Miguel Sánchez
En 1972, Fiat lanzó el 127. Y sí, fue toda una revolución. No en vano, frente a sus predecesores -600 y 850- éste disponía el motor en posición delantera transversal en vez de trasera. Hecho éste que, además, por fin hacía transitar a los utilitarios de la casa italiana hacia la más amable tracción delantera. En suma, un cambio radical en el que, de la antigua época, sólo quedaba el bloque con cuatro cilindros en línea y árbol de levas lateral.
Asimismo, su chasis rígido y ligero permitía absorber suficiente potencia como para presentar versiones deportivas. Por otra parte, bendecidas por un comportamiento dinámico sorprendente cuando la pista se tornaba en una sucesión de curvas, dejando atrás las rectas donde la fuerza del motor impone su ley sin más ambages.
De todos modos, lo cierto es que el 127 era ante todo un vehículo eminentemente práctico y popular. Es más, gracias a ello cosechó unos excelentes datos comerciales, llegando a vender más de 50.000 unidades en Europa allá por 1975.
Un dato sin duda excepcional, el cual presagiaba resultados prometedores en otros mercados. Aquellos donde un coche masivo y global como éste se hacía más y más necesario según aumentaba el índice de consumo entre las poblaciones locales.
Así las cosas, en 1976 la subsidiaria brasileña de Fiat se lanzaba con la fabricación del 147. Una versión propia para América Latina en la que, sobre la base del modelo europeo ofrecido por Fiat o SEAT, se incorporaban ciertos detalles a fin de adecuarla a las necesidades tropicales.
Para empezar, el chasis recibía importantes mejoras en materia de resistencia tanto a los golpes como al óxido. Y es que, al mal estado del firme en las sendas rurales, había que sumar la corrosión inherente al clima del país sudamericano.
De hecho, precisamente la versión Rustica del 127 -una especie de adaptación para caminos ensamblada en la factoría de Lamborghini- importó sus bastidores desde Brasil a fin de lograr la dureza necesaria.
Asimismo, en lo referido a la mecánica las primeras unidades del 147 se equiparon con el motor de un litro diseñado por Aurelio Lampredi; una elección económica, sólida y fácil de reparar. En fin, la combinación perfecta para hacer de aquel modelo una apuesta idónea para el día a día.
No obstante, lo cierto es que a finales de los años setenta Brasil ya contaba con un cierto mercado en relación a las gamas deportivas. Un nicho comercial en el que se se abría la oportunidad de crear una versión del 147 algo más desenfada y potenciada; todo ello, dicho sea de paso, en coordinación con una variante alimentada por Etanol lanzada en 1979. La cual, sin duda, significó una excelente adecuación a las posibilidades locales en materia de ahorro y combustible.
FIAT 147 RALLYE, DEPORTIVIDAD EN CLAVE BRASILEÑA
Ya en 1972 Volkswagen do Brasil había presentado su SP basándose en la mecánica del Fusca. Una evidente disonancia pues, bajo su aspecto prestacional, se escondía una motorización con menos de 70 CV. Sin embargo, a pesar de aquello este modelo evidenciaba la capacidad de la industria local a la hora de crear diseños propios a partir de la cobertura técnica realizada por las casas matriz.
Al hilo de esto, tan sólo dos años de lanzarse al mercado el 147 la subsidiaria brasileña de Fiat se atrevía a presentar la variante deportiva denominada Rallye. Para ello, su novedad principal fue la incorporación de un motor con 1.297 centímetros cúbicos alimentado por un carburador Weber importado desde Italia para rendir así hasta 72 CV 5.800 revoluciones por minuto. Todo ello para un peso de 796 kilos, lo cual hacía del 147 Rallye un vehículo ciertamente interesante si se deseaba una conducción deportiva por trazados revirados.
Además, el conjunto se remataba con algunos detalles como el faldón delantero o la chapa con la cual se protegían los bajos del motor. En suma, respecto a las versiones comunes del utilitario aquí se habían ganado unos 20 CV. Motivo sobrado para saber que no se estaba hablando tan sólo de apariencia, sino también de un ajuste mecánico realmente notorio. Ajuste que, sin embargo, no salvó al modelo de su desaparición a finales de 1981 pues, a pesar de ciertos cambios esta vez sí epidérmicos en la versión Racing, la demanda no parecía estar a la altura de las expectativas.
De todos modos, la idea de un 147 realmente deportivo no desapareció aquí. Para empezar, la empresa de preparaciones fundada por los hermanos Fittipaldi quiso hacer algo parecido a lo que podría haber hecho Abarth aunque, desgraciadamente, sólo se pudieron producir unas pocas unidades -contando con hasta 75 CV así como nuevos ajustes en materia de amortiguación- antes de que Fiat dejase de suministrar piezas.
Eso sí, en 1982 arrancaba la producción del 147 en Argentina. Ocasión que la mítica IAVA -ducha en preparaciones prestacionales sobre la base de modelos de la Fiat local- aprovechó para lanzar su versión Sorpasso. Aquella de la cual les hablamos hace muy poco en su artículo correspondiente y que, gracias a sus 90 CV asentados en alteraciones y ajustes taxativos en materia de rigidez y estabilidad, representa la cúspide para las variantes deportivas del Fiat 127/147 y, dicho sea de paso, uno de los Hot Hatch más interesantes de todos los tiempos.
