Como otras iniciativas automovilísticas relacionadas con la alta gama, la trayectoria de la francesa Facel Vega contó con una excelencia en su diseño sólo a la altura de la ineficacia en sus cuentas. Una paradoja responsable de limitar su existencia a tan sólo una década, generando una gama escasa en la cual el cambio de proveedores añadió aun más incertidumbre a la singladura empresarial de la marca.
Ahora, dejando a un lado estas historias más propias de un semanario económico que de una cabecera centrada en el automovilismo histórico, lo cierto es que con sus en torno a 2.900 unidades producidas entre 1954 y 1964 todo lo relacionado con Facel Vega es capaz de levantar pasiones entre los coleccionistas más entendidos.
No en vano, gracias a modelos como el Facel II o el propio HK500 su cartera de clientes incluyó nombres tan mediáticos como el del Frank Sinatra, Stirling Moss o el Sha de Persia. Es más, parte de la estrategia publicitaria en la marca pasaba, precisamente, por facilitar el acceso de personalidades mundiales a sus modelos.
Algo bien ejemplificado por la forma y manera en la cual Facel Vega envió una berlina Excellence a Ava Gadner en 1958 y, no tanto, cuando saltó a los medios cómo el escritor Albert Camus -junto a su editor al volante- había muerto a bordo de un Facellia estrellado contra un árbol. En fin, azares, historias y anécdotas de una marca capaz de poner en los concesionarios modelos tres veces más caros que un ya de por sí costoso E-Type.
FACEL VEGA, DE SIMCA A ROLLS-ROYCE
La historia de Facel Vega se hunde en el tejido industrial francés de los años treinta. Especializada en diversas producciones metalúrgicas, ésta reorientó su principal negocio después de la Segunda Guerra Mundial desde la industria auxiliar aeronáutica hasta la automovilística.
Así los cosas, Facel Vega se convirtió en una de las principales proveedoras de carrocerías para fabricantes como Panhard o Simca, De hecho, la firma de un lucrativo contrato con esta última -en el cual se disponía la producción de hasta 45.000 carrocerías– facilitó a Facel Vega el capital necesario para iniciarse con sello propio en el automovilismo.
Ahora, ya que hacerlo contra fabricantes masivos como Citroën o Renault no tendría sentido alguno -es necesaria una inversión realmente contundente si uno quiere sobrevivir en las grandes series del automovilismo popular- Facel Vega puso sus miras en el reducido pero estable nicho del lujo; un ámbito en el cual el margen de beneficio por unidad podía garantizar esperanzas reales de salir adelante.
De hecho aquellas esperanzas fueron -a nuestro criterio- demasiado lejos, ambicionando una competencia con la mismísima Rolls-Royce gracias a unos acabados artesanales realmente reseñables junto a la potencia y suavidad entregadas por los bloques V8 suministrados por Chrysler en los Estados Unidos.
UN AUTÉNTICO COUPÉ 2+2
Ya que la competencia siempre ha de hacerse con un cierto toque diferenciador dentro de la semejanza, el de Face Vega respecto a otros fabricantes de alta gama como Rolls-Royce fue priorizar las carrocerías coupé con habitáculo 2+2 frente a las más clásicas y señoriales berlinas.
Dicho esto y puestos a filosofar -discúlpenos, escribir sobre coches no es tan vibrante como probarlos, por lo que el aburrimiento puede asaltar al redactor en la soledad de su mesa de trabajo- los Facel Vega bien podrían haber representado lo que nunca debería de haber dejado de representar Bentley y, de hecho, tiempo después volvió a hacer: ser el reverso “sport” de Rolls-Royce.
Y es que, aunque no estamos hablando en absoluto de un deportivo -el peso del HK500 supera peligrosamente los 1.600 kilos- lo cierto es que desde su carrocería coupé hasta los 360 CV a 5.200 rpm de su V8 con 5.9 litros todo en este coche da un punto prestacional claramente enérgico o, al menos, potente.
Dos palabras similares pero en absoluto sinónimas pues, al fin y al cabo, el par motor del bloque Chrysler se entrega de una manera tan contundente como progresiva y previsible; más aún si tenemos en cuenta cómo el HK500 montaba una transmisión automática TorqueFlite.
Es decir, el ámbito de este Facel Vega no es el de los GT más rabiosos de su época sino el de los viajes de largo recorrido con velocidades constantes por encima de los 160 km/hora sin problema alguno para un confort envuelto en pleno lujo.
ALTAMENTE COLECCIONABLE
Desgraciadamente Facel Vega no pudo sobrevivir a sus malas cuentas. Para empezar la mayor parte -casi un 80%- de su producción tuvo que exportarse debido al impuesto de lujo existente en Francia.
Asimismo los modelos más económicos aparecidos en los últimos años tampoco ayudaron demasiado; en primer lugar porque desvalorizaban a los más exclusivos copiando de forma descarada su aspecto y, en segundo, por la mala fama de su terrible primer motor diseñado por la propia Facel Vega. Desgraciadamente, sustituido ya muy tarde por otro a factura de Volvo.
Con todo ello modelos como el imponente HK500 tuvieron una vida corta así como una producción escueta. Cualidades que, junto a los propios encantos inherentes al vehículo, vienen a aupar su cotización en el actual mercado de clásicos.
Menos mal que, a pesar de todo, existe un cierto tipo de coleccionista con gusto por lo exquisito más allá de lo conocido o no del emblema situado en lo alto del capó. A todas luces un vehículo histórico altamente reseñable.
Imágenes: RM Sotheby’s