El Ferrari F50 GT es una de esas rara avis que de vez en cuando entramos en la historia de la marca italiana. Así como su antecesor, el Ferrari F40, contó con varias versiones de carreras o su sucesor, el Enzo, con la variante FXX, sobre el F50 también se desarrollo una evolución de competición. Lamentablemente, ésta nunca llegó a debutar por un cambio reglamentario que pilló a la marca italiana a pie cambiado. Así, Ferrari decidió concentrar sus recursos económicos en la Fórmula 1.
Recordemos que el Ferrari F50 había llegado al mercado en 1995, adelantándose dos años a la celebración del medio siglo de historia de la marca. Era el sucesor del F40, aunque algo más domesticado y con motor central V12 atmosférico, como mandaban los cánones. En todo caso, no contaba con dirección asistida, servofreno ni ABS. Gracias a su configuración targa, trasladaba mejor que el F40 la sensación de monoplaza puesto en la calle. Su diseño se inspiraba en el concept car Mythos de 1989.
El motor V12 colocado en posición longitudinal cubicaba 4,7 litros y derivaba, según Ferrari, del empleado por el 640, el monoplaza de Fórmula 1 de 1989. Su potencia alcanzaba los 520 CV a 8.000 vueltas, con un par de 471 Nm a 6.500 rpm. El motor, que ejercía funciones portantes como en los monoplazas de competición, iba anclado a un chasis de fibra de carbono. El peso del conjunto era de 1.230 kilos, lo que arrojaba una relación peso/potencia de 2,36 kg/CV. Sus prestaciones estaban en consonancia: 325 km/h de velocidad punta y 3,87 segundos en el 0 a 100 km/h.
Además, Ferrari calculó que habría 350 potenciales clientes, por lo que fabricó una unidad menos: 349. Todos estaban vendidos antes de empezar la producción y, al contrario que en el F40 -en el que todos eran rojos-, se podía elegir entre cinco colores: amarillo, negro, plata y dos tonos rojos que, obviamente, fueron los elegidos mayoritariamente.
LA VERSIÓN DE CARRERAS, EL FERRARI F50 GT
Casi de inmediato, en 1996, en Maranello se lanzaron a desarrollar una variante de competición, conocida como Ferrari F50 GT o también GT1. Estaba pensaba para competir en las BPR Global GT Series, el campeonato de GTs que había relanzado la categoría en los 90. Disputado entre 1994 y 1996, contó con el McLaren F1 GTR como gran dominador y la participación de varios F40 LM, GT y GTE.
Tomando como base el F50, Ferrari desarrolló una versión GT de la que se construyeron tres unidades con ayuda de Dallara y ATR. El motor se exprimió hasta lograr unos fantásticos 750 CV a nada menos que 10.500 vueltas, con un par de 529 Nm a 7.500 rpm. Además, se redujo el peso a 860 kilogramos en seco, unos 910 kg en estado de marcha. Tomando como referencia esta última cifra, tenemos una relación peso/potencia de 1,22 kg/CV. Una máquina muy, muy seria.
Además, de montó una caja de cambios secuencial que sustituía al cambio manual del modelo de serie y un embrague con discos de fibra de carbono. Como era lógico, el techo targa dio paso a uno fijo, al tiempo que el alerón posterior fue reemplazado por uno de competición con sujeción central. Contaba con un frontal diferente con mayor entrada de aire, toma de refrigeración en el techo y un colosal difusor trasero.
Sus prestaciones en Fiorano fueron excepcionales, lo cual no extraña en un modelo que declaraba una velocidad punta de ¡367 km/h! y que aceleraba de 0 a 100 km/h en 2,9 segundos. Se dice que sus tiempos en Fiorano fueron excelente, próximos a los del sport prototipo 333 SP, algo complicado de creer. Sin embargo, todo fue en vano.
Y COLORÍN COLORADO…
La vida del Ferrari F50 GT fue efímera, pues nunca llegó a debutar en competición. A finales de 1996, las BPR Global GT Series se cancelaron, dando lugar al Campeonato FIA GT. Éste permitió la homologación de coches de carreras puros como el Porsche 911 GT1 que ya no derivaban de serie. Sólo se exigía la construcción de 25 unidades de calle, aunque más adelante se conformaron con una.
Esto no gustó a Ferrari, quien no quería destinar más recursos a un programa que podía apartarle de su objetivo principal, volver a ganar el Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Se comenta que tampoco Bernie Ecclestone tenía mayor interés en que la marca italiana diera lustre a otras competiciones. Especialmente a una en la que podrían enfrenarse a marcas como Porsche, Mercedes-Benz, Toyota o la propia Ferrari.
Únicamente se construyeron tres unidades de las seis previstas, con números de chasis 001, 002 y 003. Los otros tres chasis se habrían destruido, aunque hay fuentes que afirman que se conservan, es decir, que podrían ser completados. El chasis 001 se vendió a principios de 1997 a Art Zafiropoulo, coleccionista de California. La unidad 002 se vendió en Japón a otro coleccionista, Yoshikuni Okamoto. Por último, el F50 GT 003 fue a parar también a Estados Unidos, comprada por Jim Spiro. Los tres coches han salido de vez en cuando a rodar en exhibiciones en circuito.
Su precio estimado de venta estuvo un poco por encima del millón de dólares. En 2009, RM Auctions subastó en Scottsdale el Ferrari F50 GT chasis 003 en 1.430.000 dólares y ahora el coche pertenece a un coleccionista australiano. A buen seguro que, hoy en día, esa cifra se multiplicaría por dos en caso se salir uno a subasta. Mientras tanto, siempre nos quedará la duda de saber si nuestro protagonista hubiera sido competitivo en caso de haber debutado. Apostaría a que sí.
Fotografías de Ferrari.