Las versiones playeras son el símbolo de una época, la del boom del turismo. Los vehículos playeros, con sus toldos a rayas que les hacen parecerse a carritos de helados, y sus alegres colores pastel y combinados de pintura marina -azul celeste, rosa palo, blanco y rojo, etc..-, daban color a un paisaje de tórridos puertos deportivos y arena.
Los nombres con reminiscencias playeras siempre han acompañado a la historia del automóvil, pero fue a partir de los años 50 cuando estos conocieron su apogeo. Sobre todo en América, denominaciones marineras como Buick Riviera, Pontiac Club de Mer, Lincoln Capri, Cadillac El Dorado Biarritz y Calais, Dodge Mónaco, Packard Clipper Caribbean, Plymouth Barracuda, los Chevrolet Cayo Vizcaíno y Malibú… daban buena fe de ello.
En Europa conocimos otras referencias, como el Simca Oceane, el Austin Atlantic, el Rolls Royce Camargue y el Corniche, los Renault Dauphine, Fregate y Floride, el Morris Marina, el Citroen DS Palm Beach -de Chapron-, el Monteverdi y el Rambler americano del mismo nombre o el Ford Capri. Todos ellos eran propuestas de coches de fin de semana o, incluso, de ensueño (Dreams cars). En todo caso, muchos no eran más que variantes simples que intentaban recoger los felices anhelos vacacionales de sus propietarios.
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Los alegres bromistas de las vacaciones
Precisamente de este subgénero nacen los playeros. Italia fue el paraíso de aquellas trasformaciones veraniegas, y es que en un país lleno de costas e industrias del automóvil se dio pie a múltiples interpretaciones de la mano de los mejores carroceros de los 60. Nacieron así las versiones Bellvedere (buenas vistas), que inicialmente estaban basadas en las populares Giardinieras de Fiat y en las Bianchinas.
Su nacimiento y esplendor tienen por tanto lugar en Italia e inspirados en la filosofía de la dolce vita que siguió al periodo de la recuperación tras la II Guerra Mundial. Las trasformaciones, casi siempre sobre base Fiat, consistían en coches con asientos de mimbre o de rejilla de plástico, la cual permitía el secado de los bañadores, y un breve entoldado con funciones meramente de parasol.
Todos los carroceros y estilistas presentaban sus novedades en el salón de Turín y, como decíamos, muchos de ellos hicieron un ejercicio de estilo con estas versiones amigables. El playero mas famoso fue el Ghia “Jolly” (1957-1966), que sobre base mecánica Fiat 500, Fiat 600 e incluso Multipla, conoció diversas interpretaciones y se construyó en gran numero. Jolly es el nombre que recibe el comodín joker en Italia, y podría entenderse, más o menos, como el alegre bromista.
Muchos de los playeros no pasarían de ser coches de salón, aunque algunos dieron el salto a la producción como fue el caso del famoso vehículo de balneario sobre base Multipla “Eden roc”, de Pininfarina (1956); del Fiat 500 Tilly versión playa, del Lombardi 500 de playa (1957), los Moretti 500 Mini-Maxi, el Osi Fiat 850 modelo Weekend, el Multipla Marinella de Fissore, la Decathlon del carrocero Sibona-Basano (1966), el Rally de Ghia (1958), y las versiones de Savio como el 500 Spider de playa, el Albarella y el Jungla (1967).
Este último, como curiosidad, estaba inicialmente construido sobre base Fiat 500/600 y, en los últimos tiempos, sobre base del Seat 600. Posteriormente se conocieron variantes de Savio como el Savana, sobre base mecánica del Fiat 124 (1967); el Daf Kini de Michelotti (1967) y el Bikini, el Fiat 124 Cross and Country, el Zagato Zanzara (mosquito) de 1969 y el Weekend de OSI.
También, se presentaron adaptaciones para otros mercados como fueron el Neckar Riviera, de bella factura de Vignale, el Neckar Saint Tropez de OSI o el Glas Ramal de Pietro Frua, un prototipo de 1964. Asimismo estaba la Shellette del ya mentado Michelotti, con motor Daf 55 y luego Fiat 850 y que pasará a ser llamado Spiaggetta.
Nadie sin playero
En cualquier caso, todos los países del entorno mediterráneo tuvieron sus playeros. Portugal estaba representado con el Fibra Mirelli, en plástico y sobre base mecánica del R4, y fabricaba bajo licencia el Mini Moke California. Grecia tenía los derivados Beach Car del Fuldamovil fabricados por Vipoplastic, y Marruecos el ATTICA; Irán, por su parte, contaba con los derivados de la filial de Citroen -la Saipac-, con la Baby Brousse, y Egipto, con el Ramses, primer vehículo egipcio en colaboración con la NSU.
