Lo hemos dicho muchas veces: por increíbles y prestacionales que sean, muchos automóviles de gama alta son más asequibles en su desarrollo que cualquier turismo popular ensamblado en gran serie. Y es que, al fin y al cabo, crear en tirada corta un vehículo de excelentes calidades sin tener demasiado en cuenta la factura final es, relativamente, sencillo. Sin embargo, poner en los concesionarios un compromiso equilibrado entre practicidad, fiabilidad y economía no resulta nada fácil. Nuestro protagonista, el Fiat 600 Multipla, es el mejor ejemplo.
Así las cosas, y aunque los placeres no han de ser excluyentes, resulta incluso más ilustrativo saber cómo se ha desarrollado el Mini que conocer hasta el último detalle relativo al cautivador EB110. En este sentido, una de las cuestiones en las que menos se repara es saber cómo ha evolucionado a lo largo de la historia todo lo relativo a la habitabilidad. Una cualidad fundamental para cualquier vehículo, teniendo que equilibrar sus volúmenes externos con su espacio interior y, cómo no, el acceso al mismo.
LLEGAN LOS MONOVOLÚMENES
Llegados a este punto, la llegada de los monovolúmenes en los años 80 representa una página verdaderamente interesante. De hecho, particularmente -sé que en este artículo les estoy volcando una gran carga de subjetividad- me resulta muy complejo no detenerme a contemplar una Espace de primera generación cada vez que, aún en pleno 2023, me sigo cruzando con alguna en régimen de uso diario. Analizar su gran espacio interior, la versatilidad del mismo gracias a su diseño modular, el diáfano punto de vista dado por su salpicadero…
En fin, una serie de factores con los cuales explicar el porqué de su importancia en la historia del automovilismo europeo. Eso sí, siempre con el permiso de Lee Iacocca pues, al fin y al cabo, el concepto vino de su época en Chrysler por mucho que Matra lo adaptase al mercado europeo en el mencionado Renault. No obstante, rizando el rizo de la habitabilidad el mayor desafío viene cuando hablamos de los vehículos más escuetos. De los más urbanos. Un segmento donde encontramos al Renault Twingo. Al cual desgraciadamente se le recuerda más por su simpática apariencia que por su excelente habitáculo, en el cual incluso había posibilidad de hacer cama con los asientos.
Basado en llevar las ruedas a los extremos a fin de dejar entre los ejes el máximo espacio posible, el Twingo apenas contaba con voladizos tal y como décadas antes ya había hecho el Mini de Alec Issigonis. Sin duda, la referencia en esto de maximizar la habitabilidad aún contando con el mínimo espacio posible. De hecho, créanme, quien suscribe estas líneas ha visto entrar y salir de un Mini -sin perder el decoro en sus movimientos- a más de un tipo digno de jugar en un equipo de baloncesto.
Dicho esto, como hemos visto brevemente los volúmenes exteriores no siempre están directamente relacionados con la habitabilidad. Es más, esto último requiere de un gran esfuerzo por parte de los diseñadores, contándose en muy pocas las ocasiones en las que realmente se han producido mejoras verdaderas en este sentido. En fin, como dice un buen amigo mío en referencia a Lancia “el mundo necesita menos Stratos y más Megagamma”.
EL FIAT 600 MÚLTIPLA
Asimismo, en esta breve reflexión sobre la habitabilidad en el automovilismo, no podemos dejar de lado a Dante Giacosa. Uno de los grandes ingenieros del siglo XX y, a la sazón, pieza clave para el desarrollo técnico de Fiat mientras se internacionalizaba bajo el astuto mandato de “L’Avvocato” Agnelli. Responsable de diseños tan icónicos como el 500 o el 600, de su mesa de trabajo también salió algo tan imprevisto y delicioso como el Fiat 600 Multipla.
Presentado en 1956, este derivado del Fiat 600 era capaz de albergar hasta seis adultos con total comodidad a lo largo de tres bancadas. Todo ello, y esto es realmente reseñable, con un largo total escasamente superior al de un Mini de la época. Sinceramente, para quitarse el sombrero. De hecho, en la Italia de los cincuenta y sesenta muchos lo hicieron, elevando al Fiat 600 Multipla a la categoría -si se nos permite el término- de mobiliario urbano pues, verdaderamente, se usó con asiduidad remarcable a modo de ambulancia, taxi, vehículo de reparto e, incluso, de bomberos.
Todo ello, claro está, contextualizado dentro de lo adecuado de este modelo para los intrincados cascos históricos de las ciudades transalpinas, los cuales harían palidecer a la judería de Toledo e incluso a los callejones más aislados del Albaycín granadino.
Como ejemplo de todo esto tenemos a la unidad ambulancia con la que ilustramos estas líneas. Carrozada por Coriasco -el taller que desde 1948 tuviera un excelente trato con Fiat haciendo buena parte de sus modelos industriales- ésta se conserva en perfecto estado tras una restauración impecable y llena de detalles. Algo así como lo que SEAT en Rodaje ha hecho con el 1400 Ambulancia del cual ya les hicimos un artículo. Y cómo olvidar el SEAT 600 Múltiple del que apenas se hicieron un puñado de unidades.
Eso sí, en el caso del 600 Multipla destaca cómo en un espacio tan pequeño se puede dar cabida a un uso médico. Todo ello, no nos olvidemos, con el motor colocado en esa posición tan inconveniente -disculpas anticipadas para los puristas de Porsche- como es ésa en la que se descuelga por detrás del eje trasero. En fin, imposible no admirar nuevamente el ingenio de Dante Giacosa.
P.D. Como posiblemente alguna persona habrá intuido, ese “amigo” no es más que quien suscribe estas líneas. Y sí, además de reafirmarme en que nos interesamos demasiado sobre ciertos deportivos sobradamente conocidos, también he de decir que el Múltipla de 1998, más allá del injusto cachondeo montado en base a su parte delantera, es, sin duda, un buen coche perfectamente adecuado a su contexto y propósito.
Fotografías de Fiat y RM Sotheby’s.