enrico nardi volante
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Enrico Nardi, de los camiones a los volantes pasando por las carreras

Enrico Nardi es una de las figuras más interesantes del automovilismo italiano del siglo XX. Presente en las carreras, su ingenio también se volcó en algunos de los modelos experimentales más llamativos de su tiempo. Y, claro está, no podemos olvidar sus volantes.

Uno de los elementos básicos para el automovilismo es la industria auxiliar. Responsable de fabricar todo tipo de piezas y elementos, ésta completa el diseño general firmado por el fabricante. Así las cosas, en torno a toda factoría automovilística suele arremolinarse una gran cantidad de talleres centrados en cuestiones como la electrónica, la chapa o el equipamiento interior.

Todo ello plenamente entrelazado tal y como, hace muy poco, ha puesto sobre la mesa la crisis de los semiconductores. Llegados a este punto, durante el siglo XX se asentaron algunas marcas referenciales en el ámbito auxiliar. De esta manera, en el automovilismo deportivo los carburadores Weber se convirtieron en toda una referencia gracias a su papel en multitud de modelos icónicos.

Algo en sintonía a lo interpretado por los asientos Recaro o las llantas de radios Ruote Borrani. Es más, esto mismo ha sucedido en el ámbito de los volantes, donde Nardi se alza desde los años cincuenta como la referencia clásica en este ámbito gracias al uso de la madera de nogal combinada con los radios en plata. Sin duda, una de las imágenes más icónicas para el automovilismo italiano, omnipresente en multitud de modelos deportivos desde FIAT hasta Ferrari.

No obstante, la biografía de su creador -Enrico Nardi- abarca mucho más que lo relacionado con esta pieza enfocada al pilotaje. De hecho, resulta bastante recurrente toparse con su nombre al consultar todo tipo de historias sobre diseños de competición de los años cincuenta e incluso anteriores. Pero vayamos por partes. De esta manera, lo mejor será situarnos en las oficinas de Lancia a finales de los años veinte.

enrico nardi modelo deportivo
El Chichibio de 1932 fue uno de sus primeros diseños. Con tracción delantera.

Allí un jovencísimo Enrico Nardi -contaba con tan sólo 22 años- empezó su labor automovilística trabajando en el departamento de vehículos industriales. A priori, un ámbito completamente alejado de sus intereses pues, no en vano, era todo un apasionado de las carreras. De hecho, a comienzos de los años treinta inició en paralelo a su trabajo en Lancia una interesante carrera como diseñador de modelos para la competición.

Además, desde el primer momento planteó sus diseños con una perspectiva transgresora. Es más, su primera creación -en colaboración con Massimo Lancia- fue el Chichibio. Un escueto monoplaza con tan sólo unos 300 kilos que, ya en 1932, transmitía al suelo la fuerza de su bicilíndrico a través de la tracción delantera. Sin duda, un diseño rupturista en aquellos tiempos, logrando además un centro de gravedad muy bajo al carecer de árbol de transmisión.

Con el Auto Avio colaboró estrechamente con Enzo Ferrari.

Tras aquello, vinieron diversas participaciones como piloto en la Mille Miglia. Siempre a bordo de modelos preparados por él mismo a partir de bases FIAT o Lancia. Algo que llamó la atención de Enzo Ferrari, quien contrató a Enrico Nardi en 1937 para participar de su Scuderia provista de automóviles Alfa Romeo hasta 1938. De hecho, fue clave en el diseño del Auto Avio Costruzioni 815 de 1940. Primer automóvil completamente ideado por Enzo Ferrari y, por tanto, el antecedente más claro para el 125 S de 1947.

VOLANTES NARDI, LLEGA EL ÉXITO COMERCIAL

Después de la Segunda Guerra Mundial incluso la fabricación de automóviles deportivos apuntaba al carácter seriado y masivo. Sin embargo, en el norte de Italia una cierta cantidad de preparadores artesanales consiguieron hacerse un hueco proveyendo modelos para carreras como la Mille Miglia o la Targa-Florio. Así las cosas, Enrico Nardi pudo prosperar en Turín fabricando monoplazas F2, modificaciones sobre modelos de alta gama e incluso algún que otro modelo propio.

Además, marcas prestacionales tanto locales como extranjeras requerían de sus servicios de cara a la mejora de ciertas piezas. Y es que, al fin y al cabo, nuestro protagonista ya se había convertido en una verdadera leyenda para quienes seguían los avatares de la mecánica deportiva en Italia. Una trayectoria que, sin duda, culminó gracias a su Bisiluro Damolnar de 1955. Concebido para competir en Le Mans, ofrecía tan sólo 62 CV. Cierto. Pero a repartir entre sus escuetos 450 kilos en forma de doble torpedo aerodinámico. De hecho, su ligereza acabó siendo su perdición pues, al ser adelantado por un Jaguar D-Type, literalmente voló fuera de la pista desplazado por la fuerza del vórtice de viento creado por el británico.

Así las cosas, lo cierto es que vivir tan sólo de ciertos modelos únicos creados bajo pedido resultaba imposible incluso para un pequeño taller. Debido a ello, Enrico Nardi se especializó a comienzos de los cincuenta en la fabricación de elementos enfocados a la mejora del rendimiento. Algo parecido a lo que, sobre bases FIAT, estaba haciendo Abarth. Ofreciendo desde árboles de levas hasta cigüeñales a fin de sacar todo el potencial posible en las carreras.

No obstante, curiosamente ha pasado a la memoria colectiva del automovilismo gracias a sus volantes. Fabricados desde 1951 en madera de caoba, éstos son un lugar común en todo tipo de modelos GT y de competición desde los años cincuenta hasta finales de los setenta. Algo que no sólo se explica en base a la calidad de los mismos, sino también a su evidente estilo tan sencillo como elegante.

Y es que Enrico Nardi no sólo era un genio del automovilismo deportivo, sino también un profesional metódico y entregado. De hecho, la propia causa de su muerte en 1966 así lo atestigua. Envenenado por la constante inhalación de gases nocivos al trabajar con motores día a día. Un final tan triste como literario para el creador de algunos de los modelos de competición más interesantes de todo el siglo XX y, de paso, el volante con el cual llevar no pocos Maserati, Ferrari o Alfa Romeo.

Fotografía: RM Sotheby’s / Bonhams / Museo Nazionale di Torino

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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