Pocas marcas pueden presumir de aura y de los seguidores que tiene Ferrari. A pesar de ser una firma de automóviles bastante exigente con todo lo que les rodea, incluso con lo que se hace con uno de sus coches una vez comprado, Ferrari es una marca sumamente deseada y absolutamente respetada. Son un poco prepotentes, es totalmente cierto, y también es cierto que sus coches son algo delicados, pero las obras de arte requieren de mayores cuidados.
Es lógico que un Ferrari sea un automóvil delicado, cuantas más prestaciones tiene un vehículo más exigente es su mantenimiento y más posibilidades de roturas. Sobre todo si el modelo en cuestión es un Ferrari F40, un coche casi de carreras pero homologado para circular por vías públicas. Tan de carreras, que los aislantes sonoros brillas por su ausencia, al igual que unos paneles de las puertas dignos de ese nombre o cualquier equipamiento de confort, todo ello en pos de lograr una reducción de peso que lo hiciera más rápido, más eficaz y por supuesto, más de carreras.
¿Cómo es conducir un Ferrari F40? Pues no tenemos ni idea, nunca hemos tenido la oportunidad de ponernos al volante de uno y muy posiblemente, nunca la tengamos. Nos quedaremos con las ganas de conducir un aparato con este, mítico entre míticos. Pero al menos, es relativamente fácil hacerse una idea sobre lo que tiene que ofrecer un deportivo que, por si se ha olvidado, tiene más de 30 años. Se presentó en 1987 por el 40 aniversario de Ferrari y se convirtió rápidamente en uno de los deportivos más deseados del mundo.

V8 biturbo, cambio manual, sin ayudas electrónicas…
El Ferrari F40 era lo máximo de la marca en aquellos años, algo especialmente racing. Tenía (y tiene) un propulsor V8 de 2.9 litros (concretamente 2.936 centímetros cúbicos) asistido por dos turbos IHI capaz de generar 478 CV y alcanzar los 324 km/h. Era un motor turbo de los de antes, con retardo en la respuesta, con una enorme patada cuando los dos turbos soplan con fuerza y todo ello sin ningún tipo de ayudas electrónicas, conducción pura y dura para artistas del volante. Y ojo, un volante que movía una dirección sin asistencia, que se acompañaba de unos frenos también sin asistencia y sin ABS…
Y aún así hay gente que “juega” con estas joyas, las cuales, pueden alcanzar en subastas más de millón y medio de euros. En el siguiente vídeo, publicado por “Drive N Slide” (algo así como “conduciendo de lado”), podemos ver como un Ferrari F40 ataca las curvas y desliza de atrás como si fuera sencillo hacerlo, un vídeo grabado mediante la técnica del “POV” (Point of View, punto de vista) en algunas partes y enseñando como es el juego de pedales en otras, permitiendo que soñemos con cómo sería ponerse tras el volante del Ferrari del 40 aniversario.
Un vídeo, por cierto, bastante cuidado y bien montado, que con apenas seis minutos se hace corto.