Desde que fuera presentado en 1967 el Ford Escort se ha convertido en uno de los mayores éxitos de la compañía. Pensado por y para su división europea de cara al remplazo en Inglaterra del Anglia, este utilitario se alzó rápidamente a la categoría de fenómeno global con trece millones de unidades vendidas durante sus dos primeras evoluciones. Además, la variedad de carrocerías, preparaciones y motorizaciones presentes en la gama lo llevaron a todo tipo de mercados. En ese sentido, del Reino Unido dio el salto a los mercados continentales, australiano e incluso asiático.
Así las cosas, para fabricar las unidades de su primera generación no sólo se usó la ya asentada factoría de Halewood en las cercanías de Manchester. También se dispusieron cadenas de montaje en Saarlouis (Alemania), Cork (Irlanda) y Genk (Bélgica) entre un total de nueve. Gracias a esto resulta sencillo comprender la definición del Ford Escort como coche “global”. Siendo uno de los turismos del segmento C más populares en la motorización de las clases medias europeas. No obstante, para los seguidores del automovilismo deportivo este modelo presentó una garra inesperada.
Y es que, al revisar las clasificaciones del Campeonato del Mundial de Rally -nacido tres años después del Escort- resulta sencillo verlo en los puestos más altos. Justo por debajo de los potentes Alpine A110, Lancia Stratos o FIAT 131 Abarth pero siempre presente durante toda la década. Una constante que lo llevó incluso a ganar el título de constructores en 1979 con un RS1800. La misma montura que sirviera a Björn Waldegard y Ari Vatanen para conquistar el título de pilotos en 1979 y 1981 respectivamente. Victorias que se complementan con la conquista del Campeonato Europeo de Turismos en 1974.
Con este palmarés, es lógico que Ford Europa pusiera atención en ofrecer versiones potenciadas para el gran público. Hecho que hizo del Escort uno de los deportivos masivos más populares y accesibles de los setenta y ochenta. Verdadero mito para conductores con veleidades de piloto plasmado en versiones como la Mk3 RS Turbo.
FORD ESCORT MK3 RS TURBO. UN MODELO CON CAMBIOS RADICALES
Durante trece años y hasta 1980 se vendieron las dos primeras generaciones del Escort. Un largo tramo temporal en el que diversas versiones deportivas vieron la luz configurando la época dorada del modelo dentro de la competición. Para ellas se creó la denominación RS, bajo la cual se agruparon modelos como el RS 1600, RS 1800 o RS2000. Todas ellas precedidas por el Twin Cam,. Primera derivación deportiva del Escort. Afinada por Lotus para ser extremadamente manejable a pesar de los altos consumos con medias de 18 litros a los cien.
Un coche muy efectivo capaz de lograr el primer puesto en el Rallye 1000 Lagos de 1969 con sus tan sólo 117CV. Mejorados por los 122CV del RS1600, llevados hasta los 140CV presentes en muchas unidades de competición del RS1800. Beneficiadas además con un peso levemente por debajo de los 800 kilos en las más aligeradas. Así las cosas, los Escort deportivos de la tercera generación tenían el listón muy alto. Motivo por el cual Ford optó por una reforma completa del esquema mecánico. Pasando de la tracción trasera a la delantera e incorporando nuevas tecnologías como el turbocompresor o las suspensiones independientes en ambos ejes.
En este sentido, el estreno del Ford MK3 en 1980 trajo una primera versión deportiva llamada XR3. Equilibrada para el día a día, el XR3 se benefició sin estridencias de la inyección electrónica para su motor de 1’6 litros. No obstante, Ford necesitaba una variante con más chispa de cara a la homologación en el Grupo A. Por ello lanzó en 1981 el RS1600i. Un modelo bastante exitoso en ventas, pero con mejoras poco intervencionistas en la mecánica que no hicieron de él un ejemplar celebrado en las carreras. Motivo por el cual la marca se aventuró en un trabajo de tres años para presentar finalmente en 1984 el Escort MK3 RS Turbo.
RS TURBO DE 1984. COMIENZA LA ERA DEL SOPLIDO
Durante los ochenta la industria automovilística vivió la obsesión por el turbo. Una tecnología derivada de la aviación que permitió potenciar pequeños motores desde la F1 hasta las gamas de utilitarios más modestos. No obstante, lo cierto es que a finales de los setenta esta innovación se movía entre el conservadurismo de marcas ligadas a lo atmosférico y los fallos en fiabilidad de aquellas que ya lo ensayaban. Un contexto en el que Ford Europa no montó turbocompresores hasta que en 1981 apareció una versión turbo del Capri 2.8.
Un buen precedente para el Escort RS Turbo, primer modelo compacto de Ford con esta tecnología. Avance que potenció su motor de cuatro cilindros en línea y 1597cc hasta los 132CV a 6.000rpm. Conjunto mejorado con un árbol de levas especial y una inyección electrónica Bosch para un peso de tan sólo 977 kilos. Elementos para lograr un carácter tan vibrante que durante su único año en producción llegó a vender 8.604 unidades. 5.000 de las cuales fueron a parar al Reino Unido desde la factoría alemana de Saarlouis donde se ensamblaba. Todas ellas -menos tres en negro destinadas a la familia real británica- en impoluto color Diamond White.
Un gran logro comercial que, además, cumplió el objetivo en competición para el cual fue diseñado el Escort RS Turbo. Y es que, aunque en rallyes no tuvo excesivo predicamento debido al poco apoyo de la marca, en el Campeonato Británico de Turismos destacó llevándose seis de las nueve carreras disputadas en la temporada de 1986. Resultados que en Inglaterra dieron a este modelo un aura de efectividad al alcance del conductor medio logrando así hacer del Escort RS Turbo un mito de barrio. Sin duda un coche muy especial que marcó el inicio de la era turbo en Ford.
Fotografías: Ford
P.D. Si quieres aprender más sobre el modelo te dejamos este completo vídeo de Guillermo García con una unidad perteneciente a la cuarta generación del Escort.