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Elettra. Los FIAT Panda, Cinquecento y Seicento eléctricos durante los noventa

A comienzos de los noventa la polución urbana era un hecho reconocido. Por ello, marcas como FIAT empezaron a tomarse en serio la movilidad urbana en clave eléctrica, ofreciendo modelos como los Panda, Cinquecento y Seicento Elettra. El primer intento comercial de un fabricante europeo por ofrecer una parte de su gama en versión eléctrica.

Para los italianos, FIAT no sólo es una empresa automovilística. Es también un emblema nacional y un agente esencial en la historia reciente del país. Por ello, se puede decir que la empresa fundada por los Agnelli siempre ha estado atenta a las necesidades locales en materia de movilidad. De esta forma se entiende la aparición de los FIAT 500 y 600 con el fin de motorizar a las nuevas clases urbanas. Pero también la de los 124 y 131. Ideados para ofrecer más prestaciones y comodidad a esas mismas clases medias cuando ya estaban plenamente inmersas en la sociedad de consumo.

Tanto así que, a comienzos de los setenta, no resultaba extraño encontrar familias con dos vehículos. Uno dedicado a viajes largos ocasionales y otro enfocado para el uso diario en ciudad. Para el primer caso los años setenta fueron pródigos en la aparición de berlinas. Pero para el segundo aún existían huecos sin rellenar. En ese sentido, el mayor problema era mezclar habitabilidad y bajos consumos con un tamaño reducido para aparcar en cualquier lugar. Algo que en las ciudades italianas era y es todo un problema, debido a la gran cantidad de población residente en los intricados cascos históricos de raíz medieval.

Además, el enorme crecimiento urbano experimentado con el éxodo rural dado en toda Europa Occidental puso encima de la mesa un problema añadido: la polución urbana. Así las cosas, muchos empezaron a ver en los coches eléctricos una solución perfecta para la movilidad dentro de las ciudades. Eso sí, aquejada por dos razones. La primera era la escasa autonomía; asunto que no era un problema definitivo en la movilidad urbana debido al escueto kilometraje de los trayectos. La segunda fueron las baterías; con un coste de producción tan desorbitado como su tamaño. Todo un conjunto de defectos y virtudes conjurado en el FIAT Panda Elettra de 1990.

FIAT PANDA ELETTRA. EL MÁS CONOCIDO PERO NO EL PRIMERO

Como decíamos antes, a comienzos de los setenta no era extraño que muchas familias demandasen un compacto como segundo vehículo. Por ello, FIAT dispuso un equipo con Giovanni Michelotti al frente para ensayar prototipos con la vocación de electrificar la movilidad urbana. Un equipo que en 1972 presentó su primer resultado con el X1/23. Un vehículo tan atrevido como futurista, capaz de transportar a dos personas por los vericuetos de cualquier ciudad impulsado por un motor eléctrico de 13’5CV. No obstante, a pesar de partir de un buen concepto el mercado aún no estaba preparado para algo tan rupturista.

Llegados a este punto, FIAT paralizó los ensayos con la electrificación hasta que a finales de los ochenta los retomó bajo el proyecto Elettra. Una idea realmente ambiciosa y nunca antes vista en un fabricante generalista, ya que tenía como objetivo ofrecer versiones eléctricas de varios modelos. Obviamente, y debido al problema de la autonomía, las versiones Elettra empezaron por los vehículos usados más para el transporte diario que para los largos viajes. Limitación por la cual fue el FIAT Panda el primer escogido para contar con una versión eléctrica. Desarrollada con el apoyo del gobierno italiano y la colaboración mecánica de la austriaca Steyr-Puch.

Dotado de 12 baterías de plomo con un peso total de 350 kilos, su autonomía era de unos 100 kms si se conservaba una velocidad media de 50 kms/h. Unos datos nada desdeñables en materia de autonomía, pero preocupantes en materia de peso. De hecho, los frenos y suspensiones del FIAT Panda Elettra tuvieron que reforzarse para asimilar tal carga extra, la cual aupaba a 1.150 kilos el peso total. Un problema al que se le sumaba el espacio, ya que las baterías exigían tanto hueco que desaparecía la posibilidad de montar unos asientos traseros.

MEJORANDO LO PRESENTE: LA VERSIÓN DE 1992

Respecto a la conducción, el FIAT Panda Elettra resultaba extremadamente sencillo. Y es que, ya fuera en ciudad o en carreteras llanas, se podía prescindir de los cambios fijando la tercera marcha. De hecho, incluso se podía iniciar desde cero con ella ya metida. Ventajas para un coche que, por otro lado, sólo contaba con una potencia de 12’5CV. Mejorados en la versión de 1992 -conocida como Panda Elettra 2- hasta los 23’7CV gracias a unas nuevas baterías de cadmio y níquel. Un cambio que permitió estar en producción a este coche hasta 1998. Dato bastante llamativo, ya que para aquella época el Panda resultaba un coche muy anticuado.

Es por ello que en 1992 se había introducido al Cinquecento Elettra. Un compacto urbano eléctrico que sí estaba a la altura de los tiempos, el cual además conseguía mantener la autonomía de 100 kms con una máxima de 85 kms/h. Sin duda, un coche mucho más práctico y atractivo, el cual estuvo en producción hasta ser sustituido en 1996 por el Seicento Elettra. Un modelo que supuso la evolución más cuidada de los eléctricos de FIAT durante los noventa junto con el prototipo Downtown. Una especie de Multipla para tres personas con una sorprendente autonomía en ciclo urbano de 190 kms.

Fabricado durante dos años en Italia, en 1998 la producción se llevó a Polonia, donde se seguía fabricando bajo pedido hasta el 2005. No obstante, se registraron muy pocos y casi siempre por parte de instituciones públicas. Una pena, ya que el Seicento Elettra presumía de unas buenas prestaciones para un eléctrico de la época con 41CV y una punta de 100 kms/h. Además, podía recargarse completamente en ocho horas usando cualquiera de los enchufes disponibles en una casa moderna. Sin duda uno de los precedentes más claros y cercanos de lo que está por venir: la movilidad eléctrica.

Fotografías: FCA Heritage

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Escrito por Miguel Sánchez

A través de las noticias de La Escudería, viajaremos por las sinuosas carreteras de Maranello escuchando el rugido de los V12 italianos; recorreremos la Ruta66 en busca de la potencia de los grandes motores americanos; nos perderemos por las estrechas sendas inglesas rastreando la elegancia de sus deportivos; apuraremos la frenada en las curvas del Rally de Montecarlo e, incluso, nos llenaremos de polvo en algún garaje rescatando joyas perdidas.

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