Si hemos de acercarnos a la historia de Ford no lo haremos tanto a través de diseños disruptivos o altas prestaciones como utilizando la racionalidad de la gran serie, la capacidad de internacionalización o su modelo de producción. En suma, si algo distingue a Ford desde sus inicios es ser una marca dedicada a satisfacer las necesidades de movilidad relativas al público masivo.
No obstante, esto no fue así siempre. Lejos de ello los inicios de Henry Ford en el automovilismo contemplaron diseños como el del 999. Un primitivo deportivo que -junto al más escueto Sweepstakes- quiso cosechar en 1902 multitud de premios en carreras sobre hielo gracias a la potencia de su motor con hasta 18 litros.
De todos modos aquellas ideas fueron quedando poco a poco ahogadas en medio de la revolución productiva interpretada por el Model T, responsable no sólo de echar a andar con la motorización masiva de la población sino también de inaugurar una organización en fábrica apta para el ensamblaje intensivo en gran serie. Ése mismo que, poco a poco, hizo de Ford la primera empresa global en la historia del automovilismo con factorías repartidas desde Estados Unidos hasta Cádiz, Buenos Aires o Japón.
Eso sí, dotado con el mismo espíritu innovador el continuador de la saga -Edsel Ford- tampoco descuidó la producción de diseños inesperados en cuanto empezó a tener responsabilidades en la empresa. Es más, a él se debe el desarrollo del Model A estrenado en 1927; a la postre sustituto del Model T y dotado con una serie de ventajas capaces de ponerlo a la altura de una competencia cada vez más feroz en términos de innovación tecnológica.
FORD EDSEL SPECIAL SPEEDSTER, UN DISEÑO QUE PARECE ACTUAL
La primera impresión dada al contemplar las líneas del Ford Edsel Special Speedster es la de estar ante un vehículo actual, ante una especie de tributo a los “Hot Rod” estadounidenses realizado con un especial buen gusto. Sin embargo esto no puede estar más alejado de la realidad pues la firma de su diseño es de Bob Gregorie allá por 1934.
Año en el cual Edsel Ford decidió experimentar con la posibilidad de crear un automóvil deportivo basado en piezas de gran serie aunque carrozado de forma abierta e innovadora tal y como había visto a lo largo de sus viajes por Europa. Asimismo el peso habría de ser un punto muy a tener en cuenta, aligerando el conjunto hasta los 970 gracias al uso intensivo del aluminio.
Y es que, aunque sea mucho más conocida por sus automóviles, Ford tuvo durante décadas una importantísima aeronáutica. El agente perfecto a la hora de esculpir en dicho material las formas del Ford Edsel Special Speedster, el cual se basó en un recurrente chasis de largueros para incorporar bajo su capó una de las mecánicas V8 de entonces ya recurrentes en la marca afinada aquí hasta los en torno a 100 CV.
UNA RÉPLICA A SUBASTA
Viendo la gama ofertada por Ford durante aquellos años queda meridianamente claro cómo la producción de un Speedster con diseño pulido y motor V8 no cabía en absoluto dentro de sus intereses. Así las cosas el modelo quedó en manos de Edsel Ford a modo de rareza, capricho y automóvil personal.
Eso sí, afortunadamente el tiempo respetó la preservación del Ford Edsel Special Speedster, pasando a ser propiedad de Bill Warner -fundador del concurso de elegancia de Amelia Island- y finalmente quedando custodiado en el Edsel & Eleanor Ford House.
Debido a ello las imágenes con las cuales estamos ilustrando el texto no son las del vehículo original sino las de una réplica fiel realizada gracias a tomar medidas en el mismo museo. Creada por la empresa de Florida Vintage Racing Cars ésta toma múltiples elementos mecánicos de la época para vestirse finalmente con un cuerpo en aluminio exactamente igual al del Speedster original.
Toda una rareza para coleccionistas que RM Sotheby’s sacará a subasta en el evento Hersey 2024 el próximo 9 de octubre.
Imágenes: RM Sotheby’s