En EEUU muchas de estas propuestas europeas se utilizaron como carritos de golf o, incluso, por su facilidad de acceso, como vehículos para resorts y residencias. En otros rincones del mundo como Brasil florecerían los buggies y las versiones de Gurgel como, por ejemplo, el Brad Lou (1964) o los Austin Mini Beach. En lo tocante a Australia, construía también el Moke.
Desembarco en España al ritmo de las chicas ye-yé
En nuestro país la llegada de los veraneantes y el boom del desarrollo motivó una carencia de elementos de transporte e infraestructuras para dar cobijo a los miles de ciudadanos nórdicos, sobre todo suecos, alemanes y británicos, que se acercaban a nuestras costas e islas en busca del sol. En 1962 se produce la llegada del turista 10 millones, algo que el régimen de Franco se encargo de publicitar ampliamente.
Las ofertas turísticas pasaban por los nuevos locales hosteleros rebautizados como “snack”, donde se servían novedosos coktails con nombres tan atractivos como “Fiesta Brava” o “Costa Azul”… Nuestro chiringito se había modernizado. Se daba así paso a los espectáculos flamencos y el menú incluía la asistencia a corridas de toros como las que se organizaban en Benidorm, o las posteriores visitas a la boîtes, los clubs ye-yé y las discotecas.
En aquellos locales las «güisqui go-gos” y las chicas ye-yé lucían minifaldas y escuetos mini shorts y, por la parte de sus acompañantes masculinos, generosos y floridos atuendos pop-art. Había nacido la formula Sol y Playa y el lema “Spain is different”.
Las primeras respuestas a las necesidades del turista nacieron de las empresas de ocio con la oferta de visitas guiadas en autocar y la creciente flota de coches de alquiler, básicamente de Seat 600. En aquellos tiempos nos cuentan sus protagonistas que amortizaban la compra de los automóviles de alquiler en un solo año.
Parte de éstos, con el tiempo, mutaron en forma de vehículos playeros, al estilo de las cochecitos que hemos visto que se elaboraban sobre base de los Fiat 500 y 600. Fue el caso de los SEAT 600 de playa fabricados en varias series para la cadena hotelera Meliá, conocidos también con el apodo de “playero Meliá”; o de la variante “Seat 600 Playa” distribuida por Auto Recambios Joval de Madrid.
Coexistían con las transformaciones de la Siata española, es decir, con la versión Patricia, con el elegante Tarraco y con la variante abierta Turisa; pero también con las transformaciones descapotables del 600 tipo cabriolet como fueron la del carrocero vitoriano Inauto, y las otras muchas trasformaciones artesanales de carroceros anónimos.
Obviaremos en este repaso a las versiones descapotables de los microcoches de la época de la carencia, como habían sido los PTV, el Biscuter, incluida su variante sport en carrocería fiberglass, y compañía, porque entendemos que no fue su origen el dar soporte al turismo sino el proporcionar una solución paupérrima a las necesidades de movilidad del país con anterioridad al 600.
Playeros contra camperos y todo uso
Nace por tanto una generación de automóviles en un tiempo de prosperidad y que se conocerían con el nombre de vehículos recreativos o de todo tiempo, basados sobre todo en mecánicas humildes y en modelos populares.
Hasta su aparición, en España lo mas parecido que había era la Cirila, el mítico 2 CV o su derivado Dyane, siempre con el techo practicable. Pero estos eran modelos mas bien de campo, mas aptos para un mundo rural entonces en decadencia; si acaso el que más se acercaba era el Dyane, cuya salida fue orientada hacia gente divertida y progre.
Dada su cercanía, se fueron sumando también los vehículos de lo que se conocía en otros lares como “all purpose” o todo uso y en España como vehículos “de campo”. Viasa lanzó su propuesta con el CJ, el jeep universal y, posteriormente, con su derivado campero, el Jeepster Commando (1969). Esta versión, con techo duro, de lona o practicable, estaba inicialmente orientada a labores agrícolas, pero gracias a los cazadores fue derivando su uso hacia el incipiente sector del ocio.
CAF y luego Ebro tomaron el relevo. Siguiendo el mismo camino, los Land Rover de Linares, en sus versiones 88 y 109, proveyeron prestaciones todo terreno para después, en los años ochenta y ante la irrupción del Nissan Patrol, ofrecer derivados de lujo como el Cazorla. Otro modelo orientado a fines lúdicos fue el Land Rover Santana 88 Ligero que, como ocurría con otros automóviles de aquel tiempo perdido, nacía de versiones militares…
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