El Fiat 130 Coupé no es un automóvil especialmente conocido. Es más, incluso algunos aficionados -los menos duchos en sus características eso sí- aún se siguen sorprendiendo al adivinar el emblema del fabricante italiano sobre su parrilla. De hecho, y haciendo gala de una incredulidad evidente, no han sido pocos quienes han espetado “bueno, esto seguro que fue una serie especial de Pininfarina, una transformación del carrocero bajo su cuenta y riesgo”.
Y no, lejos de ello estamos ante un vehículo deseado y comercializado por la propia Fiat, la cual intentó con su lanzamiento animar las ventas del fracaso comercial emprendido por la berlina 130 desde su estreno en 1969. En fin, un coupé en cierta medida inesperado, el cual compartió concesionario con los populares 124, 127 y 131 para representar así lo que, incluso a día de hoy, muchos siguen considerando el modelo más refinado de la marca en toda su historia.
Pero vayamos por partes. Así las cosas, lo mejor será situarnos a mediados de los años sesenta. Un tiempo en el cual las berlinas germanas superaban con creces a todo lo fabricado en Francia, Italia e incluso Reino Unido.
Algo a lo cual hemos de sumar la anulación de aranceles entre los socios de la Comunidad Económica Europea a partir de 1968; año en el que, sin duda, comenzaba el reinado de BMW y Mercedes -la participación de Audi vendría un poco después- en lo referido a tres volúmenes europeos de representación.
FIAT INTENTA JUGAR EN LA LIGA ALEMANA
Buscando entre las opciones berlina ofrecidas por fabricantes europeos a finales de los años 60, los modelos con 6 cilindros destacaban en la gama más exclusiva con representantes como el Mercedes 280 S, el Jaguar XJ6 2.8 o los BMW 2500 y 2800. Además, en un escalafón ligeramente inferior se encontraban los Opel Diplomat e incluso el Volvo 164 con proyección en el mercado estadounidense.
En fin, una panoplia más o menos amplia en la cual llamaba la atención la inexistencia de opciones ensambladas en Italia. Y es que, si había una marca transalpina llamada a este segmento era Lancia; aquella que, precisamente durante aquellos mismos momentos, se encontraba en horas bajas sólo logrando su salvación gracias a la absorción de la misma por parte de Fiat a instancias del gobierno italiano.
Asimismo, en referencia a Alfa Romeo ésta descontinuó al 2600 en 1968 para no volver a ofertar un automóvil con seis cilindros hasta la llegada del Alfa 6 en 1979. Un panorama en cual FIAT decidió dar un paso al frente presentando, en 1969, la berlina 130; sucesora del ya anticuado 2300 y, a la postre, gran apuesta del fabricante generalista en pos de hacer frente a lo que parecía un incontestable dominio germano.
DE LA ESPERANZA AL FRACASO
Técnicamente el Fiat 130 era un modelo interesante e incluso avanzado para los estándares conservadores de la marca. Prueba de ello era el eje trasero independiente o los discos de freno en todas las ruedas. Además, en el primer catálogo de opciones se encontraban el aire acondicionado y la dirección asistida. Todo ello rematado con un motor V6 a cargo de Aurelio Lampredi con doble árbol de levas, 2.8 litros y 140 CV.
Sin embargo, a una potencia deficiente -sus homólogos en BMW y Mercedes podían estirarse hasta los casi 200 CV en las versiones más afinadas- se le sumaba un peso excesivo -el cual también hacía mella tanto en el consumo como en el comportamiento- así como una estética algo anticuada y, como remate, un precio elevado definido por llegar al triple de lo visto en un 124 sin por ello dar las calidades, innovaciones y prestaciones inherentes a la competencia alemana.
Con todo ello, las ventas del Fiat 130 no fueron precisamente un éxito, concentrándose de una manera más que llamativa en el mercado local mientras éste se veía cada vez más inundado de creaciones foráneas en lo relativo a las berlinas más exclusivas. De hecho, mientras el Volvo 164 conseguía vender más de 46.000 unidades, de la berlina 130 no se llegaron a asignar más que unas 15.000 contando todas las series producidas hasta 1977.
FIAT 130 COUPÉ, UN INTENTO DE REAVIVAR LA GAMA
Visto en perspectiva, el fracaso de Fiat con su 130 fue de tal calibre que a partir del mismo el fabricante italiano no ha producido nunca más berlinas de gama alta. Algo también explicado por la incorporación de Lancia; la cual, dicho sea de paso, tampoco logró igualar a lo presentado por BMW, Mercedes o Audi a pesar de ser original con el Gamma de 1976, acertada y polivalente con el Thema de 1985 e incluso realmente sobresaliente con el Thesis del reciente 2001.
No obstante, de cara a 1971 Fiat decidió dar un nuevo impulso a la vida del 130 dotándolo con una actualización mecánica en la cual la cilindrada ascendía hasta los 3.2 litros a fin de ofrecer un desempeño más elástico y progresivo. Además, la potencia se situaba en 165 CV -aun así muy por debajo de lo desplegado en su segmento- al tiempo que se delegaba en Pininfarina la carrocería y ensamblaje de una versión coupé.
Diseñada por Paolo Martin -autor del Cuneo así como responsable de las investigaciones sobre aerodinámica culminadas con los Citroën GS y CX-, ésta basó su estética en la suma de superficies planas y ángulos rectos evolucionada posteriormente por el Ferrari 365 GT4 de 1972. Y sí, era -y es- una limpia y sobria muestra de elegancia italiana que, al mismo tiempo, conservaba la buena habitabilidad de la berlina junto a una amplia -quizás demasiado- superficie acristalada.
ESCASO Y COLECCIONABLE
Curiosamente, cuando a finales de 1971 empezaron a rodar las primeras unidades del 130 Coupé en Fiat aún tenían a la venta las últimas del Dino 2400 tanto en Spider -Pininfarina- como en Coupé -Bertone-. Un modelo con 180 CV a pesar de tener una cilindrada claramente menor y que, además, tuvo en ésta su segunda serie la suspensión trasera independiente estrenada por la berlina 130 en 1969.
De todos modos, esto no generó una competencia interna ya que el Fiat Dino anuló su producción en 1973 y, además, de haber continuado en los concesionarios éste desplegaba un carácter claramente más deportivo que el del Fiat 130 Coupé. Es más, atildar siquiera por un momento a nuestro protagonista con la calificación deportiva sería un error considerable; lejos de ello estamos ante un automóvil cómodo, amplio y apto para enfrentar largos viajes con estilo y seguridad.
En fin, un coupé de alta gama que, si bien en la época cayó ante la efectiva competencia germana -sólo se vendieron 4.294 unidades hasta su fin en 1977- ahora es un modelo altamente coleccionable para cualquier persona interesada en la historia de Fiat. No en vano, estamos ante el último gran ejemplo del fabricante italiano en relación a un tipo de vehículo que, como hemos visto, no tiene nada de generalista ni similar para con sus icónicos 500, 600 o 124.
Imágenes de Route da Sogno.