesar de las prolongadas temporadas que disfrutaba en occidente-, este Hispano-Suiza J12 cayó en desgracia a la par que el poder político de los maharajá. Debido a ello, fue encontrado en un solar con no pocas señales de un uso intensivo. Eso sí, afortunadamente la mecánica seguía intacta. Tras esto, se restauró sin ningún tipo de limitación al perfecto estado con el cual luce hoy en día. Incluyendo la tapicería en color rojo así como los múltiples detalles de carpintería Art Decó.
Gracias a ello, hoy en día es una de las piezas más deseadas en concursos de elegancia como el de Peeble Beach. Lugar en el que apareció el pasado 2018. Además, el hecho de ser el último chasis perteneciente al último modelo de Hispano-Suiza lo imbuye de un indudable atractivo para la historia. Toda una pieza de museo.
Fotografías: Artcurial