La década de los setenta no fue fácil para Lamborghini. Y es que, a pesar de contar en su haber con modelos tan emblemáticos como el Miura o el Espada, lo cierto es que la contabilidad de la marca no pasaba por sus mejores momentos. De hecho, en 1972 el propio Ferruccio Lamborghini vendió sus acciones a un consorcio presidido por dos inversores franceses. Además, el nuevo Urraco no llegó a ser el exitoso modelo de acceso con cuatro plazas que salvaría a la marca del cierre. Así las cosas, la estocada llegó cuando en 1973 estalló la Crisis del Petróleo. De repente, parecía haberse conjurado la tormenta perfecta para el cierre de la Sant’Agata Bolognese.
Sin embargo, los gestores tenían fe en el desarrollo del Countach. El vehículo que vendría a redimir la contabilidad de Lamborghini, cuyo prototipo diseñado por Marcello Gandini ya había sido presentado en el Salón de Ginebra de 1971. Con el proyecto de este superdeportivo entre manos, sólo quedaba resistir alimentando las cuentas como fuera, razón por la cual Lamborghini se embarcó durante esta década en diversos proyectos inesperados. Mientras el primero de ellos fue colaborar con BMW en el desarrollo del M1, el segundo consistió en presentarse en 1977 a un concurso del ejército americano para la adjudicación de un nuevo vehículo militar.
Dos procesos íntimamente unidos. Ya que, tras perder el concurso frente a AM General y su Humvee, la situación de Lamborghini se volvió tan preocupante que no pudo hacer frente a los compromisos adquiridos con BMW. Por ello, el M1 finalmente fue ensamblado por Italdesign. Al tiempo, en 1978 la factoría que vio nacer al Miura entró en suspensión de pagos. Un momento decisivo en el que Giulio Alfieri -antiguo ingeniero de Maserati y desde 1973 consultor de Lamborghini- apareció con una idea tan curiosa como rocambolesca. Fabricar para FIAT una versión todoterreno del 127 a partir de chasis adquiridos en Brasil del FIAT 147. La idea que hizo nacer al FIAT 127 Rústica.
FIAT 127 RÚSTICA. DE BRASIL A LA FÁBRICA DE LAMBORGHINI
Del FIAT 127 ha habido todo tipo de versiones. Lo hemos visto carrozado como pequeño monovolumen, furgoneta o coche de rallyes. E incluso listo para la playa o el uso agrícola como si fuera un Citroën Mehari. Una panoplia de modificaciones amplificada por el hecho de que, bajo diversas licencias y marcas, este popular utilitario fue fabricado en países como España o Brasil. De hecho, en el país sudamericano hubo una versión con motor alimentado por etanol de la cual se fabricaron más de 120.000 unidades.
Todo ello a partir de 1976, cuando tras cuatro años en el mercado europeo el FIAT 127 da el salto a estas latitudes tropicales donde su chasis recibe un tratamiento reforzado al óxido y al uso en carreteras bacheadas. Por ello, Giulio Alfieri vio en el FIAT 147 brasileño la base perfecta para una versión todoterreno comercializable en Italia. Curiosamente, la idea no disgustó a FIAT, la cual encargó a Lamborghini el inicio de la producción del FIAT 127 Rústica en 1979.
Todo un respiro económico a los Sant’Agata Bolognese, logrando reactivar a 40 empleados antes dedicados a la cadena de montaje del Countach junto a 180 más que estaban esperando el fin de la suspensión de pagos para recuperar su empleo. Un encargo por el cual Lamborghini podría sobrevivir al menos durante los dos años que duró la producción del FIAT 127 Rústica, del cual se llegaron a fabricar unas 5.000 unidades únicamente comercializadas en Italia.
ROBUSTO Y APTO PARA CAMINOS. LAS MODIFICACIONES DEL 127 RÚSTICA
Si hay una palabra para definir al FIAT 127 Rústica es “espartano”. Sobrio y robusto, nada en él es accesorio. Para empezar, sólo se ofrecía con el beige en la carrocería y las llantas negras sin tapacubos. Primeras diferencias respecto a las versiones más comunes del 127, a lo cual debemos añadir las protecciones en los faros, la baca opcional y algunos detalles en plásticos y parrilla que lo delatan como un derivado del 147 fabricado en Brasil. Y es que su chasis algo más resistente que el elaborado en Italia fue la base perfecta para el 127 más duro -con permiso de no pocas unidades preparadas para rallyes-.
La altura al suelo se elevó, dotando al vehículo de unas suspensiones más duras y unos neumáticos específicos. Además, aunque el FIAT 127 Rústica no era un tracción total sino delantera sí se le cambió la caja de cambios para darle un comportamiento de todoterreno. Se escogió la montada en los FIAT 128. Y es que ésta contaba con unas marchas muy cortas, las cuales pueden asemejarse a un todoterreno. Especialmente si se consigue una curva de par más bien plana, entregando la potencia desde bajas vueltas.
Respecto al motor el FIAT 127 Rústica montó un bloque de 1.050cc y 50CV. Muy diferente al V12 de 3’9 litros y 375CV montado por el Lamborghini Countach LP400S. El modelo con el cual, a pesar del abismo en prestaciones, compartía fábrica el 127 Rústica. De hecho, resultan de lo más curiosas las fotos donde se ven no pocos de estos pequeños utilitarios todoterrenos aparcados junto a un impresionante Countach en el patio de Sant’Agata Bolognese. Sin embargo, por impresionante que parezca el superdeportivo, lo cierto es que éste pudo sobrevivir gracias al FIAT 127 Rústica. Por ello, buceando en foros de propietarios, algunos bromean diciendo “tengo un Lamborghini, aunque no lo parezca”.
Fotografías: FIAT FCA Heritage