No lo vamos a negar. Torcer el gesto al conocer la existencia de unidades del Citroën 2CV preparadas para competir en circuitos es algo normal. Al fin y al cabo, el propósito para el cual se lanzó este modelo en 1948 es diametralmente diferente a ello. Además, ni su escueto motor bicilíndrico ni sus suspensiones tan cabeceantes como flexibles parecían augurar un comportamiento mínimamente deportivo. En este sentido, echando mucha imaginación se podría romper una lanza a favor de la idea estableciendo comparaciones con lo protagonizado por el FIAT 1100 durante aquellos mismos años. Siendo una de las bases más recurrentes para pequeños deportivos en Italia creando incluso una categoría: la de los etcterini.
Sin embargo, lo cierto es que aquellos modelos de carreras basados en el FIAT al menos partían de un motor con cuatro cilindros en línea. De hecho, incluso el Mini contaba en sus versiones menos potentes con motores de 850cc frente a los 375cc de los primeros Citroën 2CV. Así las cosas, resulta evidente pensar que el modelo francés no podía ser tomado en serio como base para unidades de carreras. No obstante, como muchas veces se ha visto en la historia del automovilismo basta que algún ingeniero escuche aquello de “es imposible” para que quiera hacerlo.
Llegados a este punto, en 1951 el ingeniero Pierre Barbot se puso manos a la obra con el diseño de un Citroën 2CV capaz de batir récords. Y lo consiguió. Para ello rebajó sustancialmente la altura respecto al suelo incorporando una nueva y mucho más rígida suspensión. Tras esto desechó todo lo que fuera accesorio en nombre del peso. Y además modificó el árbol de levas al tiempo que incorporaba dos carburadores Solex. De esta manera, su Citroën 2CV incrementó la potencia de los 9CV originales a los 14CV con los que se presentó al trofeo Bol d’Or en 1952. Un estreno donde no tuvo éxito, aunque al año siguiente consiguió quedar ganador en su clase.
Animado por ello, a las pocas semanas el vehículo estuvo rodando durante 24 horas batiendo nueve récords internacionales a una media de 85 kilómetros por hora. De esta manera, quedaban claras las posibilidades deportivas del Citroën 2CV. Aunque en una categoría tan concreta y poco prestacional que resultaba obvia su incapacidad de rodar con garantías junto a los modelos deportivos del momento. No obstante, preparadores como Dagonet o Mismaque siguieron intentándolo. Este último con una versión aerodinámica dotada de unas aletas traseras capaces de recordar a los Alfa Romeo BAT de Franco Scaglione.
CITROËN 2CV BARCHETTA, UNA RAREZA APARECIDA EN AMÉRICA
Comprendido este contexto, resultan obvias las razones que hicieron del Citroën 2CV un modelo sin proyección en los circuitos. Por todo ello es aún más rara la reciente aparición de una barchetta basada en el mismo. Más aún teniendo en cuenta que, según todos los indicios, aquella transformación se realizó en los Estados Unidos. Un país donde el utilitario francés no fue nada habitual, aunque entre 1955 y 1960 existieron ciertos lotes llevados a su mercado en base a los cupos de importación.
Gracias a ello es posible aventurar una fecha de construcción de este Citroën 2CV barchetta, cuya primera fecha confirmada se sitúa en 1957. Año en el con el piloto aficionado Carl Seidlitz compite en cuatro carreras de reconocidas por el Sport Car Club of America. Además, tras ello regresa al año siguiente con su salida en tres más bajo el nombre de Citroën Special. Una segunda y última temporada de carreras tras la cual desaparece para quedar en el estado que estás viendo, solapándose una capa de azul al rojo original en el que fue rematado.
UNA HISTORIA ENIGMÁTICA QUE ACABARÁ EN SU SUBASTA
Si este Citroën 2CV Barchetta hubiera aparecido en Francia su historia no habría sido tan sorprendente. Al fin y a cabo, allí existía una gran actividad de transformación sobre modestas unidades SIMCA y Renault. Sin embargo, ¿quién creía en el Estados Unidos de los cincuenta que fuera interesante convertir al 2CV en una pequeña y ligera barchetta? Fuera como fuese lo cierto es que hubo alguien, quien además se tomó el interés de crear un aerodinámico cuerpo de aluminio. Respecto a la mecánica, aquí la cilindrada del bloque aparece aumentada de 350cc a medio litro. Sirviendo para su alimentación un carburador de doble cuerpo.
Todo ello acoplado a una caja de cambios manual de cinco velocidades. A partir de ahí todo son preguntas sobre cómo se construyó este Citroën 2CV Barchetta. Una extraña e interesante rareza perdida durante décadas aunque sacada de nuevo a la luz el pasado 2021. Punto de inflexión desde el cual saltó al interés de los coleccionistas enfocados en el modelo francés. Quienes tendrán la oportunidad de adquirirlo en la subasta que Aguttes celebrará a partir del inminente 29 de mayo. Sobre las cifras de venta sólo diremos que, en estos casos, resulta más rentable admirar la historia de la pieza que entrar a debates basados en lugares comunes. Con las piezas únicas las cosas son así.
Imágenes: Aguttes / Yacco